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Cap 15 Yuor

La casa noble Billeter era un edificio sofisticado que albergaba un envidiable territorio, el prestigioso duque tenía en sus orgullosas manos la confianza del rey de Kevland. Caín fue convocado por la figura nobiliaria tan solo para forzarlo a replantearse la facilidad con que aceptó la invitación de su preciosa y única nieta. 

Durante su camino a la gran residencia anticipó la preocupación del duque, a pesar de eso, la intranquilidad lo dominó hasta el momento en que estuvo frente al importante perfil. 

El duque no tenía mucho tiempo para perder en una advertencia disfrazada de conversación, pero no quiso enviar a un mensajero tan solo para que sus palabras pudieran ser dichas con la solidez que requería. En primer lugar: mostró a Caín la carta con el noble emblema del conde Salieri que le fue enviada, firmada con una petición especial para que Eilith pudiera viajar con su hijo mayor. Si bien, se podía presumir de que la relación entre el duque y el conde era bastante buena, Billeter sintió la necesidad de dejar en claro tanto al padre como al hijo, lo preciada y adorada que era la princesa para la familia. 

—El duque debe estar muy ocupado, siento las molestias. 

Aunque el duque había escuchado mucho acerca de ese joven, cuando finalmente lo tuvo en frente, pensó que en verdad tenía todo por lo que preocuparse. La figura amable y de estoica presencia era en verdad un dolor en los ojos. 

—No tengo tiempo para comentarios vacíos. 

El duque tomó un papel que rápidamente extendió hacia Caín con la intención de que lo leyera. Ahora mismo era incapaz de negarse a los deseos de la preciosa Eilith, así que todo lo que pudo hacer, fue emitir un permiso especial para que el hijo del conde fungiera como caballero escolta, manteniendo así su buena reputación. El duque no se permitiría que un error nublara el futuro que deseaba conseguir para ella dentro de la corte real. 

—Ya que es un deseo de nuestra preciosa Eilith es inevitable. Alguien con tu apariencia seguramente puede conseguir lo que quiera, pero debes saber que Eilith es imposible. 

La franqueza del duque no fue capaz de intimidar a Caín y sonrió en un intento por devolverse la calma así mismo. 

—Creo que ha habido un malentendido, señor. 

Caín sacó del bolsillo de su abrigo el sello de la familia que aún le pertenecía y se aseguró de que quedará claramente marcado en la solicitud del duque. 

—No tengo esa clase de intenciones con su nieta. 

Contrario a lo que Caín creyó, el duque pareció haber sido envuelto por un aura de frustración. Si es que por alguna razón ese hombre engreído no había sido hechizado por la notable belleza de su adorada nieta, sería lo más absurdo de conocer. 

—¿Acaso Elilth, la única nieta del duque Billeter no es la mujer más hermosa en todo Kevland? 

—Eilith me pidió acompañarla, desde luego es un honor al que nunca sería capaz de negarme. Eso es todo. 

—¿Qué clase de actitud es esa? No puedo aprobarla. 

—Aprecio profundamente a su nieta, le aseguro que durante este viaje cuidaré bien de ella. 

Aunque al duque le costará pasar por alto tal comportamiento atrevido, no tuvo forma de reprochar nada más. Si lo que deseaba era la seguridad de que Caín no representaría un problema para sus planes, el asunto terminaba ahí mismo. 

—Eres tal cual te vez, pero si las cosas son de este modo no hay nada de qué preocuparse. 

El duque extendió su mano derecha para sellar el acuerdo en el que las cláusulas impuestas solo tuvieron importancia para él. 

Caín estaba a punto de retirarse cuando el duque volvió a hablarle. 

—Karis Salieri no es digno de ser el heredero del conde. 

En cuando Caín escuchó el nombre de su hermano menor, la hasta entonces expresión de seguridad en su rostro se debilitó por un momento. 

—Aún es muy joven, pero lo será. 

Caín ofreció una inclinación breve y abandonó el lugar con la distinción que lo caracterizaba. Nunca mostró lo avergonzado que se sentía al negar la belleza de Eilith, pero entendía perfectamente las preocupaciones de su abuelo. ¿Cómo alguien podría simplemente mirar hacia otro lado cuando se es reflejado en esos cristalinos ojos azules? 

La sonrisa de Eilith era más radiante que el sol de una tarde en Yuor y cuando su voz era entonada, el ruido ensordecedor de las calles se perdía en el aire. La diosa delicada simplemente se volvió más resplandeciente cuando llegaron a aquella región. Caín fue fácilmente envuelto por su alegría inocular. Yuor celebraba uno de los festivales más importantes de la región y Eilith creció en la capital, tenía todas las razones existentes para lucir tan dichosa. 

El día en que el noble Billeter fue nombrado duque, su familia entera se vio obligada a viajar a Kevland para establecerse en el lugar más cercano al rey. Durante los primeros años hacían visitas regulares, pero con el paso del tiempo se redujeron por la atención que exigía la monarquía. Era un suceso razonable para todo aquel que cargaba sobre sus hombros un título otorgado por el rey. 

La joven era dichosa mientras caminaba por las calles que pertenecían a sus recuerdos de infancia, Caín habría entregado toda su atención a ella de no ser por los escudos que representaban la insignia de Bathory esparcidos por todos los rincones de un festival tan lejano a sus dominios. Era bien sabido que Bathory controlaba la mayoría de los comercios en Kevland y aunque estaba acostumbrado a esos escudos de diamantes, en ese momento sintió que no tenía humor para pensar en esa familia. 

Eilith estaba detenida en una enorme tienda de telas importadas, ambos eran acompañados por un discreto grupo de vigilancia, así que no llamó mucho la atención cuando salió del comercio; sin embargo, soportar la presencia de Bathory en los alrededores hubiera sido una mejor experiencia que la que sufrió cuando cruzó la entrada. 

Al otro lado de la calle donde las ventanas anchas y los cristales transparentes permitían la entrada de la luz y la vista entrometida de cualquier persona; la silueta de una mujer pelirroja de belleza despiadada lo traslado a una realidad impensable. 

Su piel fue devorada por un incontrolable escalofrío, incluso se sintió incapaz de seguir respirando. Instintivamente se tocó la cabeza conteniendo el aire en su pecho, existía una larga distancia entre aquella escena surreal y la tienda de telas, pero los femeninos ojos azules resaltaron como una maldición. 

—¿Sucede algo? 

Caín reaccionó a la dulce voz que reclamó toda su atención, y fue abandonado por cualquier sensación que lo hubiese afectado al instante, su expresión volvió a ser la habitual y respondió con un gesto corporal negativo. Tuvo miedo de comprobar los alrededores, pero al final, todo pareció parte de una aterradora ilusión. La única belleza significativa ahí, era la de Eilith. 

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