webnovel

La Salvación Del Villano

De alguna manera Fleur logró entrar a un libro desde pequeña pero ¿A qué precio? Con cada libro en el que entraba ella fue perdiendo sus preciados recuerdos hasta olvidar su propio nombre. ㅤ Entonces un día en que poseía el cuerpo de una villana que fue sentenciada injustamente a muerte supo que no podía quedarse mas tiempo ahí y decidió escpar leyendo otro libro. ㅤ Desgraciadamente, luego de hacerlo, nada pudo salir bien. Ya que al parecer, esta vez había poseído el cuerpo de un extra que había cometido la estupidez de intentar matar al villano y justo cuando creyó que las cosas no podían salir peor, no importó cuantos libros leyera, su poder no funcionó. Se encontraba atrapada en un libro que finalizaba con la muerte inminente de todos. ㅤ En un mundo donde el poder y la posición de uno son importantes, tuvo que aferrarse fuertemente al villano para sobrevivir y crear un plan para ayudar al protagonista y evitar que el final del libro se cumpliera. Pero mientras llevaba a cabo su plan, el villano que solía mostrar hostilidad con ella había cambiado. ㅤ >

Era_r · Fantasía
Sin suficientes valoraciones
10 Chs

El nuevo mundo.

El sonido del pasar de las páginas resonó en todo el lugar, lo cual era de esperarse. Todas las celdas, a excepción de la suya, estaban vacías.

El único ruido presente era el de ella pasando las hojas de su libro y el sonido de la pluma y el papel que el guardia usaba para escribir en su escritorio.

"¿Y qué tal tu última lectura?" Preguntó este elevando la voz para que ella pudiera oírlo.

Algo innecesario considerando la situación, pero Halley no dijo nada.

"Todo era perfecto hasta que me enamoré del villano y lo mataron, eso sin mencionar que todos mueren al final."

La voz de Halley fue apagada, pero podía notarse una gran ansiedad en ella.

Acababa de romper la primer y segunda regla que ella misma se había impuesto.

El ruido de la pluma sobre el papel paró.

"Mierda. Lo siento."

"¿No había otros libros con mejores finales? Creí que por ser mi última lectura recibiría algo bueno. Me conformaba con alguno que tuviese un final feliz. Incluso si se trataba de un cuento." La voz de Halley estaba llena de amargura.

"Bueno... ya que la dama fue acusada de intentar asesinar a la prometida del segundo príncipe, nadie me permitió entregarle ningún libro ¡Tiene mucha suerte de que ese libro estuviera en mi escritorio esta mañana!"

Debió ser un verdadero alivio para él haber cumplido el último deseo de alguien que pronto moriría ya que en la mañana siguiente sería llevada a la guillotina.

Pero tenía razón, Halley se había convertido en la persona más repudiada del imperio por sus terribles acciones contra Aurora, la prometida del segundo príncipe.

Era normal que nadie mostrara una pizca de compasión hacia ella.

"Lo siento, no pensé en eso. Gracias."

Habló desde lo más profundo de su corazón.

El guardia había sido tan amable con ella a pesar de que, a los ojos de muchos, ella no lo merecía.

De pronto, se escuchó el sonido de una silla arrastrándose y segundos después tenía al guardia frente a ella.

Era un chico flacucho de cabello castaño y lleno de pecas.

Este no dejaba de mirarla, se parecía a sí misma el primer día que entró a ese cuerpo y se miró al espejo.

Había quedado anonadada con su belleza.

Halley tenía los ojos color esmeralda y el cabello quebradizo de un rubio intenso y bien cuidado.

Su piel era clara y suave. Sus rasgos faciales eran perfectos. No había nada en ella que estuviera mal. Era la belleza encarnada.

Digno de la villana.

"Si no le molesta... ¿Puedo preguntar el por qué?"

"¿El por qué?"

Halley frunció el ceño y mostró un claro desconcierto a su pregunta, a lo que el guardia se explicó.

"El por qué apuñaló a la señorita Aurora."

"Ah…"

No sabía si no había oído de los rumores o solo los hacía a un lado para escuchar su versión.

Pero el rostro de Halley se tornó sombrío y apartó la mirada hacia la pared, pareció perderse en sus pensamientos por unos instantes.

Al joven guardia, lejos de parecerle una mujer desagradable y pretenciosa como la describían los rumores, ver aquella expresión solitaria en su rostro hizo que su corazón se encogiera.

Era la primera vez que sentía tanta tristeza al ver a alguien.

"Quería que ella tuviera el final feliz…"

"¿Sí...?"

El guardia se mostró vacilante.

'No entiendo como una apuñalada en el estómago podría hacer feliz a alguien'

Pensó este mismo. No obstante, a pesar de lo absurdo que le resultaban aquellas palabras, no dijo nada más y regresó en silencio a su silla, detrás de aquel escritorio.

Después de todo el guardia terminó por darle la razón al último rumor que se esparció de ella.

Halley, la preciada hija del conde, había pagado toda esa belleza con su cordura.

El sonido de la pluma sobre la hoja nuevamente inundó la habitación.

Al terminar la lectura, Halley dejó con sumo cuidado y lentitud el libro a su lado. Era consciente de la caducidad que acababa de colocarle a su tiempo en aquel mundo y del dolor que eso le provocaba.

Sus manos temblaban con nerviosismo cuando comenzó a rebuscar entre su vestido un pequeño saco.

Fue cuando lo encontró que extrajo su contenido. Era una pequeña botella de cristal que contenía un líquido morado dentro de ella. Se trataba del último regalo del conde para su hija.

Una sonrisa amarga apareció en su rostro.

¿Qué clase de expresión debió tener el conde cuando su propia hija le pidió algo como eso en vez de que la sacara?

Ya no tenía caso pensar en ello.

Tomándose su tiempo, destapó aquel frasco y lo contempló en silencio durante algunos minutos antes de beberlo.

"Hasta nunca."

Susurró apenas para ella misma una despedida al mundo que pronto abandonaría.

Nunca alguien, en toda la historia de Aradian, había escapado de su prisión sin ser visto. Hasta esa noche...

. ·    ·

✦   . * ˚ ✦

· ·

· ˚ ·   ˚

El reloj en la pared que marcaba las doce sonaba fuerte y claro.

Fue un sonido tan irritante que se repitió al menos unas 5 veces.

Dong, dong, dong, dong, dong.

Eso fue lo primero que escuchó al despertar.

Al incorporarse, se dio cuenta que se encontraba en el suelo. Justo en medio del escritorio y un librero. Parecía un estudio.

Escuchó un molesto y fuerte pitido en los oídos.

Su cuello le pesaba y la sien no paraba de palpitar, era un dolor medianamente intenso por lo que llevó su mano ahí.

"¡Argh!"

El dolor fue peor al presionar levemente la zona dolorida y entonces sintió un líquido caliente entre sus dedos.

Giró su mano lentamente.

'Maldita sea'

Era sangre.

'¿Qué fue lo que pasó?'

Buscó con la vista algún objeto cercano con el que pudiera haberse golpeado.

Lo único que encontró, fue el escritorio. Su esquina tenía manchas recientes de sangre.

Al apoyarse en el suelo para tratar de levantarse, se percató de un líquido espeso bajo su mano.

Se trataba de tinta derramada. El tintero estaba tirado a escasos centímetros de ella, pero no había rastro de la pluma.

Arrodillada, miró sus manos.

La derecha, que había usado para apoyarse, estaba completamente llena de tinta.

Luego miró la izquierda, el dedo índice y el del corazón, estaban manchados ligeramente de tinta y esta misma ya estaba seca a diferencia de su mano derecha, la cual, apenas comenzaba a ponerse pegajosa.

Se sintió incómoda al apreciar lo último.

Inevitablemente, su vista bajó.

Sus ojos brillaron de emoción al ver que llevaba lo que parecía ser un brusco y pesado amuleto de oro en el cuello.

'Bonito'

Le gustaba mucho aun cuando era extremadamente raro, anticuado y antiguo.

Por obvias razones este quedaba fuera de lugar con la ropa que portaba.

Pues al echar un vistazo, vestía un corto y elegante vestido blanco con vuelo. Tenía el cuello alto y mangas 3/4. Estos dos últimos, hechos de encaje.

El vuelo del vestido y sus mangas también se habían manchado de tinta.

'Debió pasar cuando el anterior dueño del cuerpo se desmayó'

Nuevamente intentó ponerse de pie.

Apenas lo logró, tuvo que aferrarse fuertemente al escritorio. Quedando de esta manera la mitad de su cuerpo sobre él.

"Ugh."

'¿Qué demonios es esto?'

Todo en la habitación estaba dando vueltas. 

No podía permanecer de pie porque el piso se sacudía y ahora que sus piernas no parecían soportar su peso, era imposible para ella mantenerse de pie por cuenta propia.

'¿Esto es por el golpe?'

Creía que no era grave, pero ahora comenzaba a creer que lo era… al menos un poco.

Frente a ella había un libro abierto y alguna que otra mancha de tinta cerca.

Levantó la vista sobre sus hombros para ver lo que había en aquel libro.

No supo si era por el esfuerzo que trataba de hacer o el intenso pitido en sus oídos, pero el dolor en su cabeza pareció incrementar poco a poco.

En las hojas había palabras escritas con dedos de una manera sucia y desordenada.

• Eres Iris

• Huye del templo

• Algo en tu bolsillo

Ella que se encontraba aturdida, con ojos temerosos miró la mancha seca en los dedos de su mano izquierda.

Tenía tan poca información que no sabía qué pensar, su mente hizo demasiadas preguntas;

'¿Por qué escribió algo así? ¿Ahora soy Iris? ¿Quién es Iris? ¿Ella está en peligro? Y si lo está ¿Eso significa que ahora yo estoy en peligro?'

Aún con la terrible migraña, los mareos, y la respiración pesada, ella trató de colocarse de pie.

En su vestido había unas bolsas ocultas a los lados.

Nerviosa metió la mano para buscar en el bolsillo derecho. Nada. Luego metió la mano en el bolsillo izquierdo y… ¡Ahí está!

'¿Joyas…? No…'

Eran dos piedras rojas. Probablemente eran mágicas.

Cada mundo tenía sus reglas. Algunas veces las piedras mágicas solo servían como portales, otras como amuletos y demás.

Gracias a la novela que había leído, sabía que en ese mundo las piedras eran lo equivalente a una cámara de video y un celular.

Mientras que las azules funcionaban como un comunicador, las rojas se podían grabar y reproducir algo cuantas veces se quisiera.

No obstante, ambas necesitaban un objeto para que pudieran funcionar. Es decir, en esos momentos eran solo objetos inútiles.

'¿Debería tirarlas? De cualquier forma, no las utilizaré'

Pensó que tenía que hacerlo, pero aún con la idea en su mente, no podía apartar la vista de ellas. Estéticamente le gustaban.

Es por eso que se molestó consigo misma.

No quería conservarlas porque algo en su pecho le decía que eso sería muy problemático a futuro, pero tampoco deseaba deshacerse de ellas.

Era como si las piedras mismas le gritaran que las llevara con ella "No nos dejes, ¡Llévanos contigo! No nos abandones…"

'Se sentirán tristes y desoladas si las dejo aquí tiradas ¿No es así?'

Casi podía escucharlas responder "¡Sí! ¡Sí! Tristes y desoladas.".

Al mirarlas lo confirmó, se veían tristes y no quería hacerlas sentir desoladas.

Soltó un par de maldiciones al ser consciente que era incapaz de resistir a sus impulsos.

Definitivamente, no iba a dejarlas. Se debía que era una acumuladora… compulsiva. Al menos desde hace dos vidas.

Un alarido lleno de dolor, proveniente de un hombre, se escuchó desde afuera de la sala, haciendo que ella se paralizara por completo de terror.

"¡PIEDAD!"

Luego todo quedó en silencio.

A excepción de unos pasos que resonaron por el pasillo desde la sala hacia la habitación donde ella se encontraba.

Su instinto le indicó que debía escapar de ahí y eso fue lo que intentó luego de guardar las piedras nuevamente en su bolsillo.

Trató de girarse para correr a la puerta, pero la migraña y el mareo fue tan intenso que, de un momento a otro, sus piernas se volvieron completamente incapaces de soportar su propio peso y todo a su alrededor se volvió negro.

۩۞۩

"¿Quién es ella, señor?" Preguntó Arlo mientras miraba con desconcierto salir a su amo de la mansión del conde cargando a una chica pelinegra.

"Nadie por quien debas preocuparte." Respondió este molesto, por alguna razón.

" ... "

'Acaso ¿Piensa interrogarla él mismo?'

Cuando Azriel entró a la mansión del conde, le dijo que mataría a todos y que, si veía a alguien correr hacia fuera, no debía dejarlo escapar.

Ya que nadie salió, estaba agradecido de no haber tenido que hacer algo como eso, pero fue desconcertante verlo salir con alguien.

De cualquier forma, no le fue difícil suponer lo que haría.

Debió haberle perdonado la vida por el momento para interrogarla, sino ¿Qué otra razón habría detrás de ello?

'Parece que morirá siendo bastante joven'

"Haah."

Debía tener algo grande que contar si quería vivir. Entonces no pudo evitar sentir lástima por ella.