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Capitulo 33

Beatriz cierra la puerta de la oficina después de que entra Manuela. Se sienta en el sillón, nerviosa y luego dice:

— Espero que entiendas que lo que voy a decir afectará a Hugo.

— Dependiendo de la gravedad de la situación, puede que no te afecte. – comenta Manuela.

—Lo que le pasó a su madre lo cambió mucho y creo que lo va a influenciar. Entonces pido que por ahora esto quede entre nosotros – pregunta Beatriz preocupada.

— Como mejor te parezca — promete Manuela — Cuando quieras, solo empieza.

Beatriz respira hondo, esos recuerdos son muy difíciles de manejar, incluso para ella.

****

Hace catorce años...

Hugo y Beatriz se acercan cada vez más a medida que pasan los meses. Pasan la mayor parte del día juntos, comenzando en la universidad y terminando su pasantía. Además de hablar por teléfono todas las noches, antes de dormir. Desde que Sonia se fue a Cambridge, Hugo se había convertido en el mejor amigo y confidente de Beatriz.

—¿Qué planeas hacer el fin de semana? – pregunta Hugo, emocionado, entrando en la sala de fotocopias.

— Ya sabes… Estudiar… Ir a la caridad con mi mamá… Ver una película con mi papá… – Contesta Beatriz, pensativa, terminando de usar la fotocopiadora. Ella lo mira fijamente, admirando lo bien que se ve en un traje — ¿Por qué le preguntas?

— Porque tengo una propuesta que hacerte — confiesa, sonriendo. Pone sus hojas en la fotocopiadora y continúa diciendo emocionado — Quiero llevarte a mi lugar favorito.

— Hmm … no creo que mi madre me deje ir al lado oeste – comenta Beatriz encogiéndose de hombros.

— ¿Pero y si es… en Barra da Tijuca? – pregunta Hugo.

— En Barra… Tal vez. ¿Cuándo sería? – pregunta Bia dirigiéndose a la puerta.

— Domingo por la tarde — Hugo sonriendo — En el rompeolas.

— Está bien, lo consulto con ella y te llamo hoy – advierte Beatriz, devolviéndole la sonrisa — Me tengo que ir, si no, mi padre se irritará.

— Muy bien, espero tu respuesta — Hugo sonriendo.

****

Beatriz pasó toda la tarde pensando en cómo haría para que su madre no rechazara esa invitación. Entonces recuerda que no le costó mucho convencer a su madre de que la dejara ir a la playa. Miranda siempre alentó a Bia a tener el mayor contacto posible con la naturaleza y escuchar a su hija decir que caminaría por Barra da Tijuca la hizo sentir feliz de que finalmente escuchó.

—¿Quieres que te acompañe? – pregunta Miranda, colocando la revista en el asiento del sofá de la sala.

— No hace falta… quiero aprender a hacer esto sola — miente Beatriz disimulando con poco cuidado.

— No pasa nada — responde Miranda — Le pediré a Bira que te lleve el domingo. ¡Estoy tan feliz!

—Yo también —afirma Beatriz sonriendo— voy a mi cuarto a cambiarme de ropa .

— Dúchate, que vamos a una cena benéfica — advierte Miranda.

— ¿De nuevo? Ya fuimos el lunes... – se queja Bia echando la cabeza hacia atrás.

— Y vamos de nuevo. La gente necesita saber que tú también apoyas nuestras causas y que continuarás con mi legado – explica Miranda, hojeando nuevamente la revista.

— Como quieras, mamá — contesta Beatriz, yendo a su habitación.

Ahora solo queda esperar a que Hugo llegue a casa y confirme. Esa es la primera vez que saldrían juntos.

****

Las olas baten con fuerza, casi llegando al muelle donde está Beatriz. Ya está pensando en irse cuando aparece Hugo con su bicicleta. Él asiente y acelera sus pasos, acercándose rápidamente a ella.

— Siento llegar tarde — pregunta torpemente — Perdí el tren cerca de mi casa.

— Muy bien, estaba disfrutando un poco de la vista — Beatriz mente sonriendo — Entonces, ¿cuál es tu lugar favorito?

— Aquí — responde levantando los brazos — Este es mi lugar favorito. Aquí es donde me gusta quedarme para pensar en todo.

— Lindo … Pero aquí estuvo ocupado hasta ahora – Beatriz levantando los brazos — ¿Cómo puedes pensar?

— Aquí no siempre hay mucha gente. Entre las cinco y las seis, aquí está bastante vacío – explica Hugo, sentándose — Y luego tendremos uno de los espectáculos más hermosos que jamás haya dado la naturaleza.

— ¿Y cuál es? – pregunta Beatriz, curiosa.

— Tú verás. – contesta Hugo admirando la vista.

Y como dijo Hugo, la gente se fue, dejándolos solos. Pero no por mucho tiempo, ya que el sol ya se está poniendo, dejando que la luna tome su lugar. Beatriz se ve encantada, no recuerda cuando había visto un atardecer tan hermoso. Mira a Hugo que tiene los ojos cerrados, dejando que el viento le toque la cara. Se ve tan sereno... Como si nada pudiera tocarlo...

— Gracias —gracias Beatriz, viendo desaparecer los últimos rayos del sol — por traerme hasta aquí.

— Te agradezco por aceptarlo – Hugo abrazando los hombros de Bia — Quería mostrarte lo único que necesitabas saber sobre mí.

— Me alegro de que quisieras compartir esto conmigo — dice Beatriz sonriendo.

— Quiero compartir una cosa más — informa Hugo, sosteniendo el rostro de Beatriz. Él la besa dulcemente, cerrando los ojos. Se retira lentamente mientras los abre de nuevo y sonríe — exactamente lo mismo.

— Yo también quiero compartir – Beatriz acercándose nuevamente a su rostro y besándolo.

Se quedan así largo rato, entre besos y sonrisas, bajo la mirada iracunda de Miranda, que los observa desde el taxi con sus binoculares.

****

Han pasado dos semanas desde aquella tarde en el rompeolas, Beatriz camina irritada por el pasillo de la empresa. Después de ese día, Hugo no volvió a hablarle y siempre la evita, tanto en la universidad como en la pasantía, además de no contestarle más las llamadas. Bia no puede entender qué pudo haber hecho mal, ya que está segura de que a él le gustó tanto como a ella. Está decidida a poner fin a esta angustia, ahora. Entra abruptamente a la habitación donde trabaja Hugo y va directamente a su escritorio, sin preocuparse por su supervisor.

— ¿Por que me estas evitando? – pregunta Beatriz, directa y grosera. Ella gesticula irritada con los brazos — ¿Qué pasa? ¿Besar y tirar? ¿Qué está pasando?

— Bia… — Hugo avergonzado. Se levanta y la toma del brazo sacándola de la habitación — Un momento – Termina de cerrar la puerta, dejando a Bia afuera.

Un minuto después, como dije, Hugo sale de su oficina y camina con Beatriz hacia la oficina de Xerox. Tan pronto como entran en la habitación, la empuja suavemente contra la pared. Le toca la cara y le da un beso a Beatriz.

— Disculpe — pide Hugo acariciando su rostro.

—No . - me niego enojada. Beatriz se cruza de brazos y continúa — Me evitabas y ahora me besas. ¿Eres bipolar? No sé si puedo manejar esto.

— No. No quería alejarme de ti… – Confiesa Hugo. se apoya en la mesa — Simplemente no puedo verte más.

— ¿Porque? – pregunta Beatriz irritada — No sé si te diste cuenta, pero nos vemos seguido. Lo sé, cometiste un error y ya no hay vuelta atrás porque el error fue involucrarte conmigo. Está bien, puedes decir que puedo manejarlo.

— No es eso. – Niega que Hugo haya tocado la mano de Bia. — No creo que haya sido un error. Fue maravilloso y me encantaría repetirlo tantas veces como pudiera, pero…

— ¿Pero? … – pregunta Beatriz cruzándose de brazos —¿Qué te lo impide?

— Recibí un aviso hace dos semanas de que si seguía hablando contigo… Se daría por terminada la pasantía — confiesa Hugo.

—¿Te amenazaron con quitarte tu pasantía? – pregunta Beatriz, irritada — ¡Qué absurdo!

— El mío no. Si fuera mío, no me importaría – Hugo triste — Te darían de baja de la pasantía.

—Imposible — niega Nerviosa Beatriz — ¿Quién te dijo eso?

— Tu padre. - responde Hugo.

La sangre se drena del rostro de Beatriz, no puede creer que su padre haya hecho esto.

—Ven conmigo. - ordena Bia, tomando la mano de Hugo.

Camina furiosa por el pasillo, entenderá esa historia de inmediato.

****

Beatriz abre la puerta de la habitación de su padre y lo encuentra conversando amistosamente con su madre que le da la espalda. Miranda, al ver la mirada sorprendida de su esposo, voltea y ve a Beatriz y Hugo en la puerta.

— Hola – Bruno con calma — ¿Qué quieres, hija mía?

— ¿Por qué amenazaste a Hugo? – pregunta Beatriz.

— ¿De que estas hablando? – pregunta Miranda, curiosa.

— No te hagas la inocente, mamá. Sé que estás involucrado en esto. Entonces papá, ¿por qué lo amenazaste?

— Yo no lo amenacé – responde Bruno con seriedad — Las reglas de la pasantía dicen que no puede haber relaciones románticas entre los participantes.

— Pero no estamos juntos. Es solo mi amigo – explica Beatriz, bajo la mirada confusa de Hugo.

—¿Cómo puedes mentir tan fácilmente? – pregunta Miranda apoyándose en la mesa de Bruno — Estás aprendiendo eso de él, ¿no?

—No miento.- replica Beatriz.

— Los vi a los dos en la playa el domingo. El mismo día que me pediste caminar sola – revela Miranda molesta — ¿De verdad pensaste que me iba a enamorar de tu charla?

— ¿Y si estoy saliendo con Hugo, ya no puedo ser parte del programa? – pregunta Bia, mirando seriamente a su padre.

—No puedes. - confirma Bruno.

—Está bien . responde Beatriz, decidida. Se vuelve hacia Hugo y le pregunta — ¿Quieres salir conmigo?

— ¡Eso es un absurdo! – Miranda, emocionada — No puedes tirar tu vida por una rabieta.

— No es por una rabieta — mira a Hugo y vuelve a preguntar — ¿Quieres salir conmigo?

— No hace falta que nos vayamos a los extremos – informa Bruno , levantando la mano — Hija, si se apaga no podré volver a ponerte. Además de tener una mala repercusión.

— Me da igual — responde Beatriz, mirando a su padre — Quiero salir con él y aquí seré un problema menor para Hugo.

—Hagamos un trato: puedes salir y sigues trabajando aquí. Solo tendré que mover uno de los dos a otro departamento.

— Hay una cosa más – Beatriz de la mano de Hugo — Quiero poder salir con Hugo cuando quiera y también que frecuenta nuestra casa. Ah, y no quiero escuchar cosas malas sobre él.

—Eso está fuera de negociación . - interviene Miranda, sacudiendo la cabeza.

— Entonces renuncio — Beatriz, desafiando a su madre.

— Bia… No hagas eso — susurra Hugo — No tenemos que hacer cosas así.

— Funciona así con mi familia. - responde Bia.

— Puedes salir con él cada dos fines de semana. sugiere Miranda — Pero tendrás que estar en casa a las nueve. Bira te llevará a los lugares.

— Está bien . - asiente Beatriz. Mira a Hugo y completa — Entonces, ¿aceptas?

— Acepto — asiente Hugo, sonriendo.

—Será mejor que vuelvas al trabajo —propone Bruno, tratando de no sonreír.

Apenas los jóvenes salen de la habitación, Miranda mira a su esposo, seria:

— Te lo dije .