—¿Crees que a Murel siquiera le importará saber dónde está ella o se molestará por ella? —comentó Lord Krail.
—¡Entonces tengo que encontrar maneras de sacarlo de su escondite! —escupió Biham.
Lord Krail apretó los labios con fuerza. Se tragó más whisky y luego con un fuerte golpe colocó la botella sobre la mesa. Miró a Eltanin y luego con un gruñido se levantó inestablemente sobre sus pies. El maldito hombre lobo era muy fuerte. Krail giró su cuello de izquierda a derecha mientras los sirvientes observaban a su señor con horror. Hacía tiempo que su señor no se metía en una pelea tan sórdida. Ninguno de ellos se atrevió a acercársele viendo su comportamiento. Fue Jiada quien vino a ayudarlo.
—Mi vieja reliquia todavía tiene jugo —la bromeó ella mientras reía en voz baja.
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