Mizvah se quedó sentado en la cubierta del bote durante mucho tiempo, su mente entumecida. Destellos de recuerdos pasaban por su mente, haciendo difícil que respirara. Su pecho ardía con tanto dolor que pensó que estallaría. Nunca en su vida pensó que Morava sería tan cruel para usarlo y luego dejarlo en este punto. Ella le gustaba mucho y él la amaba mucho. Él había venido tras ella hasta Draka. La siguió cuando estaba en un frenesí de aparearse en el festival del fuego y luego, cuando fue capturada, se quedó ahí en Draka o en la selva como un perro que había perdido a su amo. La realización se sentía como... los pozos del infierno. Se dobló y un sollozo sacudió su cuerpo.
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