—¡No la saques, Hazel, te mantendrá viva incluso cuando no estés a mi lado! —su cuerpo entero se sacudió como si le hubieran dado otra descarga y se levantó de un salto.
—¿Qué quieres decir con eso? —sus palabras salieron más filosas de lo que pensaba y al instante se formó un ceño fruncido en su rostro.
—¡Qué descortesía! ¿Olvidaste quién soy yo? —lo miró fijamente al hombre que le lanzaba dagas de fuego.
La mayoría de las veces era así. O le lanzaba ventiscas frías o la quemaba con dagas de fuego, ¡cuando no le coqueteaba de una manera que le hacía rizar los dedos de los pies!
—Se trata de mi vida, mi señor. Me disculpo por la descortesía, ¡pero quiero saber qué significado tiene este colgante! —dijo ella.
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