—Oye —susurró Hallow, intentando ser discreto. Leviatán mantenía una distancia de alrededor de siete pasos detrás de la enfermera—. ¿Hay algo mal con esta mujer? ¿No lleva los calcetines de colores diferentes? —Hallow, que había visto las piernas de la enfermera todo el tiempo ya que estaba colocado en el bolsillo de Hallow, notó el cambio.
—¿A dónde vamos ahora? —preguntó Leviatán a la enfermera, dejando a un lado la tarea de responder a Hallow.
—No será lejos. Usted caminó a través del bosque, escuché decir al guardia, señor Adler. ¿Eso significa que también vio el gran edificio allí? —interrogó la enfermera sin girar la cabeza hacia atrás.
—No estoy seguro —respondió Leviatán—. Caminaron lejos de la morgue hasta que Leviatán se dio cuenta de que el camino que tomaban gradualmente pasaba por menos gente—. Puede que lo haya visto y puede que tampoco lo haya visto. ¿Cómo está el señor Langston?
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