—¡Hijo de puta, cómo te atreves a golpear a mi Elly! —Agarró una silla cercana y la estrelló sobre las cabezas de esos hombres, creando un caos en el bar mientras la escena se descontrolaba.
El gerente del bar llegó con los guardias de seguridad, pero nadie se atrevió a dar un paso adelante para intervenir.
Helen Melendy blandió la silla, maldiciendo todo el tiempo, hasta que ella y Elly Campbell terminaron colapsadas en una esquina junto a la pared.
Los hombres que las habían estado acosando estaban impactados, y les llevó un rato recuperarse antes de agarrar a Helen y a Elly, listos para abofetearles la cara.
Pero justo entonces, alguien lanzó una patada feroz a sus hombros y los mandó a volar sin previo aviso.
Al levantar la vista, vieron a un hombre alto desprendiendo un aura de severidad parado frente a ellos. Sin hacer un movimiento, solo con pasarles la mirada, los aterrorizó hasta el silencio.
Girando la cabeza, vio a Helen y Elly abrazándose, aún maldiciendo.
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