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Mi demonio Nicolás [VOLUMEN 1]

Los hermanos Beryclooth. Su historia comenzó el día que fueron separados. A Arthur, su propia sangre le cortó sus alas; Nicolás conoció la verdadera oscuridad habitable en su alma, olvidándose del cielo para adentrarse en el infierno, renaciendo como un hombre malvado y sin miedo a nada. En el bajo mundo, él es conocido como “El demonio”.

Blond_Masked · LGBT+
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32 Chs

Capítulo 21. Cuerpo profanado

| | A R T H U R | |

Tras decirme aquellas peligrosas palabras, Nick atrapó el lóbulo de mi oreja con sus dientes, desatando en mí un estremecimiento que me recorrió toda la columna vertebral. Agarró el borde de mi pantalón insinuando que procedería a bajarlo.

— ¡Espera! Nick, esto está mal... por favor... —le rogué tomándolo de los hombros con tal de apartarlo lo suficiente para mirarlo a la cara.

— ¿Qué está mal? Es sólo sexo.

— ¡Precisamente por eso! Tú y yo no podemos hacer esto… ¡Está mal!

— Ah, pero... —sus dedos se aferraron a mi cuero cabelludo de la parte trasera de mi cabeza y me sostuvo con firmeza al verme a los ojos —, te masturbaste pensando en mí, ¿no? —. Abrí los ojos de par en par con impacto— ¿Lo olvidaste? Te he vigilado de cerca, desde siempre. En especial estos últimos días desde que entré a la preparatoria.

— Pero eso… No sabía que eras tú —intenté defenderme con la cara ardiendo cual volcán.

Nick arqueó una ceja divertido, sin prestarle atención a mi argumento.

— Cuando me besaste por primera vez, admito que fue un poco impactante, pero me sirvió para darme cuenta de que había algo que antes no sabía que necesitaba… —, la mano que aún se hallaba agarrando el borde de mis pantalones, jaló bruscamente la prenda junto a mis bóxers, dejando en exposición mi retaguardia—. Surgió la necesidad de experimentar cosas nuevas.

— ¡No! —dejó mi cabello en libertad y utilizó ambas manos para jalar mi pantalón hasta retirarlos completamente de mis piernas.

Se las arregló para recostarme forzosamente a lo largo del colchón, usando mi pantalón para atarme las manos en la cabecera de la cama.

Todo ese tiempo sentí mi cuerpo demasiado débil para arremeter en su contra o siquiera defenderme. Pudo manipularme fácilmente a su antojo como si fuera un muñeco de trapo.

Fui consciente de que pude dar más pelea, pero simplemente... no me sentí capaz de hacerlo.

Tal vez la razón era que se trataba precisamente de mi hermano. Es como si no pudiera hacer nada contra él; no me atreví a golpearlo, exigirle o gritarle... Creo que inconscientemente, lo dejaba hacer conmigo lo que quisiera por temor a que se enojara conmigo y que eso nos distanciara. Por eso, ahora me encontraba atrapado.

Tenía un corazón débil.

— ¿Por qué, Nick? —musité asustado, cerrando los ojos.

Me observó detenidamente, suavizando su mirada. 

— ¿No te gustaría que tu primera vez sea con alguien en quien confías?

— Pero esto…

— Tú me deseas, Arthur, así como yo te deseo —me separó las piernas acomodándose entre ellas. 

Lamió sus labios morbosamente antes de proceder a darme un suave mordisco en mi muslo izquierdo, haciendo una insinuación. Me estremecí ante su acto y aproximó su rostro hasta quedar de cerca con el mío.

— Nick… —lo miré suplicante ya sin saber qué esperar a continuación.

Aunque lo negara, muy en el fondo lo deseaba, pero no dejaba de pensar que estaba mal.

— Seré suave, lo prometo —mientras mis lágrimas caían a través de mi enrojecida cara, él depositó un suave beso sobre mis fruncidos labios empapados que me produjo un intenso hormigueo en el pecho. No fui capaz de hacer movimiento alguno.

Con una mirada coqueta, me mostró mis bóxers y comenzó a torcerlos hasta formar una esfera imperfecta, la misma que me introdujo a la fuerza en la boca. Solté quejidos y sollozos a través de la tela.

Descendió su atención hasta debajo de mi vientre. Al fijar su vista en mi erección, lamió sus labios, sosteniendo mi falo ansiosamente entre sus largos dedos. La punta de su lengua hizo contacto con mi uretra a la cual le dedicó pequeñas y suaves lamidas que desataron un calor intenso que se generó desde mis genitales subiendo hasta mi pecho.

Me sacudí exaltado por el íntimo contacto de su lengua cálida dando tortuosos roces en lo que era de mis puntos más sensibles.

En lo que continuaba dando pequeños lametones provocativos que solo aumentaban mi deseo, su mano se movía arriba y abajo, jugando con mi miembro que en segundos se convirtió en algo casi tan duro como una piedra.

Introdujo la cabeza en su cavidad húmeda desatando en mí un ataque de fuertes corrientes eléctricas corriendo por todo mi sistema nervioso.

Grité ahogadamente, pues mi ropa interior impedía que mi voz se escuchase con claridad.

Mis piernas temblaban, el ritmo de mi respiración iba en aumento al igual que el calor. Fue cuestión de tiempo antes de que sintiera un orgasmo aproximarse, comenzando por pequeñas gotas de pre semen que pronto se convirtieron en un chorro caliente que salió disparado de forma desastrosa.

Hubiera gritado, pero sólo pude limitarme a respirar agitadamente sintiendo mis piernas vibrar como consecuencia del placer manifestado en la liberación de mi semilla.

No podía creer lo rápido que me vine. Mi mente aun no asemejaba completamente la exquisitez que sus manos provocaron en mis genitales con un contacto tan sublime; agresivo pero dedicado. Estaba fascinado y al mismo tiempo, aterrado.

— Eso fue rápido —se mofó limpiando los rastros del líquido blanco con sus dedos que eran lamidos gustosamente.

Verlo tragar mi semen hizo latir mi corazón y "allá abajo" nuevamente.

Las manos de Nick abrieron salvajemente mi camisa desprendiendo todos los botones que salieron volando como proyectiles a causa de la fuerza con la que me desnudaba. Me exalté por la desnudez de mi torso bajo su cuerpo.

El movimiento hizo que el calor se propagara por mi piel, subiendo desde mi vientre hasta mi pecho. El deseo alcanzó mis pezones que clamaban atención. Me removí incómodo por aquella desesperación de tener mis manos atadas y no poder tocarme a mí mismo.

Sin embargo, Nick pareció darse cuenta de la urgencia de mi cuerpo y se inclinó a mi pecho, repasando este con su lengua la parte media entre mis pectorales. Temblé cuando la carne caliente y húmeda hizo contacto con la mía dejando un rastro de saliva a su paso.

Pensé que sus movimientos serían lentos y delicados, pero contrario a lo que esperaba, su boca atacó uno de mis pezones, encajando su dentadura lo suficientemente fuerte para hacerme gritar. Y, manteniéndolo entre sus dientes, lo jaló como si quisiera arrancármelo, provocándome escalofríos.

Apreté los ojos, aterrado.

La sensibilidad de esa parte me hizo sentir miedo al pensar en que si apretaba un poco más fuerte, me haría sangrar, pero lo sostenía delicadamente pese a que mantenía mi tetilla estirada como si fuera de goma.

Sus manos tampoco se quedaron quietas, usó una de ellas para atender mi otro pezón, el cual al sostenerlo con el dedo pulgar e índice, lo retorció ligeramente, desatando una candente oleada eléctrica que recorrió mi fisonomía.

Sus dientes finalmente soltaron mi tetilla dejándola reposar, pero solamente para poder acaparar el otro con su experta boca. Dentro de la cavidad, su lengua repasaba insinuantemente la punta de mi pezón, contacto que aumentaba la sensibilidad de esa zona.

Me retorcí pidiendo clemencia. Sé que estaba mal, pero mi cuerpo quería más que solo eso, más que caricias y lamidas, necesitaba sentir sus dientes nuevamente hundirse en mi carne, que sus manos continuaran tocándome salvajemente.

¡No! ¿En qué estoy pensando?

No podía evitarlo, no podía evitar sentirme así. Mi mente y mi cuerpo se debatían continuamente sobre lo que quería y lo que se supone debería negar a toda costa. Quería que se detuviera porque lo que estábamos haciendo estaba mal, pero mi excitación no dejaba de aumentar, mi piel necesitaba sentirlo con más intensidad.

Su boca abandonó su tarea, dejando empapado mi rabillo que al igual que el otro, ahora eran de una tonalidad rojiza con la punta mojada sobresaliendo en lo más alto. Habían recibido la estimulación suficiente para ponerse erectos.

Nicolás río al contemplarlos. Los acarició suavemente con sus yemas provocándome un estremecimiento involuntario por el sutil agarre.

Lo observé dócil desde mi posición, resoplando pesadamente por la nariz al ser incapaz de gemir libremente.

Se llevó un par de dedos a la boca, llenándolos de saliva. Abrí los ojos de par en par al ver a donde los dirigía. Cerré las piernas, chocando mis rodillas inmediatamente antes de que su mano alcanzara su objetivo.

Me miró como si eso le hubiera causado gracia y usó su otra mano para separármelas de nuevo a la fuerza.

¡Mierda, mierda, mierda!

Ya habíamos hecho esto antes, pero no podía evitar sentirme asustado. Además, las circunstancias eran diferentes de aquella vez. Actualmente, estaba siendo violado por Nick y esa vez, él sólo lo había hecho para meterme un GPS. 

Podía sentir mi entrada palpitar. Un intenso calor se apoderó de mis mejillas cuando la punta mojada de uno de sus dedos rozó los alrededores como si palpara el terreno antes de intentar introducirlo.

En mi garganta ahogué gritos y gemidos de placer. Estaba tan estrecho que me dolía la velocidad con la que lo metía, pero entonces, ¿por qué me sentía como si lo estuviera disfrutando?

Una vez dentro, acarició mis paredes en círculos con mimo, siendo seguido por el segundo que me causó una repentina punzada al abrirse paso junto al primero. Ambos se movían en mis adentros tratando de expandir el espacio en el que estaban atrapados.

No podía ser cierto. Nick estaba tocando mi interior y yo lo estaba gozando mientras temblaba.

Conforme sus movimientos eran más frenéticos, más me acostumbraba a la invasión, hasta el punto en que el dolor desaparecía y solo quedaba el placer de la estimulación. De mis comisuras comenzaron a escurrir hilos de saliva debido a la necesidad de que mi voz saliera por los constantes gemidos que morían en mis cuerdas.

Tras unos minutos de dilatación, sus dedos salieron cubiertos de una humedad que deduje se había generado en mi interior. Enrojecí de vergüenza en cuanto elevó mis caderas, colocándose entre mis piernas.

— Te ves tan excitado —me paralicé momentáneamente —, ¿te gusta que tu hermano mayor te toque, Arthur? —. Se inclinó lentamente hasta que sus labios estuvieron cerca de mi oído —Eres todo un pervertido, ¿a qué sí, hermanito? 

El calor de mi rostro se intensificó de forma bochornosa por su insinuación.

La toalla que hasta ahora había permanecido alrededor de su cintura cubriendo su intimidad, finalmente se desató dejando al aire el par de glamurosos testículos colgando a la base de un grueso pedazo de carne que apuntaba a mi entrada.

¡Dios! Esa cosa... Nunca había visto un pene real ni que fuera tan grande. Pensé que la pornografía me ayudaría a mentalizarme lo suficiente para no impresionarme a la hora de la verdad de ver a un hombre desnudo por primera vez. Creí que años de consumir ese contenido me ayudaría a prepararme para mi primera vez. Fue una suposición estúpida.

Un violento tirón elevó mi miembro que había quedado semi-erecto escurriendo los restos de mi reciente orgasmo. Jadeé impresionado cuando la punta de su glande se presionó contra mi ano y comenzó a dar empujoncitos estimulantes para abrirse paso en mi trasero.

Gimotee con una mirada suplicante a mi hermano que inmediatamente lo tentó a retirarme el bóxer de la boca empapado de mi propia saliva con la que para ese punto, había iluminado mis labios. Di una gran calada de aire que mis pulmones necesitaban para regular mi respiración correctamente.

— Puedes llamarme Noé mientras te follo. Eso te prende, ¿no?

— Hah... por favor... —mi voz salió intermitente y baja.

— ¿Por favor qué? —me observó de manera estimulante, apartando los mechones de cabello que caían en mi rostro acalorado.

Entre abrí mis labios sin poder emitir ni una sílaba cuando la timidez me invadió. No estaba seguro de lo que quería decir.

— Imagino que cuando me dices que me detenga, lo que en realidad quieres... —sus dedos se hundieron en mis caderas, apretujando mi carne tan fuerte que tenía garantía de dejar marca —, ¡...es que te fuerce! —. Mi cuerpo entero se agitó cuando su falo se hundió hasta la base.

— ¡Ah! —grité adolorido por el movimiento desgarrador que se abrió paso en mi interior sacándome hasta el alma.

Empecé a hiperventilar mientras mi mente y cuerpo intentaban procesar agitados las innumerables sensaciones que conformaban el dolor subiendo desde mi parte baja y recorrían mi sistema nervioso.

Fue como si me hubiera desgarrado por dentro a pesar de la lubricación. Intenté soportarlo, pero pese a la lubricación, seguía siendo doloroso y extraño.

Sentí como si me faltaba el aire y me aferré a las sábanas con vigor mientras mis sienes se empapaban.

— Mierda... que apretado estás. Estás asfixiándome la polla —Nick dejó salir un ligero jadeo de placer junto a una sonrisa. 

Mi cuerpo temblaba de éxtasis mientras mis ojos lagrimeaban. Lo sentía fundirse en lo más profundo 

— Entró entera, Arthur. ¿Tanta hambre tienes de mí?

Mi enroscado contorno se contrajo con exquisitez, apretando el pedazo de carne atrapado dentro de él. 

La humedad de mis paredes apretadas aumentó con el transcurrir de los segundos. Dolía mucho, dolía como un carajo. No quería aceptarlo, pero el hecho de que me doliera sólo lo hacía más… Satisfactorio.

Era un jodido masoquista.

Noté que se resistía a las ganas de embestirme como un animal para dejar que me acostumbrara y sin querer, agité inconscientemente mis caderas, lo que él tomó como una señal afirmativa para proceder. Lo retiró hasta la mitad y volvió a meterlo, la segunda vez lo hizo con más fuerza y la velocidad fue en aumento conforme sus embestidas rozaban mi interior que ardía con cada roce.

— ¡Ah! Nick... —al poco tiempo de comenzar a embestirme, se movió a un ritmo rápido, tal que la cama se agitaba al compás de su cadera que se mantenía en constante movimiento entre mis piernas. Esta rechinaba bajo nuestros cuerpos que chocaban produciendo sonidos húmedos y obscenos acompañados de mi voz escandalosa y excitada.

Una cálida humedad envolvente se había producido en mi esfínter, empapando la polla de mi hermano cuyas venas palpitaban cada vez que volvía a metérmela hasta pegar su pelvis con mi culo. Era exquisito sentir como sus testículos golpeaban mis nalgas tras cada estocada a cada segundo. 

Sentir minuciosamente los fluidos generados por la lujuria y el esfuerzo caviar en mí, me provocaba contracciones involuntarias que asfixiaban momentáneamente el pene de Nick que de vez en cuando, soltaba un ligero gruñido de placer.

Su expresión excitada era candente. Sonreía de manera temperamental exhibiendo una hilera de salvajes dientes blancos perfectamente alineados. Sus ojos maniacos ardían con pasión, concentrados en mi cuerpo a su merced, poseyéndome tan rudamente que sentía como si estuviera usándome como un desahogo, pero no importaba porque ahora mismo lo estaba disfrutando.

— ¡Ah! ¡Más duro! —mi grito salió entre gemidos que no pude retener. Cerré inmediatamente la boca asombrado de mis propias palabras.

¿Qué acabo de decir?

Mi hermano me miró sorprendido y tras unos segundos, sonrió con prepotencia.

— Ja, si tanto lo quieres… te lo daré —me separó las piernas hasta el punto en que ambas ya no podían distanciarse más. Poniendo a prueba mi flexibilidad, mantuvo mis rodillas presionadas en el colchón a los costados y su cuerpo se inclinó más hacia mí, pegando su pecho con el mío donde pude sentir su palpitar acelerado colisionar con el mío igual o más rápido, y el roce de mis pezones delicados contra su piel caliente. 

Su respiración pesada me golpeó en la oreja y cuando creí que no podía ir más rápido, su pene me penetró a una velocidad desenfrenada, moviéndose de forma bestial. No podía pensar con claridad. Estaba perdiendo la razón, perdido en el placer. 

A ese punto, había perdido la lucha por mantener mi moralidad y ética que inmediatamente fueron reemplazadas por lujuria y un retorcido deseo.

A la mierda todo…

— ¡Oh! ¡Aahh! Sí... más... —con las manos inmovilizadas sobre mi cabeza, mi cuerpo desnudo en su totalidad y teniendo a Nick entre mis piernas así de abiertas follándome bestialmente me hacían sentir como si fuera una puta. No me había dado cuenta, pero se sentía jodidamente delicioso que me follara así.

Estaba extremadamente caliente y ya no pensaba razones.

Mi pene estaba pegado a su abdomen que no dejaba de moverse. Mi glande escurría chorros de semen deslizándose por mi falo llegando a mis testículos e incluso adentrándose entre mis nalgas, mezclándose con otros fluidos míos y ajenos.

Grité tan fuerte que temí a la posibilidad de ser escuchado, pero en ese momento no me importaba mucho. Mi mente estaba inmersa en la exquisitez que experimentaba en ese momento.

Mientras continuaba embistiéndome, mi espalda se mantuvo alzada por la forma en que mi cuerpo deseaba retorcerse del explosivo placer que estaba recibiendo. Los bajos gemidos de Nick eran emitidos con una voz ronca. Golpeaban mi oído directamente así como como su mejilla caliente se restregaba con la mía.

— Hah... por fa... por favor suelta... me ¡Ah! —imploré.

— ¿Oh? ¿Por qué? —exclamó con voz excitada sin detenerse.

— Quiero... quiero tocarte... por favor —mi llanto de vergüenza escurrió a lo largo de mis mejillas con más fuerza tras mi súplica desesperada.

Detuvo sus penetraciones momentáneamente y se alzó para llevar sus manos a lo largo de mis brazos. Antes de deshacer por completo el amarre, bajó su mirada, clavando sus ojos en los míos en forma de advertencia.

— No harás ninguna estupidez si lo hago, ¿verdad? —pese a que me dio miedo el tono sombrío en el que envolvió su voz que en primera instancia sonaba amable, mi calentura aumentó al apreciar su rostro sudoroso y cabello mojado tan de cerca.

Acepto que en aquel punto había perdido la cabeza al dejarme. En ese momento, no estaba en mis cabales y sólo podía pensar en una cosa: podía pedir por más y arrepentirme después.

— No... sólo quiero que me folles más fuerte —mis labios se contrajeron al tiempo que desvié la mirada lleno de pudor después de mi confesión.

A mi hermano le brillaron los ojos al sentirse complacido. La mezcla de temor y excitación alojadas en mi vientre me estaban volviendo loco. 

Deshizo finalmente el nudo de la tela que mantenían mis brazos prisioneros, liberándolos finalmente. Tenía marcas en estos por la fuerza con la que fueron amarrados.

Bastaron unos instantes para que mi circulación abundara normalmente en ellos y lo primero que hice fue agarrarme de sus hombros tensionados.

— Nick... —lo miré dócilmente emitiendo una voz lasciva involuntaria.

Volví a sacudirme al sentir que su polla se hizo más grande.

— ¡Ah! —retomó su postura de antes y volvió a embestirme con la misma fuerza, inclinando nuevamente su cuerpo donde su mejilla estaba a la par de la mía y sus labios jadeantes se ubicaban a centímetros de mi oreja.

Volví a abrir lo más que pude mis piernas para darle mejor acceso y rodeé sus hombros con fuerza, rasguñando su nuca y parte de su espalda al incrustar con desenfreno mis uñas en su piel.

Sus manos bajaron a mi trasero, se apoderó de mis glúteos y lo estrujó tan fuerte que fue doloroso, pero en un buen sentido. 

Meneé mis nalgas al compás de sus movimientos, dejaba insaciable. Su pene palpitaba y de alguna manera se estaba hinchando, indicando que estaba cerca del final al igual que yo, pero aún necesitaba más.

En las que sentí eran las últimas embestidas, volví a correrme, esta vez entre nuestros vientres, soltando un alarido. Nick continuó unos segundos más, antes de disminuir el ritmo a uno lento y constante terminando dentro de mí soltando un líquido caliente y espeso desbordándose entre mis nalgas las cuáles presionó con fuerza en la última embestida.

Mi pecho subía y bajaba evidenciando mi agotamiento físico por el que estaba resoplando agitado, sintiendo el sudor en cada parte de mi anatomía, jadeando sin parar.

Retiró su miembro empapado de aquel líquido blanco mientras que yo intentaba recuperarme del intenso encuentro sintiendo su caliente semilla desbordarse en las sábanas.

Quedé ofuscado cuando Nick me giró boca abajo sin aviso y me levantó el trasero, por el cual comenzó a escurrir una racha de semen almacenado dentro de mi esfínter transpirante y sensible.

— ¡¿Pero qué... ?!

— ¿Creíste que habíamos acabado? Oh, hermano... —por segunda vez, metió su polla de golpe entre mis carnes que lo recibió apretándole morbosamente.

Eché mi cabeza para atrás por la estocada repentina, sintiendo mi culo lleno otra vez.

— ¡Uh! ¡E-espera...! Aún estoy sensi... —poco o nada le importó a Nicolás mi queja y posicionando sus manos sobre mi trasero, comenzó a moverse salvajemente provocando nuevamente el rechinido de la cama.

Nuestros cuerpos chocaban sudorosos y calientes. Mis lágrimas aún no se habían secado, por lo que continuaron derramándose.

Esta posición era embarazosa, humillante y sin embargo, me encantaba sentirme así.

Nick posicionó su barbilla sobre mi hombro. No podía mirarlo pero sabía que estaba sonriendo mientras golpeaba mi próstata. Pese a que estaba agotado, se sentía tan bien que los gemidos no dejaban de salir aunque intentara contenerlos de mi boca ensalivada.

— ¿No te gusta, Arthur? ¿No vas a pedirme por más como hace rato?

— Ya no... puedo más... Voy a... ¡Hah! —estaba cegado por el exceso de satisfacción en mi ano, tanto que casi tenía la lengua de fuera. 

Mis brazos temblaban al igual que mis piernas y mi cuerpo estaba tan caliente que comenzaba a sentirme sofocado por mi alta temperatura corporal.

— Sé que aún no te acostumbras a mi nuevo yo porque no me conoces bien, Arthur, pero no te preocupes, te exploraré a fondo y me aseguraré de que conozcas muy bien esta parte de mí.

— ¡Ah… ! —dio una larga lamida a la parte posterior de mi rostro, limpiando parte de mi llanto, volviendo a embestir muy profundo.

Volví a jadear alto cuando me volteó una nalgada y separó mis nalgas con sus pulgares abriendo más mi agujero. Le tomó unas estocadas más acabar por segunda vez dentro de mí, antes de soltarme sobre la cama.

Me desplomé boca abajo con las caderas elevadas, semen cálido saliendo de mi respingante ano y derramándose a lo largo de mis muslos sudorosos, emitiendo apresurados jadeos junto con hilos de saliva que sin querer se habían escurrido por mis comisuras.