Cuando Mia llega a su coche, llueve a cántaros. Lo único en lo que puede pensar es en lo apropiado que se siente en este momento.
Sólo hay un lugar al que Mia quiere ir en este momento, por lo que conduce hasta allí en piloto automático y no se detiene hasta que llega a la puerta. Toca la puerta, esperando como un cachorro abandonado hasta que la puerta se abre y una Louise de aspecto muy cansado la mira.
Lleva un pijama peludo a juego y zapatillas de casa de color rosa brillante en los pies. Su cabello está recogido en un par de rulos de espuma y Mia puede ver sus muchos tatuajes mucho más claramente.
"Oh. Hey chica. Te ves miserable. ¿Qué pasó? Te juro que estabas bien hace como tres horas”. Louise se hace a un lado, dejando entrar a Mia.
Mia solloza, entra a la casa de Louise y se para en medio del piso, sin saber qué decir.
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