—Cariño, si el profesor Lu es mi padre, entonces la doctora Lin Ya...
—Ajá, es tu madre biológica.
—¡Dios mío, me estoy volviendo loca!
Huo Mian nunca se había obsesionado con cantantes o estrellas de cine, tampoco con líderes mundiales o figuras políticas... Sin embargo, cuando estudiaba medicina, la única persona a la que admiraba era la doctora Lin Ya, una reconocida doctora china que era el máximo orgullo del país.
La doctora Lin había desarrollado varios medicamentos para combatir la anafilaxia y había contribuido en gran medida al mundo de la medicina. Se rumoreaba que la doctora había desaparecido hacía 16 años. Nadie sabía en dónde estaba y nadie sabía si aún seguía viva. Para Huo Mian, la doctora Lin y el profesor Lu eran leyendas y enigmas. Por lo tanto, Huo Mian no podía creer que esas personas fueran sus padres y que tuvieran lazos de sangre. Era como si Qin Chu le acabara de decir que era una especie de princesa del Medio Oriente.
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