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—Viniste solo porque dijiste que vendrías a mi casa a pasar la cuarentena conmigo. ¿Alguien te lo prometió en primer lugar? —La Señora Meng-Li se quedó atónita por un momento. Por supuesto, nadie había acordado eso. Ella había venido directamente desde la familia Meng. Le dijo a Ye Lulu:
— Nadie me lo prometió. ¿No estoy aquí ahora? Te estoy diciendo esto ahora.
—La Señora Meng-Li cogió el pastel de azúcar moreno que estaba al lado. Alargó la mano para coger el trozo más grande y abrió la boca, queriendo comerlo.
—Ese pastel de azúcar moreno había sido comprado naturalmente por Guan Chibei en la ciudad. Estaba pensado como una merienda para Ye Lulu cuando tuviera hambre. Por lo general, estaba colocado en la mesita junto a la cama.
—Sin embargo, el pastel de azúcar moreno que estaba a punto de entrar en su boca fue de repente arrebatado por una mano. Entonces, Ye Lulu rió fríamente y dijo con severidad:
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