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Capítulo 34: Montaje

Editor: Adrastea Works

—¡Mmm!—. Dorian se lamió los labios mientras miraba al plato lleno de costillas asadas, con su boca haciéndosele agua.

El rico olor de la carne, untada en algún tipo de salsa exótica, desprendía un aroma ácido mezclado con el del pan caliente que había al lado.

Arrancó una de las costillas y la mordió con fuerza, sus duros dientes de titán destrozaron juntos la carne y el hueso. Estaba delicioso, los jugos escurrían y la grasa se derretía en su boca como mantequilla.

Dorian se zambulló en su comida, devorándola rápidamente. Alrededor de él, el ocupado restaurante Dragón azul se desenvolvía, con varias docenas de mesas de madera comunes salpicadas con clientes. Tomó un momento para beber un sorbo de agua, sintiendo su frío y refrescante sabor.

La mitad del agua usada en Potor, aparentemente era creada y vendida por magos de agua. La otra mitad era encontrada usando profundos pozos subterráneos para abastecerse de tormentas ocasionales o de cualquier río perdido que se encontrara en el puente de mundo.

El agua en la superficie de Taprisha era un recurso escaso. En los fondos de los océanos de la nada, había enormes lagos que podían encontrarse. Pero eso podría estar a miles de metros de distancia del nivel del suelo poblado y normal y en áreas llenas de peligro.

Algunos de los clientes le lanzaron miradas de reojo a Dorian, mirándolo fijamente mientras comía su comida vorazmente. La mayoría de los clientes allí estaban vestidos con ropas más bonitas, ya fueran de cuero decoradas o de seda fina. Sus prendas simples y sencillas de cuero llamaban la atención.

—¡Ahh!—. Dorian se frotó el estómago cómodamente, al sentir la comida asentarse—. ¡Delicioso!—. Bebió otro trago de agua y luego se levantó, marchándose. Pagó su comida antes de comer allí.

La comida en sí había sido cara, costándole la mitad de una ceca de oro, pero definitivamente valía la pena el precio. Cuando se fue del restaurante, reflexionó qué hacer.

Ya había visitado dos tiendas de magia de sangre separadas, revisando sus mercancías. Había descubierto, para su decepción que, si bien diez monedas de oro no era una cantidad lamentable, y para alguien de clase Mortal o Terra era una cantidad considerable, no era suficiente para permitirse algo decente.

Incluso el linaje más débil que vendían las dos tiendas era de clase Terra, y una sola pinta costaba más de cuarenta cecas de oro.

Cuando Dorian se transformaba en cualquier linaje, su poderosa alma automáticamente aumentaría su fuerza. No obstante, ese aumento no podía hacer mucho. Si el linaje se trataba de uno que se maximizaba en la clase Terra, su alma no podría siquiera ser capaz de potenciarla a la clase Caelum. Cuanto más alto el linaje, más eficazmente podía aumentar su fuerza.

El peligro en escoger una forma débil era obvio. Si se transformara y se limitara a, digamos, la clase Terra, en fuerza, sería muy fácil para cualquiera el eliminarlo.

Su alma estaba, justo en ese momento, en la clase Magnus Magister.

Una vez que se llegaba a la clase Magnus Magister, y superiores, cada clase era dividida en algunas etapas intermedias. Las etapas inicial, intermedia, avanzada y máxima. Una persona con una matriz de hechizos del alma en el máximo de la clase Magnus Magister tendría un alma de seis a ocho veces más energía que una en la etapa inicial, y sería capaz de usar una cantidad mucho más grande de habilidades o hechizos. Cada etapa representaba un enorme aumento en la energía.

Estas etapas eran formas en las que un mago o un guerrero podían monitorear su crecimiento y medir qué tan fuertes eran.

La propia alma de Dorian estaba en la etapa Intermedia de la clase Magnus Magister. Mentalmente solicitó su estatus.

Dorian – Estado del alma

Etapa del alma: Magnus Magister (intermedia). Salud: perfecta. Energía: 205/212

La pantalla mental era un poco diferente. Dorian en un esfuerzo por determinar qué tan fuerte era en realidad, le había pedido a Ausra que enumerara su energía donde cien puntos serían la energía total de una bestia o mago de clase Magnus Magister inicial.

Bajo este baremo, usar sus garras de fuego por varios minutos le costaría cerca de dos puntos de energía. Desatar sus llamas esmeraldas le costaría cerca de treinta puntos de energía. Era una configuración rudimentaria, pero le ayudaba a tener una idea general de su propia fuerza, y la de los demás.

Aunque las tiendas de magia de sangre habían sobrepasado el presupuesto de Dorian, había conseguido valiosa información de uno de los empleados.

Había otro tipo de tienda que podía encontrar allí en Potor llamada 'tienda de conservación'. Estas personas no sólo atendían a personas que usaran magia de sangre, que vendían tipos de mercadería similares, sino que también vendían cadáveres perfectamente preservados, completos con linajes, almacenados en el tiempo. Estas tiendas estaban a cargo de magos que incursionaban en la magia del tiempo, y era totalmente posible que las matrices de hechizos del alma de las criaturas caídas perduraran aún.

Mientras pudiera entrar a la tienda y acercarse a alguno de esos cadáveres conservados…¿Quién dijo que tendría que pagar por algo? ¿Verdad?

Una diminuta voz en su cabeza, una que sonaba mucho como su madre, le gritó por incluso considerar robar. Trató de ignorar esa voz encogiéndose de hombros de forma sombría. Lo más probable es que ni siquiera pudiera tener acceso o usar la matriz de hechizos del alma de las criaturas caídas, así que era una zona gris para él.

Lo resolvería cuando llegara el momento. Quizás podría comprarlos con normalidad, como el ciudadano honrado que solía ser.

—¡Oye, no te quedes ahí parado!—. Dorian parpadeó cuando alguien bruscamente le gritó. Acababa de salir del restaurante y estaba de pie a un lado de la calle, pero la gente ocupada pasaba junto a él apresuradamente. Sin embargo, cuando esas personas lo miraban bien, la mayoría palidecían y retrocedían, sin discutir el tropiezo.

La cultura de esta ciudad parecía ser increíblemente acelerada. Todos estaban en constante movimiento, ya fuera para explorar las islas cercanas, buscar recursos y bestias en la naturaleza, ir a expediciones en los peligrosos suelos de los océanos de la nada, o viajar en rutas comerciales entre las otras ciudades.

Nadie parecía tomarse el tiempo para vivir de forma simple.

Dorian sacudió su cabeza. No le gustaba eso. Estaba mucho más acostumbrado a la tranquila, pero peligrosa acción y relajación en la naturaleza.

Se preguntaba si se habría sentido de la misma manera si hubiera nacido en este mundo directamente como un humano como en su vida anterior, en lugar de lo que sea que fuera.

Se volteó hacia el norte, al decidir caminar hacia una de las puertas al norte de la ciudad mientras determinaba sus planes. Mientras se movía, notó vagamente una figura que caminaba directamente frente a él, casi como a propósito.

—¡Cuidado, amigo!

Sin embargo, otra persona chocó con él y le gritó bruscamente. Dorian lo ignoró y siguió caminando, acostumbrándose a cómo vivían los lugareños.

No obstante, esta persona no se alejó como las otras.

—¡Oye! ¡Dije cuidado! ¡Casi me mataste allí!—. Dorian sintió que unos brazos lo empujaban en la espalda, tratando de derribarlo. Frunció el ceño, y luego se calmó, al sentir que la persona se tropezaba hacia atrás.

—¿Puedo ayudarte?—. La seriedad se ocultaba en su tono, se volteó y luego parpadeó, sorprendido.

Había un hombre de pie enfrente de él, vestido con un conjunto de pantalones de cuero gris y una camisa de seda negra fina. Estaba por encima de la altura de un humano promedio, y bastante musculoso, con una espada en su cintura. Lo que destacaba, sin embargo, era el color oscuro de la piel del hombre.

¿Era un elfo oscuro? Los ojos de Dorian se abrieron aún más con anticipación mientras le echaba un vistazo a las orejas del hombre.

Eran redondas.

«Ah. Solo es un humano afroamericano. Vale». Dorian se reprendió mentalmente. Ahora que lo pensaba, podía distinguir a algunos otros humanos de piel oscura en la multitud. No había prestado especial atención al color de piel de la mayoría de los humanos, pero podía ver que uno de cada diez tenía una piel más oscura.

—Es un humano que no tiene entrenamiento en magia, perro que ha practicado como guerrero, y que ha experimentado el bautismo de las leyes necesarias para desarrollar su matriz de hechizos del alma más allá de los límites del linaje. Su fuerza lo ubica aproximadamente en el máximo de la clase Terra, capaz de levantar varios kilos o dejar leves abolladuras en el metal normal—. Ausra le dio un breve desglose de la fuerza del hombre.

En lugar de responder, el hombre simplemente le lanzó un puñetazo a Dorian. Dorian observó confundido cómo el puño del luchador le daba un puñetazo y aterrizaba en su pecho.

Su físico actual estaba en la clase Magister al máximo. Un movimiento de su mano podía partir un árbol grueso por la mitad. Incluso un golpe que pudiera abollar metal probablemente no dañaría su físico de titán.

Y, como era de esperar, el puñetazo del atacante dio en su pecho y luego se detuvo rotundamente, al escucharse un ruido de crujido.

—¡Arrgh!—gruñó el hombre, gritando con fuerza.

—¡Cuidado, una pelea!

—¡Guardias! ¡Guardias!

Los transeúntes comenzaron a dispersarse, alejándose del enfrentamiento, mientras el hombre de piel oscura gemía, agarrándose la mano. Algunos echaron un vistazo a la escena más de cerca, tomando un descanso en su ajetreado día para observar.

Dorian frunció el ceño ante el bullicio y la simple conveniencia de la situación. Esto se sentía artificial y planeado. Unos momentos pasaron mientras el hombre se tambaleaba hacia atrás con dolor, agarrando su puño, mientras la multitud crecía, mirando con interés.

Casi tan pronto como tuvo ese pensamiento, con una sincronización casi perfecta, apareció una tropa de ocho guardias vestidos con armaduras de cuero gris, empuñando espadas anchas en sus cinturas. La insignia del Señor de la ciudad de Potor, una imagen vaga de un ave volando con una espada agarrada en su pata., que estaba estampada en sus corazas.

—Está bien, muévanse amigos—. Dos de los guardias se separaron de la tropa, instando a los transeúntes a seguir caminando. La multitud que había empezado a formarse se dispersó, las personas regresaron a sus ocupadas vidas.

—Deberá venir con nosotros para interrogarlo, señor, por causar un disturbio en la vía pública—. Uno de los guardias, el aparente líder de la tropa dio un paso adelante. Un hombre de pelo entrecano, corto y castaño y de piel arrugada. Su voz no dejaba espacio para la negociación.

—¿En serio? ¿Y qué hay del hombre que me atacó?—. Dorian se quedó mirando fijamente al guardia, con su voz tranquila, solo con un indicio de rabia en ella. Sentía como si estuviera en una película en la que alguien estaba tratando de estafarlo.

El guardia canoso miró a su alrededor.

—¿Qué hombre?—. Los ojos del hombre eran duros mientras hacía señas a los otros guardias para que rodearan a Dorian.

Dorian también miró a su alrededor, sin ver ninguna señal del hombre que lo había atacado. Parpadeó consternado—. Era casi de esta altura, un afroamerica… eh, un hombre de piel oscura, quiero decir…—. El guardia lo interrumpió antes de que pudiera terminar de hablar,

—¿Vas a venir con nosotros pacíficamente o no? Solo te lo preguntaré una vez, alborotador—. La voz del guardia era indiferente mientras dejaba caer su mano sobre su espada.

Los otros guardias habían terminado de rodearlo, todos ellos con sus manos en sus armas. Dorian los miró fijamente, con sus ojos estrechándose en rendijas. Esto era definitivamente un montaje de algún tipo. Solo que ¿Por qué? Ni siquiera conocía a nadie en la ciudad, ¿No obstante, los guardias lo estaban arrestando?

Qué ridículo.

Dorian respiró hondo, y luego sonrió alegremente. Un mago de clase Dominus gobernaba esta ciudad. Sería imprudente causar una conmoción aquí, al aire libre.

—Seguro, ¿por qué no?

Bueno, pensó, haciendo crujir sus nudillos en silencio, parecía que tendría la oportunidad de probar la nueva habilidad que había conseguido más rápido de lo que pensaba.

La habilidad inherente que todos los titanes ganaban cuando se hacían adultos.

La habilidad condensar.

..

El planeta Torrin estaba hecho casi completamente de agua, con unas pocas franjas de tierra largas y ramificadas. Estaba dominado por miembros de razas marinas, como los aeth marinos, los wyverns acuáticos, la raza Myra, y más.

Helena sonrió mientras miraba hacia el puente de mundo en el que acababan de entrar, dando un ligero asentimiento al mundo acuático detrás de ella. El mundo había sido hermoso para sobrevolarlo, las nubes exóticas y las hermosas aguas creaban una gran vista. Había sido relajante y ayudó a aliviar el pequeño brote de estrés que se había formado en su corazón.

—¡Señorita Helena, hemos recibido información de algunos de los otros Reavers!—. Uno de sus magos de sangre dio un paso adelante, un vampiro experto y a cargo de la comunicación a larga distancia de este grupo. Era delgado, con una túnica suelta que lo hacía verse casi esquelético.

Helena miró al hombre flaco, asintiéndole para que continuara.

—Trajan y Probus acaban de llegar a Taprisha antes que nosotros, y la recibirán en la entrada del puente de mundo desde Torrin. Su objetivo es, según los exploradores, llegar hasta allá.

—¿Oh?—murmuró Helena, ligeramente sorprendida. Solo sabía vagamente que su objetivo había sido visto por última vez en Hasnorth. Había recibido informes sin confirmar de los agentes de la Maestra de espías, Julia, de que se dirigía hacia Taprisha, pero eso era todo. Habían perdido el rastro de la anomalía y se vería forzada a comenzar a buscarla.

Parecía que Trajan y Probus ya estaban tras la pista de su objetivo y habían viajado a toda velocidad. Los dos eran magos de clase pseudo-Rex extremadamente poderosos que, con su estilo único de magia, podrían enfrentarse juntos a una bestia de clase Rex intermedia. Para que ellos ya estuvieran en Taprisha, debieron haber viajado sin parar.

No obstante, estaban esperándola, y querían su ayuda… Su objetivo debía ser lo suficientemente fuerte como para que no estuvieran convencidos de que pudiesen emboscarlo sin dejarlo escapar. 

—¿Qué debería responder, señorita Helena?—. El vampiro delgado le preguntó, con su voz respetuosa.

—Diles que estaré allí en…—. Hizo una pausa por un momento, recordando la distancia a Taprisha desde allí. El puente de mundo del planeta acuático de Torrin era uno largo, incluso con su rápido transporte. Podría llegar más rápido si viajara sola pero entonces tendría que dejar a sus subordinados, lo que realmente no era una opción. Los necesitaba para rastrear a su propio objetivo.— En dos días.