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Legend of Zelda - Tears of the Kingdom - Lágrimas de Luz y oscuridad

Link y los cinco sabios se encuentran en Fuerte Vigía junto a Pay y Prunia, preparando cada detalle antes de la batalla final contra el Rey Demonio. Prunia les explica que antes de sumergirse en el abismo deben esperar la llegada de la patrulla de Hozlar, quien protegerá la fortaleza en caso de ataque mientras ellos enfrentan el desafío. Para aliviar la tensión, Rotver y Josha, ávidos de aventuras, les piden que cuenten cómo superaron los templos. Así, las historias de cada sabio comienzan a entrelazarse, revelando una profunda camaradería y recuerdos de valentía compartida. Sin embargo, el aire pronto se carga de inquietud: los mensajeros de Penn informan a Prunia que la patrulla de Hozlar se retrasa. El Rey Demonio ha comenzado a desatar sus hordas de monstruos por toda Hyrule, y en poco tiempo los heridos llegan en un flujo constante y aterrador. Lo que comenzó como un momento de calma y nostalgia se transforma en una prueba de resistencia.

ZeldLinkle · Derivados de juegos
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12 Chs

Amanecer

El día tan esperado había llegado. El enfrentamiento entre Link y el Rey Demonio tendría lugar pronto, y Fuerte Vigía sería el punto de partida. Al despuntar la mañana, Link se preparó para viajar hacia la fortaleza, donde Prunia estaría ultimando los preparativos y tanto él como los sabios se reunirían antes de la batalla.

Durante las semanas previas, habían discutido largamente los detalles del combate, asegurándose de dejar todo en orden. Para Sidon y Riju, dirigentes de sus respectivos clanes, delegar responsabilidades había sido esencial, dado que debían enfocarse totalmente en el conflicto que se aproximaba.

Fuerte Vigía, erigido con majestad cerca del abismo donde Link y Zelda desaparecieron al inicio de su odisea, se había convertido en el centro de operaciones de los aventureros. El lugar, que al principio solo evocaba recuerdos de aquel misterioso suceso, cobró un nuevo sentido tras el último enfrentamiento entre Link y el maestro Kogg. En un descuido, Kogg confesó que ese mismo abismo era el hogar del temido Rey Demonio.

Tras la revelación del Maestro Kogg, Link y Mineru habían decidido descender por la raíz de Ba'Tures para trazar una ruta segura hasta la guarida del Rey Demonio. La oscuridad del abismo había sido abrumadora, un manto pesado que parecía absorber toda luz y sonido. Cada paso resonaba en el silencio, y las sombras parecían moverse a su alrededor, como si el peligro acechara en cada rincón.

Al recordar sus incursiones al abismo, la mente de Link se estremeció con el recuerdo de las imágenes de los peligros que les aguardaban en la entrada: hordas de monstruos y trampas astutas diseñadas para frustrar a cualquier intruso. "Espero que hayamos hecho lo suficiente para prepararnos". La sombra de la duda siempre resonaba en su mente, una inquietud que nunca desaparecía del todo. La ansiedad le apretaba el pecho, recordándole lo que estaba en juego.

Recordó con frustación como, debido a las frecuentes lunas carmesíes, los días se habían convertido en un ciclo interminable. Los monstruos regresaban cada pocos días, desafiando su avance y frustrando sus esfuerzos de dejar un camino libre hacia la guarida del Rey Demonio. "No podemos dejarlos regresar", pensaba Link con frustración, recordando cómo, a pesar de sus meticulosos esfuerzos, el área seguía infestada de criaturas oscuras. 

Sin embargo, y a pesar de esos obstáculos, en pocas semanas de incursiones constantes, habían conseguido trazar la senda más segura hacia la guarida del Rey Demonio a través de las catacumbas, una ruta que les permitiría esquivar trampas mortales y evitar un enfrentamiento con un temible centaleón que el Rey Demonio había invocado en una de las salas secundarias. "Debemos ser precisos", había insistido Mineru en una de sus reuniones; su voz firme, mientras señalaba la ruta en el mapa de la tableta de Prunia. 

En paralelo, Mineru también colaboró con Prunia, Rotver y Josha, aportando su pasión y conocimiento en tecnología para otorgar al grupo una ventaja esencial. Aprovechando el centro de fabricación de gólems en el subsuelo, programaron a los gólems constructores para producir seis tabletas adicionales, réplicas de la que Link ya poseía, en un tiempo récord: una para cada sabio y una sexta, por supuesto, destinada a Prunia.

Después de intensos debates y estudios, los cuatro científicos lograron implementar un sistema de mensajería y videollamada en tiempo real. Esto facilitaría que todos permanecieran en constante comunicación, incluso cuando se encontraban en sus respectivas tribus o comunidades, generando de esta manera una red de comunicación única en Hyrule.

Al emplear estas mejoras, se reunieron varias veces para discutir acerca de la estrategia que se estaba implementando, teniendo en cuenta las capacidades y poderes únicos de cada sabio, y, sobre todo, los datos y mapas que Link y Mineru aportaron, derivados de sus diversas expediciones. De esta manera, se aseguraron que su estrategia fuera la más eficiente posible.

En la última de estas reuniones, Mineru sorprendió al grupo al anunciar que se uniría más adelante, justo cuando ellos descendieran por la raíz de Ba'Tures, y permanecería en el templo del Espíritu. Esta decisión se debía a una razón crítica: gracias a su dominio de la tecnología, podría utilizar a los gólems vigilantes para establecer un sistema de monitoreo que detectara cualquier movimiento sospechoso en las inmediaciones del abismo y enviar señales de alerta a Link y al resto del grupo. Las señales, sincronizadas en sus tabletas, se actualizarían en tiempo real en el mapa, revelando la ubicación de los enemigos y permitiéndoles ajustar su estrategia al instante.

Con la determinación propia de un protector, Mineru se comprometió a mantenerse vigilante, consciente de que su experiencia y su control sobre la tecnología serían clave en la estrategia que decidiría el destino de Hyrule.

Link evaluó mentalmente cada detalle del plan y sonrió al contemplar los rigurosos esfuerzos que se realizaron posteriormente para, guiados por Mineru y su conocimiento en los sucesos de la Guerra del Destierro, reforzar la protección de Fuerte Vigía mientras se enfrentaban al Rey Demonio. Un profundo orgullo empezó a invadirle al pensar en Prunia y Pay. Cada una, a su manera única, había asumido roles fundamentales en la organización. "Si tan solo Zelda pudiera estar aquí, viéndonos a todos trabajar en equipo…", reflexionó, sintiendo un nudo en el pecho. El pensamiento de que su compañera no fuera a ver el resultado de sus esfuerzos lo entristecía, a la vez que lo motivaba a luchar con más intensidad, recordando que el sacrificio realizado por Zelda para salvaguardar el poder de la Espada Maestra, el único arma capaz de librar a Hyrule del Rey Demonio, no debía de ser en vano.

Prunia había planificado meticulosamente la defensa del fuerte, asegurando que se reforzara con la llegada de Hozlar, líder de la patrulla exterminadora más numerosa y poderosa, que aún estaba en camino. Esa patrulla estaría lista para controlar cualquier amenaza en las cercanías del abismo. Link sonrió al pensar en ello; no le cabía duda de que Prunia había anticipado cada detalle, asegurándose de que sus esfuerzos fueran exhaustivos.

Por otro lado, Pay había sido una pieza fundamental al liderar la creación de una enfermería que no solo serviría al grupo de sabios, sino también a cualquier defensor del fuerte que resultara herido. Apoyándose en la experiencia de Karad como experto carpintero, decidió que él se encargaría de la construcción de este refugio médico, mientras ella lideraría a un equipo de curanderos expertos, seleccionados con sumo cuidado por Impa. Link sabía que la enfermería sería un refugio vital en medio de la contienda, un bastión de esperanza en tiempos inciertos.

A pesar de la meticulosidad de los preparativos, Link no pudo evitar que el nerviosismo y la incertidumbre se apoderasen de él de nuevo. A pesar de la meticulosa planificación y el arduo trabajo de sus amigos, la inquietud se instaló en su mente, planteándose la inquietante posibilidad de que todo pudiera no ser suficiente. ¿Y si no soy lo suficientemente fuerte? La idea lo atormentaba. Su orgullo por lo que estaban organizando se veía eclipsado por el temor de que más de uno, incluso él mismo, pudiera regresar gravemente herido… o no regresar.