Ella caminaba de un lado a otro en una de las habitaciones vacías, sus pasos eran silenciosos por la alfombra que estaba extendida sobre el piso de mármol de la habitación. Cuando la puerta de la habitación se abrió, Madeline vio a su madre y a su padre entrar.
—¿Está todo bien, Madeline? —preguntó su madre, que tenía una expresión de preocupación en el rostro—. La criada dijo que querías vernos.
—¿Madeline? —preguntó su padre, mirándola a los ojos para ver si estaba bien.
—Tenía que informarles sobre algo —dijo Madeline, esperando poder suavizar la situación de antemano, a diferencia de la vez que Calhoun dio la noticia—. Es sobre la Tía Mary… No sabía cómo decirlo palabra por palabra, ya que sentía un peso en su corazón.
Por un segundo, sus padres parecieron sorprendidos, pero luego una expresión de mayor preocupación se formó en sus rostros.
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