Un bebé.
Eso era lo último que Alicia esperaba oír.
Un bebé estaba creciendo dentro de ella.
Aún era difícil entenderlo. Pero el tiempo no esperaba por ella. Podía sentir que su tiempo era limitado.
Un bebé creciendo en este cuerpo significaba que el bebé estaba creciendo en el cuerpo de Ámbar. Lo que a su vez significaba que toda la idea de aquella poción era una farsa.
Estaba desconsolada. Por ella misma. Por Harold. Por todos. Pero lo más importante, por Ámbar.
No quería llorar. Pero no podía evitarlo. Volviendo sus ojos hacia él, lo llamaba lentamente, pero él se levantó de inmediato, diciendo un no firme.
Fuera lo que fuera que ella tuviera que decir, él no quería escucharlo.
—Necesitamos... hablar. —Lo dijo débilmente, sin fuerzas ni siquiera para hablar.
—Necesitas descansar. —Habló con un tono desdeñoso y se giró para irse, pero entonces Alicia habló.
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