El corazón de Ye Lulu volvió a acelerarse.
—¡Oh, no! —exclamó.
—¡Era una maldita sensación de conmoción!
En ese momento, Guan Chibei todavía se acercó para tocarla. Ye Lulu se estremeció y usó toda su fuerza para estabilizarse. Ella dijo en un tono normal:
—Estoy bien. No reaccioné justo ahora.
Fue solo entonces cuando se dio cuenta de que ¡su esposo era tan guapo!
Los ojos de Guan Chibei titilaron. Él podía percibir vagamente que algo andaba mal con ella, pero no dijo nada:
—Nadie volverá a tocar la puerta. No te preocupes.
Las orejas de Ye Lulu se movieron de nuevo. ¡Caramba, hablar en un tono de voz tan profundo también era muy seductor!
—¿Qué pasó justo ahora? —Ye Lulu no tenía miedo en absoluto. Todavía sostenía las tijeras firmemente en su mano. No solo quería perforar el dorso de la mano de ese hombre, sino que también podía ayudarle a cortar la pequeña raíz de sus preocupaciones cuando fuera necesario.
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