La familia Bathory era un tema del que Lucrecia disfrutaba hablar, conocía todo sobre su espléndida reputación en cuestión de sus festejos, y en efecto, no estaba exagerando con los detalles que había brindado a lo largo del camino. Los Bathory eran una figura importante para todas las clases sociales; en esa mansión la extravagancia y la elegancia eran cosas que se mezclaban perfectamente. Tan solo en los festivales cercanos al reino se podía ver un espectáculo similar.
Los 3 candidatos habrían podido pasar toda la tarde mirando la decoración, pero una inocente y distinguida joven avanzó hacia ellos en cuanto atravesaron el patío de la entrada. Las personas que cruzaban la mirada con los profundos ojos oceánicos saludaban con respeto a la mujer de deslumbrante belleza que lucía como las hadas de los cuentos de fantasía.
Delilah retrocedió como si deseara ocultarse de los nobles ojos, cuando Caín y la pretensiosa castaña se inclinaron ante la gracia de la distinguida hada, aún si Delilah hubiera tenido la firme intención de prepararse para esa fiesta, no tenía ninguna ropa bonita que la estableciera en la misma jerarquía.
Posiblemente Lucrecia estaba esperando a que sucediera algo como eso, se olvidó fácilmente de Delilah permitiéndole recluirse sin reproches o regaños. Caín sabía que ella no podía hacer nada en medio de la nobleza y por extraño que pareciera, él se sintió de la misma forma cuando los planes originales de Lucrecia se revelaron.
Resultó ser que la razón de traerlo a él y no a Raguel o a Leroy se debía a que la nieta del duque Billeter deseaba conocerlo personalmente luego de que fuera presentado como uno de los candidatos en la mansión Zehren. Lucrecia ganó la invitación a esa fiesta con la promesa de introducirlo en el círculo exclusivo de la nieta del duque. La imagen de Caín estaba rota, pero muchas mujeres encontraban apasionante el riesgo de que fuera un hombre tan inalcanzable. A veces él, no podía evitar resentir el hecho de que las damas se aburrieran con bastante frecuencia.
Delilah se había acomodado en una mesa solitaria, apenas custodiada por un grupo de seguridad y algunos sirvientes, en ese espacio despejado nadie le impidió el paso y le fue más fácil pasar desapercibida.
Viendo a la clase poderosa congregada desde esa distancia recordó las fiestas que se celebraban en la casa de los barones, todo era un presuntuoso teatro para crear conexiones y expandir chismorreos que beneficiaban a unos y aniquilaban a otros.
—Ese es un vestido bastante cómodo.
Las palabras de un joven de rostro sereno tuvieron el poder de hacerla voltear inmediatamente mientras se creaba una realidad diferente tan solo con el sonido de su aterciopelada voz. La belleza de la figura masculina resplandeció magnificando la transparencia de sus maravillosos ojos esmeralda. Si se pudiera juzgar su apariencia, no sería fácil incluso para quien conocía las etiquetas de la nobleza, pues su encanto opacaría cualquier palabra que pretendiera describirla.
Delilah se levantó de su asiento bajando la cabeza para disculparse, de repente no pudo colocar con exactitud ese vestido "cómodo" entre la seriedad o la broma.
—Esa es una reacción rápida, pero no es necesario. Ha sido un cumplido.
El caballero desconocido estiró su mano, demandando que ella regresara a su asiento, justo en el momento en que un fuerte ajetreo se creó en todo del lugar.
Como si algo muy importante estuviera a punto de comenzar, la exaltación de las personas se volvió caótica en tan solo un par de segundos. Liam Bathory estaba a punto de aparecer, Liam, el líder de la familia Bathory el padre de Neil y Andrea Bathory.
—Parece ser que realmente están disfrutando de la fiesta.
El joven levantó la mirada, pero Delilah prestó poca atención al alboroto, había tantas personas que aún si estuviese cerca no sería capaz de ver nada.
—Es un gran honor haber sido invitado mientras que es el cumpleaños de Neil, por supuesto que están disfrutando, esta familia es prácticamente una celebridad.
El caballero rubio estiró su brazo derecho para ofrecerle una copa de cristal. Sus delicados y pálidos dedos rodeaban el tallo traslucido, estaba siendo forzada a tocar su piel si respondía al gesto. En aquellas celebraciones la servidumbre expone la comida y las bebidas dentro de una superficie de plata, jamás se ofrecían directamente.
—Me gustaría saber si tú estás disfrutando también.
—Es demasiado glamuroso.
—¿No estás interesada en ver a Neil?
La chica tomó la copa evitando el contacto agradeciendo con un gestó relajado.
—No soy la clase de persona que debería aspirar a cosas tan exclusivas.
—La mayoría de las personas en este lugar se sienten de esa misma manera, aunque se comportan de forma opuesta, es por eso que Neil no aparecerá esta tarde.
No era propio de ella meterse en chismorreos, pero la repentina información le resultó valiosa si podía usarla en el futuro a su favor frente a Lucrecia.
—¿Es eso posible?
—Neil está en las provincias del este, es un hombre bastante difícil de encontrar, incluso si organiza una fiesta para el mismo.
Delilah sonrió, se preguntó si aquellas personas lo sabían o si terminaría desilusionados al final de la noche, en lo que respecta a Lucrecia, evidentemente sería la segunda opción.
—Sin duda, sabe cómo tratar a la gente noble.
Miró hacia la copa que sostenía en sus manos, quiso beber tocando apenas el cristal con sus labios, pero tras el primer sorbo, su garganta se reusó a permitir el paso del líquido y tosió como si estuviese a punto de ahogarse.
El joven rubio sacó un pañuelo blanco de su bolsillo y se aproximó inquieto por su reacción, pero Delilah no pudo responder o decir algo porque la repentina voz autoritaria de Caín la sorprendió a sus espaldas.
—Lucrecia puede ocuparse de todo en adelante, vámonos.
El hijo del conde había dejado de ser el centro de atención desde que Liam apareció, el lugar se volvió ruidoso y aprovechó la situación para desaparecer. Él sabía que estaba actuando irrazonablemente al tomar a esa chica sin detenerse a preguntar si era su deseo venir con él, pero se suponía que no estaba interesada en esa fiesta desde un inicio.
—No hagas esperar a tu apuesto hermano mayor.
Esas fueron las palabras de despedida del caballero rubio hacia Delilah. Su rostro generoso borró la atmosfera oscura que Caín había creado entre los 3 al ser llamado "hermano mayor" y hasta ese momento fue consciente de que tomó el brazo de esa chica por su propia cuenta y la liberó instantáneamente porque no recordaba el justo momento en que perdió la vergüenza.
¿Cómo podría él ser el hermano mayor de una mujer tan descuidada? Sus palabras fueron interpretadas como las que diría un hombre mayor fastidiado por dos mujeres inmaduras, pero guardaron un significado especifico y avanzó primero pretendiendo dejarla atrás.
—Realmente no tengo ganas de comportarme como un hermano mayor.
La belleza de Delilah era innegable, aún con ese aspecto ordinario, el reconocía que su guardia baja tenía cierto encanto y relucía ahora que ella miraba fijamente la copa de cristal que le fue ofrecida.
—Lo siento, tengo que irme.
La breve despedida tuvo la connotación de ofrecerse como disculpa, el caballero tomó las manos pegajosas que derramaron la bebida que le había quemado la garganta, tan solo para dejar caer sobre los pequeños dedos el pañuelo de seda que le había ofrecido antes.
La tela era suave al tacto y con claridad se podía distinguir un escudo en forma de diamante con un bordado en hilos de oro que escribían: "Andrea Bathory", justo cuando aquel joven desapareció.
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