Mi vida ha estado saturada de trabajo, responsabilidades y obligaciones, algo que me limita a muchas cosas; entre ellas: conocer el amor. Cuando me había ido acostumbrando a la soledad y a dedicarme solamente al trabajo, la conocí a ella. Aún no olvido la primera vez que la vi, su encanto y sensualidad me atrapó por completo; tan única, especial, y hermosa, que a cualquier hombre podría conquistar con su belleza. Quedé catatónico, y me sentí avergonzado de pensar que quizá di una muy mala primera impresión. En el momento que reaccioné, ya era tarde, estaba irremediablemente perdido en sus curvas.