Ofelia jadeó y se estremeció. Él la pinchó por dentro, forzando a que cerrara los ojos con fuerza.
—E-eres demasiado grande, p-por favor —balbuceó Ofelia, intentando cerrar las piernas, pero él las mantuvo abiertas como le plació. Incluso agarró sus tobillos, forzándola a abrirse más para él.
—Te di una oportunidad, mi adorable esposa —agarró bruscamente Killorn una almohada. La metió debajo de su cadera, observando cómo se le abrían los ojos. Empujó, haciendo que ella se contrajera y gritara, pues estaba entrando en la parte más profunda de su calor.
Luego, Killorn sacó su miembro de ella lentamente. Ella exhaló suavemente, el sonido era celestial. Pero él no tenía piedad. Inmediatamente, se sumergió en ella —más rápido de lo que podría respirar.
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