A lo largo de 10,000 años, han existido tres seres divinos conocidos como Adelbert, Aurora y Berthold, quienes provienen del planeta Astral. Adelbert, el Dios creador del planeta Astral, posee los poderes de los elementos de la naturaleza y lidera a los tres Dioses. Estos seres divinos son protectores, poseen un corazón noble y un gran valor, dispuestos a enfrentar a cualquier enemigo sin importar poner en riesgo sus propias vidas para proteger su mundo.
Astral es un planeta flotante de tecnología avanzada y belleza sin igual. Sus bosques son exuberantes y albergan una variedad de criaturas fascinantes. Las montañas flotantes, conocidas como las montañas celestiales, se alzan majestuosamente, algunas tan altas que están envueltas en nubes. Otras montañas son más bajas y se pueden ver claramente desde cerca. En estas montañas se encuentran plantas medicinales que los científicos utilizan para crear nuevos medicamentos. Además, Astral cuenta con lagos cristalinos y profundos, así como un vasto mar. En ciertas áreas, se pueden admirar impresionantes cataratas que descienden desde las montañas flotantes hacia un río en el suelo.
Las aves arcoiris eran las criaturas más hermosas de Astral, con plumajes suaves y colores deslumbrantes. Su presencia en el cielo era un espectáculo para los ojos, ya que volaban con gracia y elegancia. Cada una de ellas tenía un patrón de colores único, desde tonos vibrantes de azul y verde hasta cálidos tonos de naranja y rojo. Su belleza era tan cautivadora que atraían la atención de todos los habitantes de Astral.
Por otro lado, los Gruesome Bulls eran criaturas imponentes y temibles. Eran conocidos por su fuerza y ferocidad, y se defendían de sus cazadores con sus cuernos doblados, torcidos y puntiagudos. Estos cuernos eran su arma principal y los utilizaban con destreza para protegerse. Aunque su apariencia era intimidante, en realidad eran animales pacíficos y solo se volvían agresivos cuando se sentían amenazados.
Además de estas criaturas, también había otros seres en Astral. Los cerdos comilludos eran animales curiosos y juguetones que se movían rápidamente por el bosque en busca de comida. Tenían un pelaje suave y esponjoso, y su hocico estaba adornado con pequeñas cerdas que les daban un aspecto peculiar. Por otro lado, el dragón Apalala era una criatura majestuosa que habitaba en el lago cristalino. Su cuerpo estaba cubierto de escamas brillantes y su mirada era penetrante con sus cuatro ojos rasgados de color amarillo. Aunque parecía imponente, en realidad era una criatura solitaria y pacífica que solo buscaba vivir en armonía con su entorno.
En resumen, Astral era un lugar lleno de criaturas fascinantes y diversas. Desde las hermosas aves arcoiris hasta los imponentes Gruesome Bulls y el dragón Apalala, cada una de estas criaturas tenía su propio encanto y contribuía a la magia y la belleza de este mundo mágico.
El majestuoso fénix celestial, venerado por los dioses astrales, poseía un tamaño comparable al de un imponente dragón. Su plumaje irradiaba un resplandor blanco deslumbrante, siempre envuelto en llamas de diversos colores. Esta criatura no se acercaba a los astralianos, simplemente surcaba los cielos de la región donde se encontraba el reino una vez al día para luego retornar a su guarida. El fénix no permitía que casi nadie lo montara, solo aquellos que poseyeran un corazón noble. Solía aparecer en el bosque, deteniéndose en los altos acantilados cuando el sol brillaba, vigilando a las criaturas del bosque, y se ocultaba en los días lluviosos debido a su aversión por la lluvia, ya que esta apagaba sus llamas. Para los dioses, el fénix celestial simbolizaba fuerza, valentía y pureza, ya que era la única criatura capaz de renacer de sus cenizas y comenzar una nueva vida, lo que la convertía en inmortal y especial. Solo quedaba un fénix, ya que los demás se extinguieron hace miles de años debido a una guerra desatada por el dios de las sombras, Eberhard, quien los aniquiló con sus poderes oscuros. Estas criaturas se esforzaban por proteger a los dioses astrales hasta su último aliento. Debido a esto, son sumamente famosas y respetadas en Astral.
El color rojo representa la fortaleza, el color verde simboliza el valor y el color blanco simboliza la pureza. Estos son los colores que acompañan al ave fénix en la bandera del reino astral.
Hace mucho tiempo, el ave fénix decidió elegir a Adelbert como su amo cuando era solo un niño, debido a que él poseía una fuerza, valor y pureza superiores a los demás dioses. Por esta razón, el ave fénix se convirtió en la criatura favorita de Adelbert. Es importante destacar que el ave fénix es la única criatura del bosque que tiene la capacidad de elegir a un amo al cual serle fiel. Esta elección no fue tomada a la ligera, ya que el ave fénix reconoció en Adelbert las cualidades necesarias para ser su dueño y protector.
La relación entre el ave fénix y Adelbert es única y especial. El ave fénix, con su majestuosidad y belleza, representa la renovación y la resurrección. Su elección de Adelbert como amo demuestra la confianza y el respeto que tenía hacia él. Adelbert, por su parte, se sintió honrado y agradecido de ser elegido por esta criatura mítica y poderosa.
A lo largo de los años, el ave fénix y Adelbert han compartido una conexión profunda y duradera. Juntos, han enfrentado numerosos desafíos y han superado obstáculos que han fortalecido su vínculo. El ave fénix ha sido una fuente de inspiración y protección para Adelbert, mientras que él ha sido un cuidador amoroso y leal para esta criatura mágica.
En resumen, la elección del ave fénix de tener a Adelbert como su amo se basó en las cualidades excepcionales que él poseía. Esta relación ha sido una bendición tanto para el ave fénix como para Adelbert, ya que han encontrado en el otro un compañero fiel y valioso en su camino por la vida.
El reino de Astral era inmenso, con un castillo rodeado por un alto muro de concreto. Las grandes puertas de acero eran vigiladas por dos guardias musculosos y robustos. Las altas torres del castillo tenían banderas colgando de sus puntas, y en su interior se encontraba un hermoso jardín bien cuidado. A su alrededor, fluía un río acompañado de cascadas que añadían un toque de serenidad al paisaje. Justo frente a la entrada del castillo, se encontraban tres estatuas de los Dioses, representando la devoción y la protección divina. Además, un largo puente se extendía desde las puertas del castillo hasta la salida del pueblo, conectando así ambos lugares.
A pocos metros del castillo se encontraba el Coliseo de batallas, un lugar donde se llevaban a cabo ceremonias y combates. Este era también el sitio donde los jóvenes cazadores y soldados realizaban sus entrenamientos. El Coliseo era un espacio impresionante, con una arquitectura imponente y una atmósfera llena de energía y emoción. Era un lugar de encuentro para los guerreros más valientes y habilidosos del reino, donde demostraban su destreza y se ganaban el respeto de todos. El Coliseo de batallas era un símbolo de la fuerza y la determinación del reino de Astral, un lugar donde se forjaban héroes y se celebraba la valentía.
Entre los lugares mas famosos de Astral se encontraba el Consejo representaba el lugar de mayor prestigio en Astral, donde se llevaban a cabo negocios importantes y juicios trascendentales. Era regido por los Dioses y Aura, el Oráculo. Los Dioses y Aura se congregaban en la sala de reuniones, ubicada en el último piso y accesible a través de un largo pasillo. El Consejo era una estructura inmensa, adornada con banderas que ondeaban desde las torres. Su interior era sumamente lujoso, con un suelo de exquisito mármol y cuadros que retrataban a los ancestros que gobernaron hace milenios. En una de las paredes se encontraba una tabla del orden, que mostraba las normas que los miembros debían seguir, así como también las reglas aplicables a los visitantes que eran conducidos a ese lugar.
En el centro del pueblo astraliano se encontraba una plaza majestuosa, adornada con una imponente fuente de agua. Esta fuente estaba decorada con estatuas de los Dioses a las que los astralianos acudían para rezar. Cada persona depositaba una moneda en la fuente, con el rostro del Dios al que le rezaban, como una ofrenda de fe y esperanza.
Aunque Astral no era un planeta perfecto, también había espacio para la oscuridad. Existían ladrones y criminales que acechaban en las sombras, amenazando la tranquilidad de los habitantes. Sin embargo, la presencia de la fuente y las estatuas divinas en la plaza recordaban a los astralianos que siempre había esperanza y protección divina.
El reino astraliano era gobernado por el Dios Adelbert y la Diosa Aurora, quienes ejercían su poder con sabiduría y benevolencia. Ambos eran adorados y respetados por su pueblo. Sin embargo, su único hijo, Alger, era el verdadero tesoro del reino. Como el único heredero del trono, Alger estaba destinado a convertirse en el próximo rey después de que Adelbert y Aurora fallecieran.
Alger también poseía los poderes elementales de su padre, lo que lo convertía en un príncipe excepcionalmente poderoso. Sin embargo, a diferencia de su padre, no heredó los poderes de su madre, lo que lo hacía único y especial en su propia forma. Con su carisma y habilidades, Alger estaba destinado a liderar Astral hacia un futuro próspero y seguro.
El príncipe Alger destacaba por su imponente físico, siendo musculoso y alto. Su apariencia era sumamente atractiva, con una piel clara y unos ojos de un hermoso color azul celeste. Su cabello rubio, largo hasta llegar un poco más abajo de su cuello, le otorgaba un aspecto distinguido, al igual que su barba perfectamente recortada. A pesar de su actitud coqueta y presumida, era un príncipe de buen corazón que siempre defendía a los más débiles, lo cual le había granjeado una gran cantidad de amigos que lo admiraban y respetaban.
El Príncipe Alger se destacó como un valiente guerrero, siempre demostrando su fuerza en los combates contra aquellos que se convirtieron en sus enemigos. Nunca se rendía y hacía todo lo posible por ganar cada enfrentamiento. Además, estaba casado con Galiana, la hija de Aura, la fundadora del Consejo Místico. Aura poseía el poder de ver el futuro, lo que le permitía anticiparse a los acontecimientos antes de que ocurrieran. Gracias a esta habilidad, los dioses sabían cuándo un enemigo llegaría a Astral para causar problemas.
La vida en Astral era pacífica tanto para los Dioses como para los ciudadanos astralianos. Sin embargo, no todo era perfecto, ya que existía un Dios despiadado de las sombras llamado Eberhard, proveniente del planeta Nebel, que era enemigo de los Dioses desde hace 10,000 años. Eberhard poseía el poder de destruir mundos por diversión, sin sentir el mínimo remordimiento por todas las vidas que acababa. Lideraba a un ejército de seguidores nebelianos que eran igualmente despiadados. Lo que más odiaba era que otro Dios fuera más fuerte que él. Hace 6,900 años, llegó al planeta Astral con el objetivo de destruirlo y demostrar su poder. Al conocer a los Dioses astralianos, decidió enfrentarse a ellos, pero su soberbia lo llevó a su propia muerte. El poder de los tres Dioses logró derrotar el poder de las sombras del Dios oscuro. Esta fue la primera vez que fue vencido. Antes de su muerte, prometió vengarse, ya que tenía un hijo que había nacido y que heredó sus poderes oscuros. Sería este hijo quien destruiría Astral en una segunda guerra.
Los Dioses, después de muchos años de defender Astral, ya estaban ancianos y sus vidas estaban llegando a su fin. Sabían que no podían vivir por toda la eternidad y que la muerte llegaría algún día. Lo peor de todo es que una segunda guerra estaba por llegar después de que ellos murieran. Ante esta situación, Adelbert y Aurora convocaron a Alger, junto a Galiana, y les dijeron que había llegado el momento de cederles sus coronas para que se convirtieran en el rey y la reina. Adelbert envió a sus sirvientes a organizar una ceremonia de coronación para su hijo Alger y la reina Galiana. Luego, le pidió a Lear, el mensajero del reino, un hombre alto y musculoso, de piel clara, ojos verdes rasgados como las aves y cabello corto y negro, que fuera a la plaza a poner un anuncio sobre la coronación, para que todos los ciudadanos pudieran asistir al reino. Lear abrió sus alas y salió volando por las puertas del castillo. Cuando llegó a la plaza, llevaba una de las trompetas que se usaban en el reino cuando el rey iba a anunciar un mensaje importante a la ciudadanía. Al tocarla, llamó la atención de los ciudadanos. Todos escucharon la trompeta en la plaza y dejaron de hacer sus deberes para acercarse a Lear, el mensajero, y saber qué noticias traía, ya que era casi inusual que se presentara en la plaza.
—El rey Adelbert me ha enviado para entregarles un mensaje de suma importancia —declaró Lear en tono elevado, con el propósito de que todos los ciudadanos lo escucharan.
—¡Un mensaje del rey Adelbert! —exclamó un ciudadano en voz alta.
—Todos están cordialmente invitados a asistir a la solemne ceremonia de coronación del Príncipe Alger y la Princesa Galianal —anunció Lear en voz alta.
—La Princesa Galiana será coronada junto al Príncipe Alger.
expresó una mujer sorprendida que se encontraba entre el público.
—¡El rey Adelbert y la reina Aurora cederán sus coronas a su único heredero del trono, el Príncipe Alger! —declaró Lear en voz alta.
—¡El Príncipe Alger será el nuevo rey y Galiana la reina! —exclamó sorprendido un anciano.
—El rey Adelbert y la reina Aurora han gobernado el reino durante 10,000 años, ya era hora de que el Príncipe Alger llevara la corona del rey y la Princesa Galiana llevara la de la reina —comentó una anciana.
—¡Esto es todo lo que tengo que decirles! —anunció Lear en voz alta.
El mensajero se retiró de la plaza, abriendo sus dos alas, dejando a los ciudadanos murmurando sobre la ceremonia de coronación.
***
Al día siguiente, se llevó a cabo la solemne Ceremonia de coronación en el Coliseo de batallas. El lugar estaba lleno de una atmósfera de emoción y expectativa, ya que todos los ciudadanos astralianos se habían congregado para presenciar este importante evento. Los miembros del consejo, los místicos sagrados y el oráculo Aura también estaban presentes, vistiendo sus mejores ropajes en honor a la ocasión.
El Príncipe Alger, acompañado de la hermosa Princesa Galiana, hizo su entrada triunfal al Coliseo. Caminaron juntos por una larga alfombra roja que se extendía desde la entrada hasta los majestuosos tronos donde se encontraban sentados el rey Adelbert y la reina Aurora. A ambos lados de la alfombra, los guardias se mantenían firmes, mientras que dos grupos de once músicos tocaban sus trompetas, creando una melodía solemne y grandiosa.
Con paso firme y elegante, el Príncipe Alger y la Princesa Galiana avanzaron por la alfombra roja hasta llegar a los tronos reales. Allí, se arrodillaron ante el rey y la reina, mostrando su respeto y lealtad hacia ellos. El rey Adelbert, con una mirada llena de orgullo y emoción, se levantó de su trono para dirigirse a todos los presentes y pronunciar un mensaje que quedaría grabado en la memoria de cada uno de los asistentes.
El rey Adelbert se puso en pie de su asiento real con el propósito de transmitir un mensaje.
—Hoy nos encontramos en el Coliseo de batallas para celebrar la Ceremonia de coronación de mi hijo, el Príncipe Alger, y la Princesa Galiana—expresó el rey Adelbert en tono elevado.
—¡Ha llegado el momento en que mi hijo, el Príncipe Alger, herede la corona del rey, y Galiana herede la corona de la reina Aurora!—añadió.
—Mi tiempo como rey ha llegado a su fin, ahora es el deber de los nuevos gobernantes llevar la responsabilidad del reino en sus manos —añadió.
Un servidor se dirige hacia el rey Adelbert llevando las coronas del rey y la reina dentro de una caja de cristal. Debajo de las coronas, se encuentra un trozo de tela de seda fina. Al llegar, el servidor se arrodilla ante él y extiende sus brazos para que Adelbert y Aurora tomen las coronas. El rey Adelbert toma la caja de cristal y se la entrega a otro servidor que se encuentra a su lado. Luego, con ambas manos, toma su corona y la reina Aurora se levanta del trono para tomar la suya. Al hacerlo, camina junto a Adelbert para ponerles las coronas a Alger y Galiana. Finalmente, ambos son coronados como los nuevos reyes. príncipe Alger y la princesa Galiana se levantan del suelo con orgullo, asumiendo su nuevo rol con gran honor y responsabilidad.
—iLos nuevos reyes de Astral—exclamó con entusiasmo el rey Adelbert.
El público mostraba su apoyo a los recién coronados reyes con aplausos. Tanto el oráculo Aura, los místicos sagrados, los miembros de la élite, el mensajero Lear, los guardias, los soldados y los ciudadanos se inclinaban ante los nuevos monarcas. Todos ellos reconocían la autoridad y el liderazgo de los reyes, demostrando su respeto y admiración al arrodillarse ante ellos. Esta muestra de reverencia y apoyo reflejaba la confianza y la esperanza que el pueblo depositaba en los nuevos gobernantes, quienes eran vistos como figuras de poder y sabiduría. La unión de todas estas figuras importantes de la sociedad en su gesto de sumisión resaltaba la importancia y la legitimidad de los nuevos reyes en el trono.
—Mis felicitaciones, hijo —manifestó Adelbert al observar a Alger con orgullo.
—Le agradezco, papá —respondió el recién coronado rey Alger al mirar a su padre con una sonrisa de felicidad y posteriormente le dio un cálido abrazo.
—A partir de ahora, serán los gobernantes del reino y confío en que ustedes, como nuevos monarcas, podrán proteger el reino tal como yo lo hice durante todos estos años —añadió Adelbert
—Aseguro que lo cumpliremos—declaró el monarca Alger.
—Asimismo, prometo velar por el reino—afirmó la reina Galiana.
—Galiana, ahora eres la reina tal como había predicho, tú y Alger podrán proteger el reino. Estoy orgullosa de ti—expresó Aura, el oráculo, al acercarse a Galiana y le brindó un cálido abrazo, mostrando una sonrisa de orgullo en su rostro.
—Te agradezco, mamá—respondió Galiana con una sonrisa.
Galiana se aproxima a Alger.
—Enhorabuena por tu coronación como rey, Alger —expresó Galiana.
—Ahora serás mi reina, Galiana. Mi reino también será tuyo —afirmó el rey Alger.
Alger y Galiana se besan, poniendo fin a la ceremonia de coronación.
Después de la coronación de los nuevos reyes de Astral, se llevó a cabo una majestuosa boda para celebrar este gran acontecimiento. Los carruajes flotantes, lujosos y adornados, transportaban al rey Alger y a la reina Galiana por las calles del pueblo, mientras saludaban a los ciudadanos que se habían congregado en multitud para presenciar el evento. Los reyes eran escoltados por los valientes soldados del reino, quienes velaban por su seguridad y protección.
La emoción y el entusiasmo se palpaban en el aire, y las mujeres astralianas, con sus vestidos coloridos, lanzaban flores arcoíris a los reyes como símbolo de bendición y buenos deseos. Incluso algunos curiosos se habían subido a los tejados para tener una mejor vista de la boda real. El pueblo entero aplaudía y vitoreaba los nombres de los nuevos monarcas de Astral, demostrando su apoyo y alegría por este gran día.
La boda fue un verdadero espectáculo de amor y felicidad. El rey Alger y la reina Galiana, radiantes y elegantes, bailaron en pareja frente a todos, mostrando su amor y compromiso mutuo. Las sonrisas de felicidad de Adelbert, Aurora y Berthold, miembros cercanos de la familia real, reflejaban el orgullo que sentían por sus gobernantes. La multitud de astralianos, unida en armonía, celebraba con alegría y gratitud este momento histórico.
Una vez que la celebración llegó a su fin, todos regresaron a sus hogares, llevando consigo el recuerdo de un día inolvidable. La coronación y la boda real habían dejado una huella imborrable en los corazones de los astralianos, quienes se sentían afortunados de presenciar y formar parte de este gran acontecimiento. La era de los nuevos reyes de Astral había comenzado, y con ella, una nueva etapa de prosperidad,felicidad y nuevos desafíos para el reino.
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