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Mi Reino (Reescribiendo)

Andrei es un hombre ambicioso y manipulador, que pertenece a la Casa Northster, casa que gobierna el gran reino de Kaeviel, pero como segundo hijo siempre fue opacado por su hermano mayor, Olef, un hombre atractivo y considerado de temperamento apasionado, atrevido y peligroso, lo opuesto a Andrei que es considerado reservado, frío y distante con casi todos. Así que el día de la coronación de su hermano, algo en Andrei se rompe y el rencor y irá de años de ser el segundo en todo, le hace preguntarse ¿Por qué, Olef tenía que ser el rey y no el?. [Algunos de mis personajes hechos con una IA. https://pin.it/7A56ljFY1].

Itlen_tc · Fantasía
Sin suficientes valoraciones
12 Chs

Hogar (Capitulo Original)

Jazmin.

Estaba exhausta. Después del regreso de Andrei al banquete, él nos presentó oficialmente a sus encantadoras y primeras concubinas: bellas mujeres de las tribus con cabellos naranjas y rojos. Estas mujeres, Hela, Leonor, Triss y Ava, eran hijas del poderoso Vórdja Blac y parecían más como pequeñas damas que como las testarudas y autoritarias mujeres de las tribus. Eran finas, recatadas y un poco tímidas, contrastando con la reputación salvaje de sus orígenes.

Después de algunas copas de vino y cerveza de los Wolwurd, Andrei nos llevó a sus habitaciones y nos tomó. Fue una noche apasionada y salvaje, algo le había pasado que se volvió insaciable. No me importaba, disfruté cada segundo. Nos complació a todas con su hábil boca, sus maravillosas manos y su magnífico miembro. Me sentía completa cuando me penetraba y me reclamaba como suya. Disfruté complacerlo en todos sus caprichos, entregándome a él sin reservas, cada toque y caricia alimentando mi deseo y amor por él.

Me sorprendí cuando desperté al sentir a Andrei levantarse suavemente de la cama por el toquido en la puerta de la habitación. Siempre se levantaba con cuidado para no despertarnos. Escuché la voz de Damien y cómo decía que todo estaba hecho. No sabía a qué se refería, pero el tono tranquilo de Andrei agradeciendo me tranquilizó. A pesar de mis piernas temblorosas y mi cuerpo cansado, me acerqué a su lado cuando cerró la puerta.

—¿Te desperté, Jazmín? —preguntó Andrei al notar mi presencia, con una voz tranquila y melódica. Negué con la cabeza y me acerqué para abrazarlo, mis pechos aplastándose contra su pecho desnudo. Ambos estábamos desnudos, y pude sentir los tranquilos e hipnóticos latidos de su corazón.

—No, mi amor —respondí con una bonita sonrisa y voz somnolienta—. ¿Qué quería Damien? —pregunté mientras le acariciaba suavemente el rostro. Con mi altura de uno sesenta y cinco, era relativamente sencillo tocar su rostro.

Sus ojos, que parecían dos piezas de duro y frío hielo, me vieron fijamente mientras me devolvía el abrazo. Le di una pequeña sonrisa para tratar de animarlo a que me dijera.

—Solo vino a decirme que mis órdenes ya se dieron a mis hombres fuera del castillo, y le avisaron al Vórdja Blac y a los patriarcas de las casas Frafvi y Kranpik de mi partida —dijo mientras me llevaba a un banco largo y acolchonado cerca de la cama. Acomodó mi cabeza en su pecho y me abrazó, gesto que le devolví con cariño.

—¿Ya nos vamos? —le pregunté con voz suave mientras me acariciaba el cabello con cariño.

—Ordené que todos se prepararan para partir a Ovof con los primeros rayos del sol. Estamos a mitad del invierno y no quiero que las carreteras se congelen más de lo que ya están. Además, Amina, Alyna y sus hermanas estarán allí en algunas horas.

Una sonrisa se formó en mi rostro al escuchar que por fin nos íbamos de Hearford Fort. Puede que Melissa y yo hayamos nacido y crecido en Hearford Fort, pero ambas odiábamos la ciudad, salvo por haber conocido a Andrei. Hearford Fort era un agujero lleno de dolor y malos recuerdos para nosotras. También me sentía un poco nerviosa por la mención de Amina y Alyna, las prometidas de Andrei. Ni siquiera sabía de su compromiso hace unos días. No las conocía y estaba temerosa de que no aceptaran que Melissa y yo fuéramos también esposas de Andrei. Después de todo, ellas eran de cuna noble mientras que Melissa y yo éramos hijas de gente común.

Andrei levantó mi cabeza y me miró a los ojos con sus helados y fríos ojos. —He ordenado que, a mi llegada a Ovof, las ceremonias de matrimonio y concubinato estén listas. Quiero que tú y Melissa conozcan y se lleven bien con Amina y Alyna —dijo mientras me acariciaba la mejilla con ternura—. Ellas, sus hermanas y sus damas son buenas mujeres. Planeo que sean nuestras aliadas, así que quiero que confíen en ellas y que ellas confíen en ustedes.

Su mirada era intensa, como si intentara transmitir la importancia de sus palabras directamente a mi alma. Sentí un nudo en el estómago, una mezcla de nerviosismo y emoción. —¿Crees que ellas nos acepten? —pregunté, el rostro ligeramente ruborizado—. Ya sabes, todas ellas son mujeres de alta cuna y Melissa y yo... bueno, ya sabes...

Andrei esbozó una sonrisa tranquilizadora y acarició suavemente mi rostro. —No te preocupes, mi dulce Jazmín. Ellas no tendrán más opción que aceptarlas. Después de todo, siempre logro que todo salga de acuerdo a nuestro beneficio, ¿no es así? —. Su tono de voz era suave y hipnótico, transmitiendo una confianza que encontraba difícil de resistir. A pesar de mi leve confusión y nerviosismo, asentí, dejándome envolver por la seguridad que Andrei siempre parecía emanar, esa seguridad que él me había dado durante los últimos dos maravillosos años.

—Confío en ti, Andrei. Haré todo lo posible para que ellas confíen en nosotras y nosotras en ellas —respondí con una sonrisa.

Andrei me dedicó una mirada intensa, como si pudiera leer mis pensamientos. —Eso es lo que me gusta de ti, Jazmín. Siempre tan obediente y dispuesta a hacer lo que sea necesario para complacerme —dijo con una pequeña sonrisa, antes de inclinarse para robarme un hambriento beso.

Mi corazón dio un vuelco ante el contacto de sus labios, y me dejé llevar por la pasión del momento. Siempre que Andrei me besaba, era como estar en un trance lleno de sensaciones que solo él podía despertar. Me hacía sentir bien, hechizada, y no quería que parara.

Cuando finalmente nos separamos, lo miré con una mezcla de amor y devoción. —Te seguiré a donde sea, mi amor. Pero prométeme que siempre seré importante para ti... Que me seguirás amando junto a Melissa, a pesar de las demás mujeres —murmuré con voz temblorosa, esperando desesperadamente que mis palabras fueran suficientes para mantener mi lugar en su corazón. Recordé el miedo que sentí cuando escuché de los krovavyye voiny del rey que Andrei se iba a casar. Temí que el único hombre que amaba y el único que podía tocarme me abandonara, que Melissa y yo tendríamos que volver a estar solas. Tenía miedo de nunca volver a sentir sus labios y sus brazos.

Los ojos de Andrei se oscurecieron un poco, brillando con una mezcla de deseo y control. —Por supuesto que serás importante para mí, Jazmín. Eres mía y siempre lo serás —dijo con tono suave, acercándose a mi cuello y dándome una mordida en mi ya marcado cuello, haciendo que un escalofrío recorriera mi columna vertebral y mi rostro se ruborizara—. Pero tú ya lo sabías, Jazmín. Te lo dije el día que nos conocimos y aceptaste ser mía.

Con una necesidad de estar junto a él, me dejé caer de nuevo en sus brazos, buscando refugio en su calor y la seguridad que solo él me hacía sentir desde el día que nos conocimos. Sus caricias eran un recordatorio constante de que pertenecía a él, y a pesar de las dudas y temores que a veces me asaltaban, sabía que no había otro lugar en el mundo donde preferiría estar. Estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío, siempre y cuando Andrei estuviera a mi lado.

Después de unos momentos en los que Andrei me abrazó, me ayudó a levantarme y me llevó otra vez a la gran cama. Nos volvimos a acostar: yo a su izquierda y él en el medio. Las demás estaban a su derecha, abrazadas y durmiendo profundamente. Andrei me acarició el rostro con suavidad.

—¿Recuerdas hace unos meses cuando me ausenté por algunos asuntos comerciales? —preguntó de repente mientras me acomodaba a su lado.

—Sí, recuerdo que cuando regresaste nos dijiste que tu viaje traería mucha prosperidad para nuestro futuro —respondí, acomodándome a su lado y recostando mi cabeza en su pecho desnudo.

—Bien, te contaré un poco sobre todo lo que hice —. Empezó a acariciar mi cabello con suavidad mientras comenzaba a relatar—. Durante mi viaje para resolver algunos de los problemas comerciales de Ovof, visité con propósito de "comercio" las tierras de los Frafvi y Kranpik. Al llegar a las principales residencias de ambas familias, cortejé a sus herederas y demás hijas. Era algo que había planeado desde hacía tiempo, desde que me enteré que ninguno de los dos patriarcas había podido engendrar algún hijo varón, solo hijas, hijas muy hermosas. Con las tímidas Amina, Anastasia y Darya fue fácil: algunas palabras bonitas y un poco de cariño, y ya las había enamorado. Si te soy sincero, creo que las obsesioné conmigo. Además, el día que les quité su pureza, hice que todo estuviera preparado para que su padre —. Andrei sonrió un poco—. El patriarca Dominik nos descubriera. Fue fácil convencer al enojado patriarca Dominik de que tomaría a su hija mayor como mi esposa y que a sus otras dos hijas posiblemente las tomaría como mis futuras esposas, pero que, por lo mientras, yo las iba a cuidar y proteger.

Continuó, mientras sus dedos se deslizaban por mi cabello—. Con Alyna e Irina fue un poco más complicado, pero solo fue cuestión de algunas promesas y dulces caricias para también hacerlas mías. Con Yelena y Sofía fue más fácil: la primera tenía algunas fantasías que le cumplí, y con el dulce y amable carácter de Sofía no costó casi nada encapricharse conmigo. Su padre, lord Alexander, estaba más contento que enojado. Después de todo, hacía mucho tiempo que su familia no tenía un matrimonio con la realeza.

Cuando Andrei terminó de hablar, me miró a los ojos con seriedad—. ¿Crees que estoy mal en usar a jovencitas inocentes para mis ambiciones? —. La suave voz de Andrei parecía hipnotizarme, y sus fuertes manos acariciando mi cuerpo con posesividad me distrajeron. Apenas pude negar con la cabeza.

—No... —dije con una voz tan baja que apenas podía ser llamada susurro.

Andrei solo me dio una pequeña sonrisa y me dio un beso posesivo. Adictivo: así podría describir cuando Andrei me besaba. Me hacía sentir débil y vulnerable ante él, pero eso no me molestaba y nunca lo haría. Él era mi Andrei, el único hombre que había amado y amaría, el único que me podía tocar y tomar cuando quisiera—. Entonces descansa, mi amor, mi Jazmín —. El cálido abrazo de Andrei y el suave susurro de sus palabras me envolvieron en una sensación de seguridad y tranquilidad. Con un suspiro de satisfacción, me dejé llevar por el cansancio que pesaba sobre mis párpados, permitiendo que el sueño me reclamara una vez más.

A medida que las sombras de la noche se desvanecían ante los primeros rayos del sol, me desperté lentamente por un toque suave. Me estiré con gracia, sintiendo la suave caricia de las sábanas sobre mi piel, y me incorporé lentamente, observando a Andrei ya despierto junto a las otras mujeres, que también estaban despiertas pero somnolientas.

—Perdón por despertarlas tan temprano, pero tenemos que llegar hoy a Ovof —. Cuando Andrei dijo eso, Melissa y yo nos despertamos completamente—. Necesito que guarden nuestras cosas y que se vistan. Tengo que hacer unas cosas antes de irnos. Les mandaré a Fargus y a algunos de sus hombres para ayudarlas. Nos vemos en el patio —dijo con una voz tranquila, mientras acariciaba el cabello de Anny.

—¿Qué tienes que hacer, mi amor? —preguntó Meli mientras se acurrucaba en él. Yo hice lo mismo, buscando su calor.

—Tengo que hablar con mi hermano sobre unos asuntos —respondió Andrei. Leonor, la segunda hija del Vórdja Blac, una bella joven de piel blanca, largo cabello anaranjado y unos pechos tan grandes como los míos, tomó la mano de Andrei con un gran sonrojo.

—Disculpe, mi prin... Andrei —. Se interrumpió, recordando que Andrei les pidió que lo llamaran por su nombre—. Yo... yo no puedo mover mis piernas —. El bonito rostro de Leonor parecía arder por lo rojo que estaba. Sus demás hermanas tenían el mismo sonrojo que Leonor. Andrei solo les dio una suave y sutil sonrisa.

—¿Fui muy duro con ustedes? —preguntó mientras acariciaba el rostro de Leonor y Hela, la mayor de las cuatro.

—Un poco... —admitió Hela con el rostro ruborizado—. Pero se sintió maravilloso —. Susurró con el rostro rojo brillante.

La habitación se llenó con la suave risa de Meli. —No se preocupen, es normal y más cuando lo hicieron por primera vez con Andrei —. Las hermanas Trike parecían aún más avergonzadas y tímidas por las palabras de Melissa.

—Descansen, mandaré algunos hombres para que vayan a buscar sus cosas y que despierten a su padre y hermano para que se despidan —dijo Andrei mientras acariciaba con ternura los rostros de las mujeres a su lado.

Me levanté de la cama con un ligero rubor en las mejillas, sintiendo el calor de la vergüenza y la anticipación correr por mi cuerpo. Miré a Melissa, quien me devolvió una sonrisa cómplice antes de ponerse en pie junto a mí. Andrei nos observó con ojos ligeramente brillantes, su mirada llena de hambre y posesividad.

—Las veo en el patio —murmuró antes de darle un pequeño beso a cada una y luego salir de la habitación, dejándonos a nosotras y a las otras mujeres para que nos preparáramos y vistiéramos.

Mientras me vestía, no pude evitar sentirme nerviosa. El viaje a Ovof representaba un nuevo comienzo, el comienzo de una vida junto a mi Andrei como su esposa. «¿Cómo seríamos recibidas por Amina, Alyna y sus hermanas? ¿Aceptarían nuestra relación con Andrei?». Las preguntas danzaban en mi mente mientras me apresuraba para arreglarme. Me puse un bonito vestido blanco que Andrei me había dado hace unos meses como un bonito detalle. Pero antes de que pudiera seguir atormentándome, sentí las suaves manos de Anny tocando las mías con delicadeza, sacándome de mis pensamientos.

—¿Estás bien, Jazmín? —preguntó Anny con su voz suave. Asentí con una sonrisa nerviosa.

—Estoy bien, solo un poco nerviosa por lo que nos espera en Ovof —admití. Melissa, quien estaba terminando de ajustarse su bonito y revelador vestido azul, levantó la mirada y frunció el ceño ligeramente.

—¿Por qué estás nerviosa, Jaz? —preguntó con preocupación. Suspiré antes de responder, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre mis hombros.

—Es solo... todo esto es tan repentino, ¿no crees? —comencé, mirando a Melissa y Anny. —Con las ceremonias de matrimonio y concubinato en Ovof, entrando en un mundo completamente nuevo, con Amina, Alyna y sus hermanas... Es emocionante, pero también aterrador.

Ava, la coqueta pelirroja, quien estaba terminando de trenzar su largo cabello rojo, me miró sorprendida. —¿Ceremonias de matrimonio y concubinato? ¿Qué estás diciendo, Jazmín? —preguntó con los ojos muy abiertos. Sentí un nudo en la garganta, sabiendo que lo que iba a decir causaría conmoción en todas ellas.

—Andrei me dijo anoche que en Ovof ya estarán preparadas las ceremonias de casamiento para Amina, Alyna, Melissa y para mí, y también la ceremonia de concubinato para ustedes, Anny y las otras hijas de Frafvi y Kranpik —revelé.

—¡Oh, dioses, eso es... eso es tan repentino! —exclamó Hela, su voz llena de emoción contenida. Las demás asintieron, algunas sonriendo perdidas en sus pensamientos, otras aún procesando la noticia. Aunque todas habían disfrutado de su corto tiempo con Andrei y estaban felices de estar a su lado, el hecho de ser sus concubinas y convertirse en parte de la realeza era algo que nunca habían imaginado. Para ser justos, Melissa y yo aún pensábamos que estábamos en un sueño compartido.

Anny, la bonita y pecosa mujer de grandes pechos y estatura baja, rompió el silencio con una expresión de asombro y emoción en su rostro. Sus ojos brillaban con incredulidad mientras absorbía la noticia.

—¡Dios mío, esto es increíble! —exclamó, su voz llena de emoción y alegría. —Hace apenas unas horas era una simple sirvienta bastarda de un noble extranjero, y ahora... ¡ahora voy a ser la concubina de nuestro príncipe! —agregó, sus mejillas ruborizadas por la emoción. El aire en la habitación estaba cargado de emoción y anticipación.

Leonor, aún sonrojada, se acercó a mí y tomó mis manos con una expresión mezcla de emoción y timidez. —Jazmín, ¿crees que seremos felices allí? —preguntó con una voz suave y temblorosa.

La miré a los ojos, tratando de transmitirle mi confianza y esperanza. —Claro, lady Leonor. Puede que solo hayan estado con Andrei una noche, pero no se dejen guiar por los rumores. No es tan frío ni tan duro como dicen los chismes; puede ser un poco difícil de abrir, pero cuando lo haces, es alguien bastante dulce, amable y reconfortante. Él cuidará de ustedes —respondí con un sonrojo y una sonrisa.

Leonor sonrió con alivio, apretando mis manos con más fuerza. —Gracias, Jazmín. Es bueno saber que no estamos solas en esto —dijo, y sus palabras resonaron en todas nosotras.

Mientras terminábamos de arreglarnos, sentí una oleada de determinación. Estábamos a punto de embarcarnos en una nueva aventura, y aunque había incertidumbre y miedo, también había esperanza y la promesa de un futuro lleno de posibilidades junto a Andrei.

—Estoy de acuerdo con Anny —dijo Triss, sonriendo de oreja a oreja—. Nunca pensé que algo como esto fuera posible. ¡Dioses! Nunca pensé que nuestro padre nos conseguiría estar tan cerca de uno de los dos últimos miembros de la familia Northste —dijo, maravillada.

La hermosa Leonor, quien a pesar de estar sonrojada no había podido ocultar la felicidad que sentía por lo que había pasado la noche anterior, nos miró a todas y nos dio una gran sonrisa.

—Es maravilloso, realmente no creí que me gustara tanto el sexo. Creí que nunca iba a experimentar algo como esto —confesó, alegre y algo ruborizada. Las mujeres soltaron pequeñas risas ante la declaración y asintieron de acuerdo.

—Es extraño, pero Andrei me hace sentir tan bien —agregó, sonrojándose ligeramente.

—Lo sé, lo sé, no creo que pueda caminar por mucho tiempo, mi vagina y trasero duelen —dijo Triss, soltando una risita. La risa estalló en la habitación, llenando el aire con alegría y diversión. Las mujeres se sonrieron entre sí, contentas y excitadas por su nueva vida.

—Espero que nos den la oportunidad de divertirnos en el viaje a Ovof —comentó Ava, sonriendo con picardía.

—Sí, creo que todos merecemos algo de diversión después de todo —admitió Melissa.

Sonreí ante el pensamiento de tener a Andrei a mi lado durante el viaje a Ovof. Me acomodé un poco más la vestimenta y me miré al espejo. Me veía muy hermosa con el bonito vestido blanco, que mostraba mis hermosos pechos, mi fino cuello y mi hermoso cabello rojo oscuro. Me veía como la esposa de la realeza que se suponía que iba a ser. Me veía hermosa, me veía feliz, me veía llena de vida, me veía como una reina.

—Te ves hermosa, Jazmín —dijo Anny, sonriéndome.

Le devolví la sonrisa a Anny antes de asentir con la cabeza en forma de agradecimiento. —Gracias, Anny, tú también te ves hermosa —respondí con amabilidad, observando a Anny en el vestido esmeralda que apenas contenía sus enormes pechos.

—Todas nosotras tenemos buena apariencia y hermosas figuras. Nos ayudará a hacer las cosas más fáciles en el futuro, ¿no crees, Jazmín? —preguntó Melissa con una sonrisa. No había parado de mirarse en el espejo desde hace unos minutos, maravillada por su apariencia comparada a cuando era prostituta en el burdel—. No sé, aún no me acostumbro a verme tan hermosa, a comparación de cómo era antes —dijo Melissa, observando su hermoso y revelador vestido de costosa seda azul que Andrei le había regalado, haciendo que sus grandes pechos resaltaran.

Antes de que las hermanas Trike y las demás mujeres pudieran responder, se escuchó a alguien tocando la puerta.

—Mis damas Jazmín, Melissa y demás, soy Fargus. Vine con mis hombres como me ordenó mi príncipe. ¿Les ayudo a llevar sus cosas al patio? —La gruesa y imponente voz de Fargus habló con amabilidad.

—Sí, gracias, Fargus. Adelante —respondí, abriendo la puerta y sonriéndole al enorme Fargus, quien era el hombre más grande y fuerte que conocía, superando a lord Wallace y a Lev en fuerza y altura, con sus dos metros y cuarenta de estatura. Fargus y los krovavyye voiny de Andrei llevaban su armadura laminar negra y roja, excepto Fargus, quien no llevaba yelmo. Era una imagen intimidante, pero no me inmuté ante la vista del enorme hombre.

—Buenos días, mis damas. ¿Necesitan que les ayude a llevar sus cosas a los carruajes? —preguntó con amabilidad mientras entraba a la habitación con cuatro krovavyye voiny de la guardia de Andrei detrás. La voz de Fargus, aunque no hablaba muy fuerte, resonó en toda la habitación. El hombre era enorme, tanto que sus hombros casi no cabían en la puerta, pero yo no me inmuté. Estaba acostumbrada a lidiar con hombres grandes e intimidantes, especialmente porque Andrei tenía un ejército de hombres de ese tipo.

—Gracias, Fargus. Estoy segura de que nuestros cofres no son muy pesados, así que no creo que sea mucho trabajo para ti y tus hombres —dije con una pequeña sonrisa, extendiendo las manos para indicarle a los krovavyye voiny dónde estaban las cosas de las demás mujeres.

Los hombres asintieron y empezaron a moverse con eficiencia, recogiendo los cofres y pertenencias de las mujeres con facilidad. Mientras trabajaban, las demás se preparaban, ajustando sus vestidos y asegurándose de que todo estuviera en orden.

—Mis hombres no tendrán problemas con los cofres, y mis damas de Trike, no se preocupen por sus pertenencias —dijo Fargus con firmeza mientras tomaba dos enormes cofres con facilidad y los colocaba sobre sus hombros—. Ya envié hombres para que recogieran sus pertenencias, como ordenó mi príncipe —añadió, refiriéndose a Hela, Leonor, Triss y Ava.

Le di una pequeña sonrisa antes de acomodar un mechón de mi largo cabello rojo detrás de la oreja. —Debo agradecerle por su amabilidad, Fargus. Todo el mundo sabe lo importante que es su trabajo para su príncipe, y es gracioso verlo tan atento con cada uno de nosotros —dije, sintiendo que mis palabras eran completamente sinceras. El hombre siempre había sido muy atento y servicial, aunque a veces podía resultar intimidante.

Fargus sonrió un poco y nos miró como a unas hermanas pequeñas o hijas. —Es mi trabajo, mis damas. Si necesitan algo más, por favor no duden en decirme. Yo y mis hombres nos encargaremos de cumplir cualquier petición —dijo. Las mujeres asintieron, contentas de tener al hombre amable cuidándolas.

—Sí, por supuesto. Muchas gracias, Fargus. Estoy segura de que no será necesario —dije con una pequeña sonrisa. Fargus levantó un dedo para interrumpirme antes de dar una sonrisa suave.

—Por favor, mis damas, no lo piensen. Si algo les sucede, por muy mínimo que sea, estamos para ayudarlas. ¿No es así, mis hombres? —Todos los soldados asintieron de acuerdo, mientras cargaban los cofres y algunas bolsas de cuero.

—Oh, ya veo por qué Andrei los tiene tan bien entrenados. Los apreciamos, Fargus. Estamos bien, y no se preocupen, siempre que no necesitemos de ustedes, estaremos bien —dijo Melissa con una sonrisa. Fargus sonrió con aprobación antes de dirigirse a nosotras con la cabeza inclinada.

—Muy bien, mis damas, me retiro para ayudar a arreglar las cosas para irnos. Nos veremos en el patio, mis damas —dijo Fargus, yendo a la puerta para acomodar sus pertenencias, dejándonos solas.

—Él es de las tribus, ¿verdad? Creo que he escuchado de él, Fargus "El Gigante Rojo" —comentó Ava, mirando a Fargus y sus hombres.

—Sí, entró al servicio de Andrei durante la sexta expansión por las tribus. Fargus estaba condenado por su jefe tribal y lo iban a ejecutar, pero Andrei había llegado. Así que su jefe mandó a Fargus para un duelo. Por lo que escuché, Lev peleó contra él, y solo fue por suerte y porque Fargus estaba débil que Lev ganó el combate. Andrei le perdonó la vida y le dio su venganza, dejó que matara al jefe de su tribu y le dio a elegir: podía entrar a su servicio y sería mucho mejor tratado o podía tomar una bolsa de oro que le daba como regalo y irse a hacer lo que quisiera. Fargus eligió servirle —respondí, recordando las historias que se contaban del enorme hombre. Me volví hacia las demás, notando que sus rostros estaban llenos de emoción y expectativas.

—Es muy amable, ¿verdad? —pregunté, mirándolas.

—Sí, lo es —respondió Leonor, sonriéndonos.

—Ahora, vamos. Tenemos que salir y prepararnos para el viaje —agregó Melissa, sonriendo a todas.

Asentí. —Espero que sea un buen viaje —dije, sonriendo a todas. Luego, las mujeres se apresuraron a acomodar sus ropas y a asegurarse de verse bien y que sus cosas estuvieran listas.

Cuando estuvimos listas, nos reunimos en el nevado patio. El sol comenzaba a asomarse en el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y rosados, y el aire frío del invierno nos envolvía. También observamos a los hombres de Andrei preparando los carruajes y alistando sus caballos. Los carruajes donde íbamos a viajar eran obras maestras de la ingeniería y el lujo. Eran dos enormes, cómodos y ostentosos carruajes diseñados para proporcionar el máximo confort y elegancia durante el viaje, y uno exclusivo para cargar nuestras cosas.

Cada carruaje estaba adornado con los colores del emblema personal de Andrei, el rojo sangre y negro. El exterior del carruaje estaba pintado con delicadas filigranas que representaban el símbolo distintivo de Andrei, mientras que el interior estaba decorado con lujosos tapices y cortinas en tonos rojo y negro, realzados con detalles dorados. Los asientos estaban acolchados y tapizados en suave terciopelo negro, proporcionando un lugar cómodo para que las damas se acomodaran durante el viaje. Además, cada carruaje estaba equipado con candelabros dorados que colgaban del techo, brindando una iluminación suave y cálida en el interior.

Dada la magnitud de los carruajes y el lujo de su diseño, se necesitaban unos doce caballos de carga para mover cada uno de ellos. Estos caballos, cuidadosamente seleccionados por su fuerza y resistencia, eran entrenados para tirar de los pesados carruajes con gracia y elegancia, asegurando un viaje suave y confortable.

Las mujeres se quedaron maravilladas ante la majestuosidad de los carruajes. Hela fue la primera en hablar, con los ojos brillando de emoción.

—¡Esos carruajes son magníficos! Nunca había visto algo tan lujoso en toda mi vida —exclamó Ava.

—Andrei realmente se preocupa por nuestra comodidad —dijo Leonor, sonriendo mientras se acercaba a uno de los carruajes para admirar los detalles de cerca.

—Estoy segura de que este viaje será inolvidable —comentó Triss, con una sonrisa traviesa.

Damien, el más confiable consejero de Andrei, supervisaba a sus hombres que subían parte del equipaje con eficiencia, asegurándose de que todo estuviera listo para el viaje.

—Mis damas, todo está listo para partir. Si necesitan algo durante el viaje, no duden en decírmelo —dijo Damien con una sonrisa, su voz resonando con amabilidad.

—Gracias, Damien. Apreciamos todo lo que estás haciendo por nosotras —respondí, devolviéndole la sonrisa.

—Es un placer, mis damas. Ahora, por favor, suban a los carruajes cuando estén listas. Pronto iniciaremos nuestro viaje a Ovof —dijo Damien, haciendo un gesto hacia los carruajes.

Mientras admiraban los carruajes y a los Krovavyye voiny y sirvientes preparándose para el regreso a casa, el suave murmullo de la vida cotidiana de la ciudad se filtraba a través de las murallas del imponente castillo de Hearford Fort. Este castillo, el primero en Kaeviel construido en roca, se alzaba majestuoso sobre una colina en el centro de la ciudad. Su figura dominaba el paisaje circundante, construida con la imponente roca negra de las montañas cercanas. Hearford Fort era una obra maestra de la arquitectura militar, una fortaleza formidable que desafiaba a cualquier enemigo que se atreviera a acercarse.

Mientras admiraban los carruajes y a los Krovavyye voiny y sirvientes preparándose para el regreso a casa, el suave murmullo de la vida cotidiana de la ciudad se filtraba a través de las murallas del imponente castillo de Hearford Fort. Este castillo, el primero en Kaeviel construido en roca, se alzaba majestuoso sobre una colina en el centro de la ciudad. Su figura dominaba el paisaje circundante, construida con la imponente roca negra de las montañas cercanas. Hearford Fort era una obra maestra de la arquitectura militar, una fortaleza formidable que desafiaba a cualquier enemigo que se atreviera a acercarse.

Sus cuatro y altas murallas se alzaban hacia el cielo, coronadas por almenas afiladas que se recortaban contra el horizonte. Varias torres circulares de vigilancia se erguían en los extremos de las murallas, ofreciendo una vista panorámica de los alrededores y proporcionando puntos estratégicos desde los cuales defenderse en caso de ataque. El castillo era tan enorme que en su interior había cuatro caballerizas que podían albergar cientos de caballos y numerosos edificios donde vivían miles de sirvientes y la guardia Vluker del rey. A pesar de su aversión personal hacia Hearford Fort, no podía negar que era un magnífico e imponente castillo.

Antes de que siguiera perdida en mis pensamientos y de subir al carruaje, algunos sirvientes de Andrei, uno viejo y otros más jóvenes, se acercaron a nosotras.

—Mis damas. —Los sirvientes se arrodillaron. —Perdón por molestarlas, pero no podemos alistar al caballo de nuestro príncipe. Hoy amaneció especialmente violento —dijo el sirviente más viejo. —Perdón por molestarlas, pero además de nuestro príncipe, solo ustedes pueden tratar con él.

Melissa les sonrió con amabilidad. —No se preocupen, sabemos cómo es Skadi. Claro que los podemos ayudar, ¿no, Jazmín?

Asentí con la cabeza. —Ustedes deberían venir para que conozcan a Skadi y se acostumbren a él y él a ustedes —sugirió Melissa a Anny y a las hermanas Trike. Las cinco asintieron y las acompañaron.

Cuando Jazmín se adentró en las caballerizas, seguida de cerca por Melissa y las demás, el aire invernal se filtraba a través de las rendijas de madera, envolviendo el ambiente en una frescura penetrante. En el centro, Skadi relinchaba inquieto, sus poderosas patas golpeando el suelo con impaciencia mientras se alzaba sobre sus patas traseras y golpeaba las puertas de su caballeriza. El sonido de los cascos resonaba en la estructura de madera, espantando a los mozos de cuadra y a los sirvientes de Andrei. Se podía ver el temor y la admiración en los ojos de Anny y las demás mientras observaban la escena con asombro.

Skadi, un semental frisón blanco de Andrei, era una impresionante criatura de belleza indomable. Con una altura majestuosa y una musculatura poderosa, Skadi siempre dominaba su entorno con una presencia imponente. Su pelaje blanco como la nieve resaltaba su elegancia y nobleza, contrastando con la oscuridad de su entorno. Su cabeza, noble y erguida, estaba coronada por una melena larga y sedosa que ondeaba con gracia con cada paso que daba. Sus ojos oscuros, profundos y llenos de inteligencia, reflejaban la lealtad inquebrantable que sentía hacia su amo, Andrei. Cada vez que relinchaba, el eco resonaba por toda la caballeriza, aumentando la tensión en el aire.

Con una delicadeza aprendida de años de experiencia, Jazmín extendió su mano, tratando de calmar al imponente caballo. Melissa se acercó con gracia, siguiendo su ejemplo, mientras las jóvenes mujeres observaban con cautela. —Tranquilo, Skadi—, murmuró Jazmín con voz suave, tratando de transmitir confianza a la majestuosa bestia. —No hay nada de qué temer. Estamos aquí contigo—, añadió Melissa con delicadeza. Skadi sacudió la cabeza, sus crines blancas ondeando en el aire gélido. Sus ojos oscuros centelleaban con un fuego salvaje, pero Jazmín podía ver una chispa de reconocimiento en ellos.

Lentamente, el semental pareció relajarse bajo el toque tranquilizador de Jazmín y Melissa, sus movimientos frenéticos disminuyendo en intensidad. Con paciencia y determinación, Jazmín acarició el cuello de Skadi, sintiendo la tensión disiparse bajo sus dedos. Melissa se acercó por el otro lado, emitiendo palabras de calma y consuelo. Las jóvenes mujeres observaban con asombro mientras Skadi, el poderoso semental, se rendía ante el tacto suave y amoroso de las dos mujeres. Finalmente, con un suspiro profundo y resonante, Skadi bajó la cabeza, permitiendo que los criados le colocaran la silla de montar con cuidado.

Las encantadoras damas de las tribus y la pequeña Anny observaron con admiración a Skadi, ahora calmado y majestuoso. Mientras Jazmín y Melissa tranquilizaban a Skadi, las jóvenes damas observaban con curiosidad y admiración los detalles de la silla de montar y los accesorios que adornaban al imponente semental. La silla de montar, de cuero negro, era una obra elegante que destacaba contra el pelaje blanco de Skadi. Estaba ricamente decorada con filigranas en rojo sangre que representaban el Aegishjalmur sobre un campo negro, símbolo distintivo de Andrei. Cada detalle estaba meticulosamente trabajado, reflejando la habilidad artesanal de los mejores artesanos del reino.

Los estribos, también de cuero negro, estaban incrustados con pequeñas piedras preciosas en tonos carmesí que brillaban con un intenso resplandor. Las riendas, trenzadas con habilidad, estaban adornadas con cuentas de obsidiana y rubíes que resaltaban contra el negro profundo del cuero. Sobre la silla de montar reposaba una manta de lana gruesa y cálida, bordada con el emblema de Andrei: el Aegishjalmur en rojo sangre sobre un campo negro. Los arneses y correas estaban ajustados con precisión, asegurando que todo permaneciera en su lugar incluso en los momentos de mayor actividad. Mientras las jóvenes mujeres observaban maravilladas, Skadi, el magnífico semental blanco, lucía orgulloso sus elegantes accesorios, listo para llevar a su amo.

Cuando Skadi estuvo listo, los mozos de cuadra lo llevaron al patio, donde observaron a los Krovavyye voiny ya formados y montados en sus enormes sementales de diferentes pelajes. También vieron que Andrei estaba saliendo del torreón principal junto a Boris, el capitán de sus Krovavyye voiny, un hombre que apreciaba mucho a Andrei, demasiado si era específica, algo que llenaba a Melissa y Jazmín por momentos de celos. También vieron al padre de Hela, Leonor, Triss y Ava, el Vórdja Blac, un hombre alto y musculoso de larga cabellera y barba pelirrojos, usando un pesado abrigo de pieles, y a su pequeño hijo y hermano de las damas de las tribus. El niño tenía la piel clara y el cabello anaranjado como sus hermanas, observando la escena con una mezcla de fascinación e tristeza en sus ojitos.

Andrei, usando la misma ropa que en el banquete, llevaba ahora un abrigo más adecuado para el frío invernal. Su cabello azabache brillaba como el ébano y sus fríos y helados ojos parecían un poco enojados. Todo esto, combinado con su atractiva y masculina figura, hacía que el hombre se viera sumamente atractivo y sexy. Cuando Andrei y los demás se acercaron, notaron que Andrei parecía algo molesto, pero aun así las besó con cariño y les pidió a Hela, Leonor, Triss y Ava que se despidieran para partir. El Vórdja Blac y su hijo se acercaron a las jóvenes mujeres; el Vórdja les dio un beso a cada una y un abrazo, y con su pequeño hermano hicieron lo mismo.

—Les deseo buen viaje, hijas. Que los ancestros y los dioses las cuiden, y que su destino sea bueno y amable con ustedes —dijo el Vórdja en tono serio pero cálido. —Erik, dales unas palabras a tus hermanas.

El pequeño niño volvió a abrazar a sus hermanas y las vio con ojos llorosos. —Le-les deseo bu-buen viaje y espero que nos vol-volvamos a ver.

El niño se alejó un poco y parecía que quería llorar, pero Andrei se le acercó y se arrodilló junto al pequeño.

—No te preocupes, Erik. Puedes venir a Ovof y visitar a tus hermanas cuando quieras. Hjornskar y Ovof están a dos semanas de viaje a caballo, y cuando seas mayor y si tu padre lo permite, te tomaré bajo mi tutela. Así podrás ver a tus hermanas cuando quieras. No llores ni preocupes a tus hermanas.

Andrei, aunque lo dijo con tono frío y serio, tranquilizó al niño, que asintió. Luego, Andrei le dio un pequeño cuchillo con ornamentos en platino y diamantes a Erik. La hoja tenía ornamentos en platino y la funda estaba exquisitamente grabada y decorada con plata pura y algunas incrustaciones.

—Un cuchillo de combate. Con él, aprenderás a ser un guerrero fuerte y un buen heredero para tu padre.

El niño hizo una reverencia. —Gracias, príncipe Andrei. Le prometo que no defraudaré a mis hermanas y a mi padre.

Andrei le acarició los cabellos anaranjados al pequeño niño. —No es necesario que me prometas nada. Sé que serás un gran Vórdja como tu padre. Ahora ve con tu padre que está esperando y despídete bien de tus hermanas, o no podrán estar tranquilas si te ven llorando.

El niño se volvió a despedir de sus hermanas y regresó con su padre, mientras Andrei se levantaba. —Es un buen niño —dijo Jazmín con ternura.

—Sí, de todas formas, ya tenemos que partir a Ovof —dijo Andrei, mirando a su alrededor para verificar que todo estaba listo. Luego se acercó a Hela, Leonor, Triss y Ava y les dio a cada una un beso en la frente, mientras el padre de las hermanas asentía ante esto. Cuando Andrei terminó con sus acciones, le dio la mano al Vórdja y se despidió.

Nos acompañó a las siete a los grandes carruajes y, antes de que entráramos, nos dio un beso más posesivo y demandante a cada una, tocándonos con posesividad en nuestros pechos y traseros, dejándonos un poco excitadas.

—Cabalgaré con los hombres, pero cuando lleguemos, tendremos todo el tiempo que quieran juntos —dijo. Después de que las siete nos acomodamos, Andrei se fue y se subió en Thorin.

Todas entraron a los carruajes: Melissa, Anny, Ava y yo en los asientos delanteros, y Hela, Leonor y Triss en el otro. Los carruajes fueron rodeados por veinte de los Krovavyye voiny de Andrei. Cuando todo estuvo listo, Andrei y Boris lideraron la comitiva, avanzando lentamente hacia la puerta del castillo, que se abrió para permitir su salida y la entrada a la ciudad de Hearford Fort. Pasaron por las enormes murallas, y luego de ello, las mujeres vieron las nevadas calles de Hearford Fort. Aunque apenas estaba amaneciendo, el ambiente era tranquilo.

Mientras amanecía en el reino de Kaeviel, la vida parecía despertarse poco a poco. Los ciudadanos se apresuraban a cumplir con sus obligaciones del día. Vagos, mendigos, mercaderes, mozos de cuadra, sirvientes, prostitutas, cortesanas, mercaderes, artesanos, campesinos, gente de todo tipo se movía de un lugar a otro, haciendo tratos, vendiendo, buscando algo, yendo a algún lado. También se podían ver a los habitantes del castillo Hearford Fort caminando por la ciudad, realizando algunas compras o simplemente disfrutando del ambiente. Los ciudadanos se detuvieron para mostrarle sus respetos al príncipe, inclinándose ante él y agradeciéndole a la Madre Fryz, los ancestros y al dios de todo por su salud.

Las mujeres observaron fascinadas cómo las personas de Hearford Fort se inclinaban ante su príncipe, sus rostros reflejaban la mayor adoración, respeto y devoción por su soberano. Los Krovavyye voiny iban rodeando los dos carruajes y el propio Andrei iba montado en Skadi. Las jóvenes mujeres miraban con asombro a toda la gente inclinándose ante su príncipe.

—¿Es normal que la gente siempre se incline ante su príncipe? —preguntó Anny, sus ojos castaños llenos de admiración.

—Bueno, Andrei es el príncipe de Kaeviel y como tal, es el heredero del reino si algo le pasara al hermano de Andrei —explicó Jazmín, conocedora ligeramente en asuntos de la nobleza gracias a Andrei.

—¿Y el rey no tiene hijos ilegítimos? —preguntó Anny—. Cuando estuve trabajando como sirvienta en el castillo, nunca escuché que tuviera uno. Aunque el rey se acueste con muchas mujeres, me sorprende que aún no tenga hijos —respondió Jazmín.

Melissa rió con desdén mientras jugaba con su cabello rubio. —Aún no, ese idiota sigue sin casarse y no tiene hijos. Creo que es infértil —comentó con desprecio.

—¿Por qué no se ha casado? No lo entiendo, es muy atractivo y es el rey —dijo Ava, perpleja.

—Es un idiota —repitió Melissa con burla—. Bueno, sabemos por lo que Andrei nos ha contado que hace tres años, tanto Andrei como el ahora rey Olef tenían contratos matrimoniales como todos los nobles. Olef, como heredero del reino, se iba a casar con la hija del rey de Dotania, y Andrei se iba a casar con una princesa del imperio Dudontis. Pero, ¿saben por qué Jazmín y yo somos las mujeres de Andrei? —preguntó Melissa con una sonrisa juguetona, captando por completo la atención de las doncellas. Anny y las demás se interesaron, aunque Anny estaba algo confundida, sin estar segura de adónde quería llegar Melissa.

—¿Por qué? —preguntó Leonor.

Melissa rió divertida, saboreando la atención que estaba recibiendo. —Bueno, primero, y como saben, Jazmín y yo somos hijas de gente común. Bueno, solo sabemos que no somos hijas de nobles, pero en verdad, somos huérfanas. Ambas crecimos en un convento, pero nos fuimos a los doce años porque no queríamos seguir siendo acosadas por los patriarcas y devotos. Además, no queríamos ser devotas de la Madre Fryz, así que conseguimos pequeños trabajos y después pusimos una pequeña tienda. Pero nos fue mal y, al poco tiempo, nos quedamos sin dinero y sin nada que comer. No queríamos morir de hambre, así que fuimos al prostíbulo más caro de la ciudad. Sabíamos que éramos hermosas y, como en ese entonces ambas éramos vírgenes, fuimos una buena mercancía para el hombre encargado. Para no extenderme mucho y llegar al punto de la historia, Jaz y yo fuimos llamadas para atender a nuestro primer cliente. Pensábamos que sería un hombre feo y gordo, como los que a veces nos ofrecían monedas de oro para convencernos de acostarnos con ellos. Pero no, cuando abrimos las puertas de la habitación, vimos al guapo y algo borracho príncipe Andrei, con su piel pálida y su largo cabello azabache. La noche que pasamos con él fue magnífica y placentera. ¿No fue así, Jaz? —Melissa le dijo con un guiño y una risita. Jazmín solo se ruborizó y asintió.

—Nuestro guapo Andrei nos ofreció ser suyas, y con gusto aceptamos. ¿Por qué no? Él había sido amable y cariñoso, además de ser un guapo y rico príncipe. Andrei nos llevó a una lujosa finca y dijo que volvería por nosotras. Días después, nos enteramos de que su prometida lo había engañado con el hermano mayor de Andrei, el rey Olef. Lo que les estoy a punto de decir es un secreto y no deben contárselo a nadie, ¿lo entienden?

Todas las damas asintieron, ya inmersas en el relato de Melissa. —Bueno, los días que Andrei se había ido, fueron para reclutar un ejército compuesto de seis Gorodskaya Armiya para atacar Dunamis Aquis, la ciudad que domina el paso del río Azhulflumen, perteneciente al imperio Dudontis. Sabemos que Andrei tomó la ciudad en menos de dos horas y después derrotó al enorme ejército de los príncipes del imperio. Andrei derrotó a un ejército de quinientos mil con solo cincuenta y dos mil hombres. Gracias a esa humillación al imperio Dudontis, Andrei hizo un trato con el emperador Basilio que rompía su compromiso con la princesa del imperio Dudontis. A cambio, recibió una enmienda en oro, plata y sedas, además de una tregua de cinco años y tierras cerca del río Azhulflumen. Andrei dejó la ciudad y devolvió a los hijos del emperador vivos, además de jurar mantener en secreto la toma de la ciudad y la humillante batalla. Gracias a eso y a los espías que Dotania tiene en el reino, se supo de la infidelidad del rey Olef a su hermano, lo que hizo que el rey de Dotania, temiendo una mala relación con el imperio de Dudontis, rompiera el compromiso matrimonial. Supimos que el difunto y duro rey Oleg no estaba contento con Andrei, pero se tranquilizó con las recompensas de la batalla. A cambio, y como Andrei ya no se iba a ir del reino, el rey le dio tierras al norte y noroeste. Allí fundó Ovof y poco a poco fue expandiendo sus dominios —concluyó Melissa justo cuando pasábamos el último anillo defensivo de Hearford Fort y tomábamos el camino a Ovof.

En la carretera a Ovof, la comitiva se reunió con los ciento cincuenta Krovavyye voiny que Andrei había traído a la ciudad. Todos saludaron a su príncipe, y comenzamos nuestro viaje hacia el norte, hacia la ciudad de Ovof. El viaje transcurrió rápidamente y con tranquilidad. Durante el camino nevado, no se veía mucho; en las carreteras y caminos más rurales solo había pequeñas caravanas acompañadas por campesinos y pueblerinos. A veces se podían ver pueblos y villas por el camino, y de vez en cuando, alguna que otra ciudad. Ella y otras durmieron un poco, ya que no habían descansado mucho la noche anterior, mientras las demás conversaban con tranquilidad. Cuando despertaron, vieron que ya casi estaba el atardecer, pero por fin habían llegado a Ovof.

La ciudad de Ovof se alzaba majestuosa en las orillas del río Vladya, un afluente serpenteante que proporciona vida y comercio a sus habitantes. Al entrar, vieron las imponentes estructuras fortificadas que sirven como puntos de entrada y salida, además de controlar el flujo de personas y mercancías hacia y desde la ciudad. Están diseñadas para ser altamente seguras y defenderse eficazmente en caso de ataque, al tiempo que proporcionan un acceso controlado para los habitantes y visitantes. En total, Ovof cuenta con tres puertas principales, una en cada uno de los tres anillos concéntricos de defensa que rodean la ciudad. Cada una de estas puertas está protegida por rastrillos equipados con almenas y aberturas para permitir a los defensores disparar flechas, lanzas o agua hirviendo hacia cualquier enemigo que se aproxime. Las puertas de la ciudad están reforzadas con gruesas barras de madera y hierro, así como con clavos y cerraduras robustas para garantizar su resistencia y seguridad. Están decoradas con intrincados detalles tallados en madera y adornos metálicos, mostrando la habilidad artesanal de los constructores locales. Cada puerta está flanqueada por torres de guardia, que son estructuras fortificadas diseñadas para albergar a los defensores y proporcionar una posición elevada desde la cual vigilar y proteger la entrada de la ciudad. Estas torres están equipadas con troneras y almenas, así como con escaleras que conducen a las almenas de las murallas adyacentes, permitiendo una defensa integrada y coordinada.

Cuando entraron, fueron recibidos por calles empedradas y estrechas que serpenteaban entre las casas de madera y piedra. Las murallas que rodean la ciudad, construidas con robustas piedras talladas por hábiles artesanos locales, se alzan imponentes. Torres de vigilancia se elevan estratégicamente a lo largo de las murallas, ofreciendo vistas panorámicas de los campos circundantes y de las aguas del río. Pasaron por un pequeño puente de piedra y llegaron al corazón de la ciudad, la llamada "Plaza del Príncipe", un espacio amplio y bullicioso donde los comerciantes venden sus mercancías bajo coloridos toldos y los lugareños se reúnen para intercambiar noticias y chismes del día. En uno de los extremos de la plaza se erige la única y imponente catedral dedicada a la madre Fryz, con sus cúpulas doradas que relucen bajo el sol y sus intrincados frescos. Las casas de madera, pintadas en tonos vivos y decoradas con intrincados tallados, se apiñan unas contra otras a lo largo de las sinuosas calles adoquinadas. En los días soleados, los aromas tentadores de la cocina local flotan en el aire, mientras que en invierno, como era actualmente, el humo de las chimeneas se eleva en espirales hacia el cielo, creando una atmósfera acogedora y cálida en medio del frío.

Los puentes de madera y piedra cruzan el río Vladya, conectando los barrios de la ciudad y facilitando el movimiento de personas y mercancías. A lo largo de las orillas del río, se pueden ver pequeños y grandes muelles ocupados por barcos de pesca y pequeñas embarcaciones comerciales que traen bienes de otras tierras lejanas en el verano y la primavera. A pesar de su enorme tamaño, Ovof es una ciudad bastante animada y activa. A través de las calles serpenteantes se escucha la música alegre de los músicos callejeros, mientras los transeúntes conversan, comercian y viven sus vidas a su propia manera.

Cuando llegaron a un gran puente de madera que conducía al castillo de Ovof, su hogar construido por Andrei, este se alzaba majestuoso en lo alto de una colina, dominando la ciudad y el paisaje circundante. Construido con esmero y atención al detalle, este castillo es una obra maestra arquitectónica que combina la funcionalidad defensiva con la elegancia y el lujo. Puede que no sea tan grande y monstruoso como Hearford Fort, pero era más hermoso y era su hogar junto a Andrei. Las tres murallas defensivas del castillo eran imponentes y robustas, construidas con piedra grisácea de la región y reforzadas con gruesas barras de hierro. Sus altas torres se alzan hacia el cielo como centinelas vigilantes, ofreciendo vistas panorámicas de los alrededores y proporcionando puntos estratégicos para la defensa. Cada torre está coronada con almenas, que sirven como posición de tiro para los Deti vetra, Deti molnii y demás defensores del castillo. Los puentes levadizos, que estaban cruzando, estaban construidos con madera de roble y reforzada con hierro. Abajo de ellos había un foso profundo y lleno de agua que rodeaba el castillo, proporcionando un acceso controlado y una defensa adicional. Estos puentes están diseñados para ser fácilmente levantados en caso de emergencia, impidiendo el acceso al castillo y protegiendo a sus habitantes de cualquier amenaza externa.

Cuando pasaron el último puente y muralla, por fin estaban en el enorme patio de entrada del castillo de Ovof, una impresionante extensión de terreno que se extiende desde las imponentes puertas del castillo hasta las murallas interiores. Este espacio abierto está meticulosamente diseñado para impresionar a los visitantes y proporcionar un área funcional para una variedad de actividades. El amplio y bien pavimentado camino que atraviesa el patio central estaba empedrado con grandes losas de piedra grisácea, llenas de nieve pisada. A lo largo de los bordes del patio se encuentran una serie de edificios y estructuras, cada uno diseñado para cumplir una función específica. Estos incluyen establos para los caballos de los huéspedes y la guardia, almacenes para suministros y provisiones, y cuarteles para los soldados y sirvientes del castillo. Esta serie de edificios auxiliares están diseñados para satisfacer las necesidades y los deseos de Andrei. Estos edificios, que parecen pequeños castillos por derecho propio, incluyen además una biblioteca, una armería, una sala de audiencias y alojamientos para los sirvientes y la guardia del príncipe. También se ven varios puentes que conducen a otras partes del castillo y facilitan el movimiento de la gente. A través del patio se encuentran las altas puertas principales. Las puertas del castillo son imponentes estructuras de madera maciza, reforzadas con hierro y adornadas con intrincados tallados.

Cuando pasaron por las puertas, Jazmín notó que el torreón del castillo de Ovof se alzaba majestuoso en el centro de la fortaleza, una estructura que domina el paisaje circundante con su imponente presencia. Es la estructura más alta y grande de todo el castillo, diseñada para servir como punto de observación estratégico y como residencia. Construido con piedra sólida y madera noble, el torreón se eleva varios pisos por encima de las murallas circundantes, proporcionando una vista panorámica de la ciudad y sus alrededores. Sus paredes son gruesas y sólidas, reforzadas con contrafuertes y almenas para garantizar su resistencia en caso de asedio. En lo alto, una serie de torres más pequeñas coronan el torreón, ofreciendo aún más altura y visibilidad. Las ventanas en lo alto están enmarcadas por elaboradas tracerías de piedra, como en los reinos más occidentales, y ofrecen vistas impresionantes del horizonte circundante. Aunque la nevada era ligera, podía ver a más soldados Krovavyye voiny en formación.

Cuando entraron al castillo, el ambiente era tranquilo y algo bullicioso. Ella no podía evitar sentirse fascinada por su interior. Al bajar del carruaje, con la ayuda de Andrei que había entrado primero, Melissa y las otras damas fueron recibidas por el aire frío del invierno que acariciaba sus rostros. El suave manto de nieve crujía bajo sus pies cuando tocaron el patio del imponente castillo de Ovof. Las paredes de piedra grisácea se erguían majestuosas frente a ellas, impasibles ante el gélido viento que soplaba desde las montañas cercanas.

De repente, seis sombras se abalanzaron hacia nosotras desde el fondo del patio. Reconocí de inmediato a los Pastores Caucásicos de Andrei, los fieles guardianes que siempre estaban alerta para proteger a su amo y a las mujeres que lo rodeaban. Los perros se acercaron con entusiasmo, sus colas agitándose frenéticamente y sus ojos brillando con alegría. Vladimir, el líder del grupo, fue el primero en llegar a nuestro encuentro. Se puso en dos patas y extendió sus robustas patas alrededor de mí, abrazándome con fuerza y demostrando su afecto de una manera que solo él sabía hacer. Sentí el cálido aliento del perro en mi rostro y solté una risita. Detrás de mí, Melissa también era recibida por los otros perros, cada uno mostrando su amor de una manera única. Irina y Nikolai rodearon a Melissa con cariño, mientras Dmitri y Sasha se mantenían cerca, vigilantes pero afectuosos. Yulia, la más joven del grupo, saltaba emocionada alrededor de las otras damas, contagiándonos con su energía juvenil.

Andrei, serio, chifló y los seis perros se pusieron en fila. 

—¿Cómo se portaron? —preguntó a Well, el encargado de las perreras, con voz firme.

—Bien, mi príncipe, incluso Yulia se comportó durante su ausencia —respondió el fornido hombre.

Andrei extendió la mano y Well le dio una bolsa con premios. Se arrodilló y les dio un premio a cada perro, además de acariciar a cada uno.

—Escuchen, ahora Anny, Hela, Leonor, Triss y Ava son mis mujeres, así que no quiero que las molesten o muerdan. También vendrán más mujeres, así que no quiero que las intimiden ni las muerdan, ¿me entienden? —La voz de Andrei era seria mientras se dirigía a los perros, quienes solo ladraron en respuesta.

Andrei asintió y se levantó. Antes de que pudiera hacer algo más, varios Krovavyye voiny entraron sosteniendo los estandartes con los cuervos de los Kranpik y los lobos de Frafvi. Andrei hizo señas para que sus Krovavyye voiny se formaran, y también ordenó a varios Legkiye servery y Tyazhelyye server que se alinearan.

—Vengan —nos dijo en voz tranquila—. Tenemos que dar una buena impresión —añadió mientras se ponía en medio.

Nos pusimos a su lado y vimos cómo más y más jinetes llegaban. Finalmente, los carruajes con los colores de Frafvi y Kranpik se hicieron visibles.

—No estén nerviosas, todo estará bien —nos dijo con una pequeña sonrisa.

Le devolvimos la sonrisa y esperamos, viendo cómo los carruajes llegaban uno tras otro. Aunque estaba nerviosa, me abracé al brazo de Andrei, sintiendo más confianza mientras esperábamos la llegada de nuestros invitados.