—¡Oh, Esther! ¿Ya te vas? —La chica de cabello negro cuyo nombre era Esther ofreció una amplia sonrisa a la mujer que era su vecina—. Señora Donahue, me voy al mercado.
—Deberías vestirte un poco más grueso, querida. ¿Qué te parece el trabajo que te ofrezco? Es una lástima que el último lugar donde ibas a trabajar se quemara hasta quedar en cenizas. ¿Cómo era el nombre de la familia de nuevo? —La señora Donahue la miró, su mirada pasaba del cabello negro de Esther a su vestido, notando que la chica estaba vestida ligeramente, una expresión preocupada apareció en el rostro de la mujer.
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