—¿Qué demonios? ¿Quieres que esta princesa proteja el reino y el continente? ¡Ni siquiera sé si puedo proteger el reino! —pensó Shiro para sus adentros mientras reprimía las ganas de volcar una mesa.
—¿Hay algún problema? —preguntó Redir preocupado al ver a Shiro fruncir el ceño.
—Solo uno pequeño. Sígueme y te llevaré al lugar en el que estaba antes de venir aquí. Necesitas ver esto —negó Shiro con la cabeza y les mintió al trío. Iba a aprovechar esta oportunidad para matar a los tres fuera del campamento demoníaco. Esto era para que los demonios se confundieran sobre si los generales estaban vivos o no.
—Hmm... ¿Podrías decirnos dónde es? —preguntó Redir. No quería dejar el campamento sin atención ya que los demonios necesitan comandos constantes.
—Es un secreto. Pero puedo decir que después de escuchar lo que me acabas de decir, hay una conexión definitiva entre los dos —respondió ella.
—O podría ser que me estás sospechando —dijo ella con un ceño fruncido.
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