—¿¡Eso no es hacer trampa?! ¿Por qué demonios hay dos más… lo que sean, de parte de Nial? —El Líder de los Dracos gritó de repente a todo pulmón.
Estaba de pie al lado de la Princesa Real, sintiendo ganas de ignorar el Contrato del Alma y matarla en ese instante. Solo necesitaría un pequeño chasquido y su cuello quedaría torcido.
Las manos en forma de garra del Líder de los Dracos temblaban de rabia pero la Princesa Real solo podía sonreír como respuesta.
—Dijiste que él podía utilizar todos los medios a su alcance. Estos dos le pertenecen. Creo que no podrían existir sin él, en primer lugar —dijo ella, incierta de lo que exactamente eran esos Demonios.
Evalyne alguna vez preguntó a Nial qué o quiénes eran esos dos Demonios, pero no hubo una respuesta satisfactoria. Nial solo pudo responder honestamente y decir que los Demonios habían sido creados por Damian y que le pertenecían, de una manera u otra.
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