—Zhen-Zhen, agarró la mano de Tristán para detenerlo —dijo ella—. Su provocación la hizo sentir caliente y palpitante. Tenía que evitar que continuara burlándose de ella.
—Porque si no se detenía, Zhen-Zhen sentiría una fuerte necesidad de ser tocada por él y dejar que hiciera lo que quisiera —rió tímidamente—. Si eso sucediera, temía que no pudiera contener más sus gemidos y que las personas en el escenario los descubrieran haciendo algo que no debían hacer en público.
—Zhen-Zhen suspiró aliviada cuando Tristán finalmente dejó de molestarla —suspiró ella—. Volvió a sostener su mano debajo de su mesa.
—Tristán ahora sonreía de oreja a oreja mientras continuaba apretando y frotando la suave y tibia mano de Zhen-Zhen —dijo riendo—. Este simple acto íntimo entre ellos lo calmaba más que nada.
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