Al día siguiente, Leon llegó con Naia al restaurante para hablar con Timothy.
—¿Ya tiene un nombre artístico, eh? —dijo él.
—Sí —respondió él—. Naia... viene de una familia problemática. Sería problemático si la encuentran.
—Ah, ya veo. Entiendo, entiendo —dijo él, mirando a la chica con ojos llenos de lástima. Sin duda imaginaba cosas muy dramáticas.
Leon luego miró a Pipa, la camarera, que también asentía frenéticamente. —¡Sí, sí!
Satisfecho con la conversación, Leon suspiró aliviado.
Besó a Naia al despedirse, echándola de menos tan pronto como salió por la puerta.
De vuelta adentro, Timothy miró el sencillo vestido de Naia. Normalmente, no lo habría permitido e incluso podría haberle prestado uno, pero la forma en que ella se comportaba hacía que las personas pensaran que llevaba ropa de marca, así que lo dejó pasar.
Le entregó un plato de aperitivos con un gran trozo de pan. —Tocarás hasta la 1:30 pm, bien después de la hora del almuerzo —dijo—. Deberías comer brunch.
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