—¿Por qué no puedo percibirlo? —Max se preguntaba mientras su cuerpo se movía solo bajo la influencia del Asalto Imparable, luchando subconscientemente en lo que sería la cima de Max.
Cada movimiento que Seraphiel hacía, cada vez que golpeaba y maltrataba a Max, era como si Max sintiera la dirección de donde venían los ataques, tenía una intuición innata sobre cómo procederían las cosas, pero no podía actuar a tiempo para hacer algo constructivo al respecto.
—Esto es frustrante como el infierno, ¡solo necesito ser un poco más rápido! ¡Vamos cuerpo, empuja! ¡Empuja! —Max pensaba mientras instaba a su cuerpo a moverse más rápido de lo que jamás lo había hecho antes y empezaba a escuchar cada vez más a su instinto dormido en lugar de depender de su deducción activa.
—Necesitas ganar este juego, Max. Necesitas conseguir el tesoro último que ofrece Seraphiel.
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