—Muy bien entonces —dijo Song Yan, con los ojos brillando de codicia al pensar en todo el dinero que iba a ganar esa noche—. Sacó el talismán volador de su anillo espacial y luego saltó del balcón con un movimiento de sus manos y aterrizó perfectamente en el suelo con facilidad. Una vez que estuvo de pie, se limpió el polvo y la suciedad de las manos y luego se enderezó antes de dirigirse hacia el mustang que estaba estacionado en el estacionamiento y tocó en la ventana del lado del pasajero.
El Asistente Xu abrió apresuradamente la puerta del asiento del pasajero y dejó que Song Yan se sentara antes de relatarle todo lo que le había pasado en el apartamento. —Segunda dama, ¿cómo puede un fantasma estar persiguiéndome? El edificio de apartamentos donde vivo es de nueva construcción y tampoco tengo el hábito de coleccionar antigüedades. Entonces, ¿por qué ese fantasma femenino intenta matarme?
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