Harold estaba furioso. Estaba enojado con Damián e Iván por haber aparecido, y más que ellos, estaba enojado con su lobo y consigo mismo por haberse revelado de esa manera ante Alicia.
Iba a dejarla descansar en la cámara, y luego se encargaría de esa gente de una vez por todas.
Pero entonces, justo cuando se giró para volver a la posada, Damián se adelantó para detenerlo.
—Te pido disculpas, Mi Príncipe, pero tienes que ir con nosotros al palacio —Damián les recordó, e inmediatamente, Harvey y Alvin desenvainaron sus espadas.
Harold miró a Damián por unos segundos, y lo que Susan le había contado sobre su relación con Tyra se reproducía en su cabeza. Era la única razón por la que no había hecho nada a Damián durante todo el tiempo, pero su paciencia comenzaba a desvanecerse.
Agotado, Harold se dirigió a Alvin y Harvey, instruyendo:
—Si alguien más da un paso, mátalos.
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