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Capítulo 60 - Dos idiotas verdes

Al día siguiente todas comenzaban a despertar, todavía tenían algo de incomodidad en sus partes privadas, pero con su físico sobrehumano, las molestias pronto pasarían. Aegon aún seguía durmiendo, no porque lo necesitara sino porque era algo disfrutaba.

Había algo que todas miraban en particular y era la mujer de pelo rosa que estaba sobre él en las mismas condiciones que ellas. Necesitada de un buen baño.

Lorelei despertó tal vez sintiendo las miradas o tal vez puede que alguien le hiciera algunas cosquillas en los pies. "¿Por dios, me siento hecha pedazos?"

Liz fue quien le contestó. "Eso debe ser porque un dios te hizo pedazos. ¿Quieres explicar cómo terminaste aquí?"

"Vine anoche ya tarde, no había sabido nada de ninguna de ustedes y Aegon no me había llamado lo cual es raro, siempre tiene algo que pedir. Cuando llegué el me recibió y luego una caricia por aquí una por allá, ya se pueden imaginar. Deberían encerrar a ese hombre, es un peligro para las mujeres."

Las chicas solo aceptaron el hecho de que Lorelei había entrado en sus filas y comenzaron a ponerla al tanto de todo lo que les había contado Aegon y ella no había tenido tiempo de conocer.

Cuando Aegon se despertó la habitación estaba recogida y todas se habían ido a la piscina donde estaban conversando así que fue en esa dirección.

Cuando las vio a todas recordó algo. "Ahora que lo recuerdo, Gwen, Liz, Jessica, ustedes no regresaron a casa. ¿No es eso un problema?"

Gwen le dio una sonrisa. "Descuida lo arreglamos todo ayer." Aegon pensó que debía haber sido en algún momento donde estaba concentrado en otra.

Aegon se acostó cerca de la piscina. "Entonces, fue una noche bastante movida." Todas lo miraron queriendo cogerlo por el cuello, Jennifer en particular. "Si no fuera por mi regeneración ahora estoy segura de que no podría sentarme."

El resto estaba aguantando la risa. Ororo que estaba dentro del agua se acercó a él. "Esa polla tuya es de cuidado. Hay algo que quiero preguntarte." Aegon la miró directamente.

"Otras veces hemos tenido digamos que nuestros encuentros de pasión, pero nunca había sido nada como lo de anoche. Las cosas que nos hicimos unas a otras, como nos comportamos. ¿Es por lo que eres ahora?"

Todas estaban rojas al escuchar a Ororo y recordar todo lo que habían hecho. Aegon se quedó pensando por un momento. "Creo que sí, creo que es la influencia de ser un dios del sexo. Mi divinidad hizo que olvidaran todas sus reservas e incrementó la lujuria en ustedes, pero solo cuando entramos en la habitación."

"Eso de 'a él' fue cosa de ustedes."

Ninguna dijo nada más, pero se comunicaron con la mirada, desde ahora estaba prohibido hablar fuera del grupo sobre su vida íntima.

"¿Tienen planeado algo para hoy?" Les preguntó curioso.

"Con respecto a eso, queríamos hablar contigo." Jessica hizo una pausa. "Gwen, Liz y yo debemos irnos pronto para nuestra casa, Ororo y Rogue aún tienen tareas que hacer en la academia, Jennifer debe ir a entregar unos documentos al bufete."

"Lorelei también tiene que ponerse al día con algunos tópicos en sus estudios, MJ la estará ayudando y D'narda estará acompañando a Felicia a una joyería para comprar un regalo para su madre." Aegon tenía sus sospechas cuando escuchó que Felicia visitaría una joyería.

"Parece que se pusieron de acuerdo para huir de mí, pero siempre podemos tener un rapidito." A las chicas se les erizó el cabello.

"Si es cierto que nos pusimos de acuerdo, pero es solo porque queríamos pedirte tener una cita en la tarde y pasar algo de tiempo a solas, hace rato que no salimos." Liz le aclaró lo que habían planeado, pero no sonaba muy segura de sí sería posible.

"No me gusta la manera en que lo dices. Liz no tienen que pedirme nada como si sintieran que están molestándome o algo parecido. Ustedes son mis mujeres y tienen el derecho a pedirme lo que deseen, no sé si siempre lo podré cumplir porque si bien soy un dios tengo mis límites."

Aegon le acarició el rostro. "Pero siempre me esforzaré, sobre todo si es para hacerlas felices a ustedes."

Jennifer aprovechó la oportunidad. "Desearía que no traigas más mujeres." Aegon se acercó a ella y la besó. "Las tengo ustedes, que son mis tesoros. ¿Por qué iba a mirar a otras mujeres?"

"Aun no dices si cumplirás el deseo de Jennifer." Felicia no quería dejarlo escapar.

"Y no les he contado algo muy importante." Ahí tenían la respuesta, pero que podían esperar de su novio promiscuo. "Ahora que soy un dios he descubierto que puedo bendecir a mis creyentes. No es mucho pero no importa donde estén puedo escuchar sus plegarias y saber dónde están, o sea que se pueden comunicar conmigo mentalmente."

"Además, mi bendición les dará un incremento pequeño en su fuerza, resistencia y otros aspectos. Lo más importante es que con mi permiso pueden tomar prestado algo de mi poder, pero solo una fracción minúscula o podrían tener severas consecuencias."

Ahora que lo pensaba como dios de la muerte podría reclamar las almas de sus creyentes, solo que él no tenía un reino propio, tendría que pensar en ello.

La noticia era genial, pero nadie olvidó como el descarado había ignorado el deseo de Jennifer. "Ya que todas estarán haciendo algo y no las veré hasta la tarde aprovecharé e iré a visitar a mi madre. He decidido que ya es hora de contarle todo." Nadie dijo nada, esto era una decisión personal de Aegon.

Una por una las chicas se fueron marchando. Las primeras fueron Ororo y Rogue que se marcharon por una Garganta que abrió Aegon hasta la academia asustando a muchos de los estudiantes. Aegon recordó que tenía que visitar la academia y ver a Jean y tal vez un nuevo tesoro.

Al final solo quedaron Aegon junto a MJ y Lorelei. "Ustedes no tienen que salir, así que antes de que comiencen con sus estudios hay algo en lo que podrían ayudarme, tranquilas solo será una ronda."

Una vez que se hubo desayunado a MJ y Lorelei, Aegon se marchó a ver a Helen. La sorpresa de Helen no fue nada pequeña, pero su reacción no fue problemática. Para ella Aegon era su hijo y nada cambiaría eso.

Aegon trató de convencerla como podía mejorar mucho su vida, le preocupaba la edad de Helen que ya estaba en los 60, desafortunadamente ella aun creía que existía la posibilidad de reunirse con sus seres queridos. Él sabía de qué ella hablaba, Helen una vez le había contado como tenía una familia antes de hacerse cargo del orfanato.

Cuando era joven Helen se casó y llegó a tener gemelos, pero desafortunadamente su esposo e hijos murieron en un accidente. Tal vez el pudiera hacer algo, pero no por el momento. Se quedó a almorzar y pasó casi toda la tarde con ella y antes de irse le prometió que traería a todas las chicas a conocerla, ella solo conocía a Jessica y Liz.

Cuando se marchó aprovechó que todavía quedaba tiempo y fue a ver algo que lo tenía impaciente desde hacía unos días.

La persona a la que había ido a ver era la que estaba al frente de la construcción de su propio edificio, uno al que podrían mudarse todos los allegados a él. Según el informe que recibió el edificio estaría terminado en un par de meses. Había costado una fortuna, pero valía la pena.

Tenía pensado que lo siguiente sería una isla privada, pero ahora se le ocurría algo mejor, pero tendría que hablarlo con la hechicera suprema.

Ahora estaba creando clones para que tuvieran una cita en separado con cada una de las chicas, mientras que él estaría intercambiando posición con sus clones cada cierto tiempo, en especial si el momento era idóneo para hacer alguna travesura.

Todo marchaba muy bien hasta que 2 tontos decidieron arruinar una parte de New York, eran grandes y verdes. Uno más o menos feo y el otro era horripilante. La noticia sobre la batalla entre los 2 titanes rápidamente estaba en todas las cadenas televisivas y el internet.

Jennifer era la más afectada, después de los inocentes que estaban cerca y casi eran aplastados. Su primo estaba luchando en el medio de Manhattan con una versión desagradable de sí mismo. Ella quería ir en su ayuda, pero Aegon la detuvo diciendo que era mejor si iba él.

Jennifer aun quería ir, pero entendió que aun con sus poderes ella solo sería un lastre, había estado practicando algo de defensa personal al igual que el resto de las chicas, pero aún no estaba preparada para enfrentar a alguien como Abominación. Aegon por otra parte era muy diferente, tanto en experiencia como en niveles de poder.

"Tu primo estará a salvo. Una vez que le ayude a lidiar con esa cosa horripilante lo sacaré fuera de la ciudad y me aseguraré que esté a salvo."

"Confió en ti. Aegon regresa a salvo." La sensual abogada le dio un apasionado beso.

En un instante Aegon estaba cerca de donde estaban luchando Hulk y Abominación, creó varias docenas de clones para que pusieran a salvo a los civiles. Cuando iba a dirigirse a hacia Hulk vio como no era el único que había llegado.