Rosina arqueó su espalda y agarró ambas piernas, tirándolas hacia arriba. Podía sentir los dedos de Draco penetrando profundamente en su núcleo, y le gustaba.
—¡Ah~! ¡Me estoy corriendo! —gritó Rosina. Su boca jadeaba buscando aire mientras se concentraba en su agujero.
—Correte para mí —susurró Draco y lamió el clítoris de Rosina como un perro loco. Eso fue la gota que derramó el vaso, y los jugos de Rosina brotaron en su rostro.
—Ah~ Ya me vine~ —susurró Rosina mientras disfrutaba de su liberación. Su cuerpo se sintió relajado, y las ganas de dormir se hacían más fuertes.
—Eres dulce, Rosina —afirmó Draco mientras se lamía los jugos de sus labios, saboreándola.
—Hmm —murmuró Rosina cerrando los ojos. Estiró su cuerpo antes de abrazar la oscuridad.
Draco no pudo evitar reírse de cómo Rosina dormía después del acto. Miró el desastre negando con la cabeza.
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