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La Obsesión de la Corona

—Tu cama está fría —habló una voz en la habitación que hizo que abriera los ojos de par en par por el miedo. Nerviosa, se giró, tragando suavemente al ver una sombra en su cama como si alguien yaciera allí. El hombre que había estado tumbado se sentó, emergiendo de las sombras donde había estado esperándola. —¿Qué haces aquí? —preguntó ella cuando sus pies tocaron el suelo y él se impulsó hacia arriba para empezar a caminar hacia ella. Sus rasgos guapos se veían más oscuros de lo habitual por la falta de luz en la habitación. —Vine a encontrarte —inclinó la cabeza—, ¿a dónde fuiste? —Salí a caminar —fue la rápida respuesta que hizo que él sonriera, una sonrisa que a ella le daba más miedo. Ella dio un paso atrás cuando él se acercó a ella. Eso no lo detuvo de acorralarla, y su espalda golpeó la pared detrás de ella. Levantó la mano hacia su rostro, y ella cerró los ojos, asustada. Ella tembló cuando sus dedos trazaron un camino desde su sien pasando por su mandíbula y cuello. Su cabello rubio estaba suelto. —¿En medio de la noche? —ella no le respondió sabiendo que él podía descifrar sus mentiras a través de sus palabras. Él se acercó más, lo que hizo que ella girara su rostro lejos de él y sus palabras vibraron en la piel de su cuello—, ¿fuiste a verlo, mi dulce niña?

ash_knight17 · Fantasía
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El tonto- Parte 1

Traductor: 549690339

Ella miró a los lobos en las perreras y luego a Calhoun, cuyos ojos inexpresivos la miraban. Tragó suavemente, y él siguió cada pequeña acción. Madeline no sabía qué pasaba por su cabeza. No estaba acostumbrada a la presencia de los lobos, menos aún a tocarlos y acariciarlos. Sus ojos marrones se desplazaron hacia el lobo negro que Calhoun había estado acariciando. 

Él había dicho que el lobo no le haría nada porque los había tenido desde que eran cachorros, pero eso no era lo mismo para ella. 

—Vamos —la animó Calhoun—, y ella miró al lobo negro que la observaba con sus ojos negros silenciosamente. Recordó cómo el lobo había abierto de golpe sus ojos como un fantasma, sus dientes casi mordiendo a Sofía; ¡y ella decía que solía alimentar al lobo! 

Madeline se movió tan sutilmente como pudo, su mano pasando de su regazo hacia las puertas enrejadas de la perrera. 

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