Rosina caminaba de un lado a otro mientras pensaba en lo que Silvio le había dicho.
—Vendrá naturalmente... —Rosina susurró y se quejó del dolor interno de un dolor de cabeza. En ese momento estaba sola en su tienda.
Silvio se había marchado después de su conversación para darle tiempo a que asimilara la información en su cabeza.
—Todas esas emociones y pistas sobre las parejas están completamente fuera de mi alcance. Todo lo que siento es una chispa... de Draco, pero su olor no me hace adicta. El olor de todos me parece agradable, y esa fuerza de atracción, ¡no la siento en absoluto! ¡Ah! Esto me está confundiendo —Rosina se quejó y cayó en la silla.
—Vanda, ayúdame —Rosina susurró e inconscientemente pidió ayuda a Vanda, ya que su cerebro estaba tan lleno de pensamientos que ya no tenía la energía para pensar aún más.
—¿Cuál parece ser el problema, niña? —Se escuchó la voz de Vanda al lado de Rosina. Ella tenía una amplia sonrisa en su rostro.
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