Era el último día del mes, y Robert, sentado en su oficina, miraba la interfaz del sistema con una mezcla de nerviosismo y cansancio. Había sido un mes movido. Los gastos acumulados incluían sueldos, bonos adicionales, el desarrollo continuo del nuevo juego de estrategia, y la reciente cena de empresa en un restaurante de lujo. Para Robert, cada uno de estos gastos había sido una inversión pensada para una sola cosa: perder dinero.
Pero en algún lugar, en las entrañas de su plan, sabía que algo había salido mal. **Horrible Threads** seguía generando ingresos, y eso complicaba sus esfuerzos por reducir el saldo de la empresa lo suficiente como para que el sistema le pagara más a nivel personal. Al final, por las reglas que regían su extraña situación, si el saldo total era superior a **50,000 euros**, solo recibiría el **1%** de las ganancias. En cambio, si estaba por debajo de esa cifra, el sistema le compensaría hasta completar los **50,000 euros**.
El sistema comenzaba a calcular. Robert sintió el sudor formarse en su frente mientras veía los números parpadear en la pantalla. **"Este es el momento"**, se dijo a sí mismo. Era un cálculo simple, pero su destino financiero estaba a punto de decidirse.
Finalmente, los números se detuvieron y aparecieron en la pantalla:
**Ingresos de Horrible Threads:** 32,000 euros.
**Gastos mensuales (sueldos, bonos, desarrollo del juego, cena de lujo):** 45,000 euros.
**Saldo final:** 47,000 euros.
Robert soltó un suspiro largo. **"¡Perfecto!"**, pensó, permitiéndose una pequeña sonrisa. Había logrado mantenerse por debajo de los **50,000 euros**, lo que significaba que el sistema le transferiría esos **3,000 euros** que faltaban para llegar a esa cifra. No era el resultado más espectacular, pero al menos no se quedaría con el mísero **1%** de los beneficios.
Por un breve momento, se permitió sentirse victorioso. Pero justo cuando estaba a punto de levantarse de su silla y estirarse, la interfaz parpadeó de nuevo, mostrando un mensaje que le cortó la respiración.
**"Actualización del sistema: A partir del próximo trimestre, el umbral mínimo será de **60,000 euros**. Cada tres meses, el sistema recalculará la cifra mínima. ¡Sigue trabajando!"**
Robert sintió cómo el aire escapaba de sus pulmones. **"¿Qué? ¡60,000 euros!"**. Se dejó caer nuevamente en su silla, incrédulo. El sistema había cambiado las reglas, y ahora el umbral era aún más alto. Si ya había sido difícil mantenerse por debajo de los **50,000 euros**, ahora tendría que gastar mucho más solo para alcanzar el nuevo límite.
Los números comenzaban a jugarle una mala pasada. Sabía que, para el próximo trimestre, tendría que encontrar formas más creativas de gastar dinero, y hacerlo rápido. **"Esto se está poniendo ridículo..."**, murmuró, cerrando los ojos mientras intentaba procesar el nuevo desafío.
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El equipo en **Glitch Games Inc.** seguía trabajando como de costumbre. **Adrián** estaba revisando los últimos avances del juego de estrategia, asegurándose de que el desarrollo siguiera avanzando sin problemas. **Claudio**, como siempre, estaba pegado a su ordenador, probando las últimas versiones del juego y buscando cualquier error. A Claudio nunca le había gustado salir de su zona de confort, y prefería pasar las tardes entre juegos, evitando cualquier actividad al aire libre o viajes. **Carlos**, por otro lado, seguía pendiente de **Horrible Threads**, cada vez más asombrado por el éxito que seguía acumulando. Lo que empezó como un proyecto menor se había convertido en una especie de fenómeno entre los diseñadores de moda.
Carlos pensaba en cómo contarle a Robert el crecimiento continuo de **Horrible Threads**, pero decidió esperar un poco más. Sabía que Robert apreciaba las sorpresas bien preparadas, y pensaba que darle esa noticia en el momento adecuado le provocaría una gran sonrisa. Al menos, eso era lo que creía.
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Mientras tanto, Robert seguía intentando darle sentido a la nueva cifra que le había impuesto el sistema. **60,000 euros** era una cantidad mucho más difícil de alcanzar. Lo obligaba a idear nuevos planes para gastar más, lo que parecía contradictorio, ya que cualquier gasto adicional terminaba generando más dinero para la empresa.
Se levantó y comenzó a caminar por su oficina, frustrado. **"Me hacen trabajar para perder dinero"**, pensó, agitando la cabeza. La situación se estaba volviendo una especie de tortura. Cada vez que ideaba una forma lógica de perder dinero, algo inesperado ocurría y lo arruinaba todo. Como había sucedido con **Horrible Threads**, que ahora se vendía más de lo que había imaginado, gracias a la influencia inesperada de la comunidad de moda.
**"Uf, ya verás, Carlos. Todo esto es por tu culpa"**, murmuró. Aunque sabía que, en el fondo, no era culpa de Carlos, tenía que culpar a alguien. El éxito del juego estaba fuera de sus manos, pero el hecho de que el sistema siguiera elevando el umbral lo hacía sentir como si estuviera en una carrera constante que nunca podría ganar.
Miró el techo y se dejó caer nuevamente en su silla. **"Tengo que pensar en algo grande, pero no demasiado grande como para volver a generar más dinero"**, reflexionó. Necesitaba un plan que le permitiera gastar en grande sin que eso le trajera más ingresos. Pero encontrar el equilibrio entre perder dinero y no generar más seguía siendo su mayor reto.
Mientras tanto, la ceja de Robert seguía temblando, un tic nervioso que ya se estaba haciendo familiar. Sin embargo, cuando los empleados lo veían, interpretaban ese gesto como una señal de satisfacción. **"Mira a Robert"**, dijo **Adrián** en la oficina. **"Su ceja siempre tiembla cuando está realmente emocionado por algo. Seguro que ya está pensando en el próximo gran proyecto"**.
Claudio asintió. **"Siempre tan visionario. Nunca se conforma con lo que tenemos. Esa es la marca de un verdadero líder"**.
Robert, mientras tanto, estaba demasiado absorto en sus pensamientos como para darse cuenta de cómo lo interpretaban sus empleados. Sabía que el siguiente trimestre iba a ser más duro, y ya estaba planeando cómo abordarlo.