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Mi demonio Nicolás [VOLUMEN 1]

Los hermanos Beryclooth. Su historia comenzó el día que fueron separados. A Arthur, su propia sangre le cortó sus alas; Nicolás conoció la verdadera oscuridad habitable en su alma, olvidándose del cielo para adentrarse en el infierno, renaciendo como un hombre malvado y sin miedo a nada. En el bajo mundo, él es conocido como “El demonio”.

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32 Chs

Capítulo 10. Apagón instantáneo

Adrián había llegado de repente, con una actitud nada habitual en él y sin quitarle la vista de encima a Noé. Debo aceptar que logró ponerme inquieto al hallarme con él.

— ¿Qué pasa? Estás asustándome.

— Ayer fui a tu casa y no estabas, tampoco contestaste mis llamadas. Pensé que te había pasado algo —quedé anonadado. 

¿Adrián había sido el que tocó mi puerta con tanta insistencia? Entonces, ¿por qué Nick no quiso que le abriera? Él era mi único amigo y mi novio también. ¿Qué motivos tendría?

Quise voltear a ver a Noé en busca de respuestas, pero tuve que abstenerme.

— Lo mismo te digo a ti… —espeté serio—. No estabas fuera de la escuela en la salida. ¿A dónde fuiste? Estaba preocupado.

— ¡Por eso tenemos que hablar! Por favor, ven.

— Pero...

— Parece que tienen un problema —Noé se puso de pie, imponente como siempre.

— No te metas —Adrián masculló agresivamente, alterándome. Él no solía comportarse así, pero al tratarse de Noé…

Oh, no. ¿Acaso se trataba de una escena de celos? Me inquietó el latente estallido de una pelea entre ellos e intervine rápidamente.

— Perdón, Noé, yo... Necesito hablar con Adrián. Nos vemos —me colgué la mochila sobre el hombro y lo jalé de la muñeca, alejándonos a un lugar que nos diera privacidad: las yardas de la cancha de fútbol.

Lo solté al llegar, dándole la espalda, esperando por una explicación.

— Con que solo conocidos, ¿no? —masculló con decepción en su voz. Me giré a confrontarlo.

— Adrián, en serio. No somos amigos —resoplé.

— ¿Y qué son? Porque parece que se llevan bien —mi corazón se disparó latiendo con violencia.

— Nosotros solo… Hablamos de vez en cuando. Realmente no nos conocemos bien —evité a toda costa que mis ojos se cruzaran con los de Adrián, temiendo que al mirarlo directamente, se diera cuenta de la verdad.

— ¿Por qué te sonrojas? —dijo de repente provocándome una conmoción.

No fui consciente del momento en que mi rostro comenzó a calentarse.

— No lo estoy…

— Espera, no me digas que él… —y con una seriedad aplastante, pronunció lo siguiente: — ¿te gusta?

La agitación de mi corazón fue consecuencia de haber sido descubierto. Intenté disimular lo mejor que pude, cruzándome de brazos.

— ... Bueno, pienso que cualquiera puede decirte que es atractivo, hasta tú debes de admitirlo.

— ¿Cuál es tu relación con él, entonces? —me exigió, dando un paso adelante que me llevó a retroceder.

— ¿Qué? Ya te dije que...

— Arthur —su agarre en mis hombros me dio un sobresalto— . No vuelvas a acercarte a Noé.

Me inquieté al interpretarlo como una orden. 

Era evidente que estaba celoso, pero había algo más... Estaba ¿preocupado? ¿Nervioso? ¿...Asustado? Tenía una cara que desconocía era capaz de formar, pero más importante… la sensación en mi vientre, ¿por qué había un cosquilleo me hacía disfrutar de la situación? Era la primera vez que me pasaba estando con Adrián.

— Arthur —lo miré nuevamente, espabilando.

— Pero, ¿por qué?

—No quiero que esté cerca de ti —el cosquilleo desapareció, sintiéndome asfixiado por su demanda. 

Sé que el que estaba mal soy yo. Eso lo sé perfectamente. Mi novio está celoso de que prefiera pasar tiempo con Noé que con él, a pesar de que tiene todo el derecho de estar enojado por ello, mi corazón se encuentra muy tranquilo. Me siento culpable, pero no puedo ordenarle a mi corazón lo que puede o no sentir, no puedo elegir por quien debe de latir. Si las emociones humanas funcionaran así, la vida no sería tan difícil.

— ¿Qué tienes en contra de Noé? Hace tiempo me dijiste que no te molestaba que tuviera otros amigos.

— ¿Qué? Sí, pero eso…

— Y, ¿sabes? Noé es el primer amigo que hago, aparte de ti. ¿Me lo dijiste porque pensaste que solo te tendría a ti? ¿Por qué no soy bueno hablando con la gente?

— No estoy hablando de eso, Arthur, esto es diferente. Noé es peligroso. Si no te alejas de él, puede pasarte algo.

¿Pasarme algo? ¿Por qué? Noé es mi guardaespaldas, ¿no? Es la conexión que Nicolás estableció para mantenerme cerca de él mientras se reúne conmigo, pero obviamente no podía decirle eso a Adrián. Al mirarlo a los ojos, sentí que había algo que no estaba diciéndome.

— ¿Por qué es peligroso?

— Porque lo vi. 

— ¿Qué viste?

— ¿Me creerás si te lo digo? —me hizo dudar.

Mi corazón se sintió débil ante unos suplicantes ojos azules, como si supiera algo que yo no, pero eso era imposible, ¿verdad? El que miente y oculta cosas aquí soy yo, él es tan bueno y aun así, estoy aquí, deseando a otro hombre, engañándolo con sentimientos que no están en mi corazón, negando un peligro del cual estoy consciente, pero mientras pueda ver a Nick de nuevo, eso no me importaba.

Llevé mi mano a su rostro, acariciando su mejilla. 

Aunque no amara a Adrián ni lo viera como a un hombre, seguía siendo muy importante para mí. 

— Adrián, ¿pasó algo entre Noé y tú? —temí escuchar la respuesta cuando lo vi fruncir el entrecejo con expresión amarga.

Lo menos que podía hacer por mi amigo, era escucharlo y mostrar algo de interés.

Me tomó por sorpresa su agarre a mi cintura y el repentino choque de sus labios con los míos. 

| | A D R I Á N | |

Besé a Arthur, lo abracé con todo el amor que tenía para darle. Esta vez, no pedí permiso como otras veces ni me arrepentí de ello.

¿Qué si pasó algo? Me di cuenta de cuanto temo que algo te suceda.

Tomé distancia para mirarlo a los ojos. Lucía incrédulo e incómodo, igual que siempre después de cada beso. 

Tomé aire y me relaje.

— La verdad es que Noé es un demente —expliqué. Sus ojos se agrandaron, parpadeando repetidas veces como si no entendiera lo que acababa de decir.

— ¿Qué?

— Ayer… Vi a Martín después de la escuela, el de los brazos enyesados. Sentí que algo no andaba bien con él y lo seguí.

— ¿Lo seguiste?

— Fue a encontrarse con Noé y un tipo en traje en un callejón de una colonia solitaria —, Arthur no decía nada, así que continué—. Cuando los escuché, salí corriendo.

— Adrián, ¿qué…?

— Arthur, Noé le rompió los brazos a ese pobre chico —lucía en shock. Sabía que para alguien como él, era difícil de creer—. Esa es la razón, ¿ahora entiendes?

— Yo… no sé qué decir —tomé su mano entre las mías con el objetivo de tranquilizarlo.

— Solo prométeme que de ahora en adelante, te mantendrás lo más lejos posible de Noé. Iré con la policía y haré que abran una investigación cuando consiga evidencia. Ahora que sé que no es un estudiante normal, es probable que también esté relacionado con el chico que desapareció la semana pasada. 

— Espera, ¿qué? ¿No te estás precipitando demasiado?

— No si se trata de ti. Por alguna razón que todavía no sé, está muy al pendiente de ti. Está vigilándote —sentí su mano tensarse. Agachó la mirada cuando intenté mirarlo a los ojos. 

Esa sensación me dio un muy mal presentimiento, uno al que temía. 

— Arthur, tú no sabes nada, ¿verdad?

— No.

— Por favor, mírame y dime si sabes algo. 

— No puedo decirlo —al intentar darse la vuelta, lo detuve.

— Arthur, si no hacemos nada, no sabremos lo que Noé pueda hacer.

— No sé nada, Adrián —algo irritado, lo giré de los hombros a la fuerza obligándolo a mirarme. Sus ojos expresaban temor y tristeza.

— ¡Ese maldito quiere algo de ti! ¿No entiendes? ¡Te quiere a ti! ¡No voy a permitir que te tenga! ¡Nunca! —sus manos me empujaron apartándome con brusquedad, dejándome atónito. Lucía abrumado, intolerable ante la situación y temblaba descontroladamente. 

— Lo siento, Adrián —sus ojos claros fueron opacados por el resplandor de crecientes lágrimas que estrujaron instantáneamente mi corazón—. Si te lo digo, no volveré a verlo —Se dio la vuelta y se alejó a paso apresurado, dejándome atrás. 

 [ . . . ]

Más tarde, caminaba con la mochila a la espalda por el campus solitario ahogado en un mar de sentimientos y confusión. Decidí no entrar a clase, no estaba de humor para hacerlo. Necesitaba tiempo a solas para pensar las cosas.

No podía entender a Arthur. Apenas si conoce a este tipo, no debería ser difícil de aceptar la verdad sobre él, a menos que… ¿Lo estaría amenazando? Sin embargo…

"Si te lo digo, no volveré a verlo". 

¿Qué mierda significa eso?

Si realmente estuviera amenazándolo, puede ser que lo haya obligado a decir eso, aunque no entienda a lo que se refiere. No creo que pueda hacer algo yo solo; en el peor de los casos, tendría que pedirle ayuda a él. No, no quiero tener que recurrir a eso, pero es mi única opción contra Noé y su grupo criminal. Debe tener uno, ¿no?

Continué mi caminar divagando entre pensamientos producidos por la ansiedad y preocupación, pasando junto a un árbol sin darme cuenta que había alguien recargado ahí, hasta que lo escuché.

— ¿Todo bien, Hale? —todos mis sentidos se agudizaron, así como mis nervios se tensaron al encontrarme con Noé, mirándome cruzado de brazos, sosteniendo una sonrisa prepotente. 

Hice todo lo posible por no lucir tenso ante su presencia. Relajé mis músculos en un suave respingo y le dirigí un gesto amigable alzando ambas cejas, pero evitando a toda costa cruzarme directamente con sus ojos.

— Sí. Arthur solo necesita espacio —dije girando sobre mis talones con la intención de no seguir conversando. 

— ¿Por qué? ¿Te lo cogiste tan mal ayer que está de mal humor? —¿Qué… carajo estaba diciendo esté cabrón? 

Su comentario me hizo enrojecer tanto de enojo como de vergüenza. 

Lo confronté, mostrándome serio. No me salió muy bien después de lo que había dicho.

— ¡N-ni siquiera lo hemos hecho! y aunque así fuera, no te incumbe.

— Ah, menos mal… —su tono engreído me hizo cabrear. Tenía ganas de golpearlo, mas mi enojo se transformaba en nervios cada vez que recordaba lo de ayer. Debía mantener mis impulsos bajo control.

— Como sea —bufé contrayendo la mandíbula—. Solo necesita espacio. No siempre quieres estar con las personas que quieres y lo entiendo. 

— Me lo imagino, después de que te fueras sin él ayer… —me detuve de un sobresalto. 

— Sí, bueno… recordé que tenía que hacer algo urgente.

— Claro, espiar a otros es prioridad, lo entiendo… —mi sangre se convirtió en hielo en mis venas.

¿Cómo lo supo? Estoy seguro de que no me vio. Respira. Mantén la calma, tal vez solo está probándome.

— ¿Espiar? Ja, ¿cómo en un baño públic…? —callé al momento de volver la mirada hacia él, topándome con un rostro que parecía una tétrica obra de arte: temblé incómodo al visualizar su boca torcida hacia arriba, los lentes ligeramente caídos por el puente de la nariz, dejando a la vista unos afilados ojos que hasta ese momento eran desconocidos para mí. El brillo rojizo que emanaban por la luz anaranjada de esa tarde, contrajo algo en mi pecho.

Lo sabe. Sabe que estuve en ese callejón ayer. Lo sé por la forma en que me mira con esos malditos ojos diabólicos.

"Si no empiezas a correr, te mataré", sentí que me decían y a él pareció divertirle imaginar lo que pensaba.

Unas voces lejanas llamaron mi atención. Llevé mis ojos en dirección del otro lado de las canchas de fútbol, visualizando a un par de alumnos acompañados por una orientadora caminando cerca de la dirección mientras hablaban de forma imperceptible debido a la distancia. 

Aproveché para darme la vuelta acercándome a ellos a paso veloz disimuladamente. No miré atrás sino hasta que alcancé a llegar detrás de ellos, refugiándome con su presencia. Noé seguía recargado de lado en el troncó, mirando hacia mí, saludándome con un leve movimiento juguetón de mano a metros de distancia. Los ojos diabólicos que tantos nervios me plantaron previamente, eran cubiertos nuevamente por el oscuro cristal, pero esa punzante sonrisa suya seguía allí.

Llamó mi atención el verlo sacar un celular de su bolsillo, oprimió unas cuantas veces antes de colocárselo en la oreja. ¿A quién estaría llamando? Cuando me di cuenta que no me quitaba la vista de encima mientras sus labios se movían, comenzaba a hacerme una idea que volcó mis entrañas.

Corrí presurosamente a las canchas de básquet, no me detuve agarrando vuelo para saltar sobre el muro y cruzar la barda que me dejó directamente en la calle donde aterricé equilibradamente con ambos pies, encontrándome al oeste de la entrada principal. Faltaban un par de horas para eso, pero yo me iría antes hoy.

No puedo estar aquí. Siento que algo malo pasará si me quedo.

Di vuelta y me dirigí hasta la avenida, caminando sin detenerme con el nudo de nervios anidado en mi estómago, hasta llegar al parque cerca de mi casa. Sentí alivio al hallarme a un par de cuadras de mi calle, cuando escuché el motor de un auto detrás de mí. 

Volteé; efectivamente, una camioneta negra de vidrios oscuros venía hacia mí a una velocidad que se consideraba para no detenerse. Sentí el peligro erizar mi piel y mis piernas se movieron gracias al instinto de supervivencia. Apenas di cinco pasos, fui alcanzado por una brutal fuerza que al estrellarse en mi columna vertebral, me levantó lanzándome metros adelante por los que mi cuerpo rodó violentamente. 

El impacto me hizo ver estrellas y la brutalidad por la que mi cuerpo había sido golpeado me dejó boca abajo inmóvil sobre la grava con los huesos destrozados.

Solo pude permanecer consciente unos segundos antes de que mi mundo se apagara.