El Ji Ning de túnica blanca estaba solo dentro de una habitación privada en el Palacio Cielovasto. Agitó su mano e hizo que diez piedras volaran hacia él.
Luego agitó su dedo suavemente para que aparecieran llamas alrededor de las diez piedras, las cuales comenzaron a derretirse lentamente para develar patrones rúnicos en la superficie. Los patrones rúnicos se unieron en una compleja formación que hizo que las diez piedras se transformaran en diez pulseras negras. Ning luego escogió algunos otros materiales preciosos y los infundió en ellas.
Ning había alcanzado alturas increíbles tanto en el Dao del Fuego como en el Dao de las Formaciones, por lo que crear tesoros eternos simples como estos le resultaba muy fácil. Usó materiales lo suficientemente valiosos como para volver locos de codicia a muchos Emperadores Eternos, pero para Ning no eran gran cosa, pues tenía muchos.
—Éxito —dijo Ning y sonrió.
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