—Pequeña Qing, empaca la formación ilusoria —instruyó Ji Ning.
Esa formación ilusoria no servía para nada contra el Rey Dragonballena; solo sería una molestia para ellos mismos.
La formación se desvaneció. Ahora se podía ver el enorme y voluminoso cuerpo del Rey Dragonballena parado en la distancia. El aura del Rey Dragonballena ahora era mucho más salvaje y explosiva de lo que era en el pasado. En su subconsciente, Ning tuvo una sensación de peligro. Esta era una advertencia de su alma divina.
—Tengo que agradecerte por ayudarme a alcanzar el nivel Primordial, así que te ayudé a matar a esos dos humanos. Deben ser tus enemigos, ¿estoy en lo correcto?
El Dragonballena miró a Ning con desdén.
—Mis hermanos y hermanas murieron en manos de ustedes tres. En particular tú, Ji Ning. Tú mereces morir más que nadie. ¡Ve!
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