EL ALFA DEL NORTE

Blake despertó la siguiente mañana y Amanecer había estado esperándolo toda la noche, ni siquiera durmió un parpadeo mientras esperaba a que él recuperara la conciencia.

La mayoría de sus moretones habían desaparecido y sus heridas habían empezado a cerrarse. Se veía bien ahora, solo un poco pálido con un vendaje en su brazo izquierdo, porque al parecer, el Alfa le rompió el brazo en un ataque de ira. Fue bastante afortunado para Blake que el Alfa Tony no se transformara en su bestia, o de lo contrario, habría muerto y estaría enterrado a seis pies bajo tierra.

—Dime, ¿es eso cierto? —la voz de Amanecer sonó muy fría. Eso fue lo primero que le preguntó a Blake en cuanto abrió los ojos. Ella había pensado en este asunto toda la noche. Miles de escenarios giraban en su mente, y ella había anticipado lo peor.

Pero aún así, no importaba cuánto se preparara para esto, no importaba cuán duramente se dijera a sí misma que no se lastimaría por esta porquería, todavía sentía este dolor en su corazón. Estuvo en agonía cuando vio cómo Blake asentía avergonzado.

Enojo, tristeza, humillación, los sentimientos que ella tenía hacia él eran muy complicados en este momento.

Amanecer se prometió a sí misma que lo rechazaría enseguida, una vez que supiera que Blake la había estado engañando con Emily, la persona que más odiaba.

—¿Cómo pudiste hacerme eso? —preguntó Amanecer, su voz sonaba muy distante, pero odiaba aún más cuando notó que su voz no dejaba de temblar.

—Amanecer, por favor... eso fue un error. Fue solo una vez. Te prometo que solo ocurrió una vez. —Blake se veía desesperado, intentó sentarse en la cama y alcanzar a Amanecer, pero ella ya se había levantado. Sintió que cada hueso de su cuerpo gritaba de dolor tras lo sucedido. —Me alejaré de ella. Nunca me acercaré a ella otra vez. Ella fue quién me sedujo.

—¿Y tú eres tan débil para rechazar sus avances? —se burló Amanecer, miró a su pareja con desdén.

—Amanecer, por favor. Lo siento. Arreglaré esto.

—¿Cómo vas a arreglar esto? Emily está embarazada de tu hijo —dijo Amanecer con dureza, el hecho le dolió tanto, pero apretó los dientes y lo soportó. No iba a llorar, al menos no delante de él.

—Yo… —Blake intentó exprimir su cerebro en busca de una idea lo suficientemente buena para sugerir a su enojada pareja, pero no encontró nada. Su mente se quedó en blanco y se encontró en una situación desesperada cuando vio el odio intensificarse en los hermosos ojos de Amanecer. —Encontraré una forma... Le pediré que se deshaga del bebé.

La misma dura idea había cruzado la mente de Amanecer cuando pensó en qué tipo de solución podría ofrecerle Blake, pero la descartó, porque no creía que él fuera tan bajo y se deshiciera de su propia carne y sangre, pero aparentemente, sí lo era.

Era una vergüenza llamarlo un cambiaformas y referirse a él como el hijo del Beta. Era el epítome de la vergüenza para cualquier cambiaformas masculino por siquiera sugerir tal cosa tan horrenda.

—¿De verdad crees que Emily lo hará? —Amanecer se rió. Su risa era muy seca y poco alegre, no llegaba a sus ojos en absoluto. Era el tipo de risa que podía enviar escalofríos por tu espina dorsal. —Lo hizo por malicia, lo hizo para despecharme. ¿De verdad crees que te dejará salir del paso?

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—Eres muy patética, Amanecer. —Emily estaba sentada frente a su cama, mirándola. Se veía tan hermosa como siempre con su largo cabello rizado cayendo sobre su figura. Parecía ser una chica dulce, aunque si uno miraba más de cerca, sabrían lo podrida que estaba por dentro—. Déjame contarte algo interesante.

—¿Sabes por qué tu padre se emparejó con mi madre? —Ella inclinó su cabeza y sonrió como una maníaca—. Porque prometió a su hija al Alfa del norte. Por supuesto, no quiere enviar a su propia carne y sangre a vivir en el norte, así que planeó que yo cumpliera ese papel.

—¡Felicidades! —El Alfa Cenit está en camino para llevarte a su manada—. Creo que estar lejos de ti ayudará a Blake a olvidarte más rápido.

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