Mirando a Shiro, que observaba por la ventana con un puchero enfadado, Kuromi no pudo evitar reírse suavemente.
—¿De qué te ríes? —preguntó Shiro mientras la miraba de reojo.
—Oh nada importante. Solo estaba recordando cómo mi querida hermanita me pidió que la mimara anoche
—¡Lalalala! ¡No te escucho! —Shiro se tapó las orejas ya que no quería recordar.
Si cualquiera de las chicas en la fiesta se enteraba de que había tenido que decir una línea tan vergonzosa, entonces su imagen estaría destrozada.
—Vamos, no fue un mal trato, ¿vale? Ahora sabemos un poco lo que debemos hacer para utilizar realmente la energía celestial —dijo Kuromi con una sonrisa.
—Supongo pero sigue siendo un poco ineficiente para ser usado realmente en batalla —suspiró Shiro.
—Es un comienzo —rió entre dientes Kuromi.
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