Cisne se quedó en su habitación toda la tarde. Comió poco en la cena porque no tenía ganas de comer.
O mejor dicho, no tenía ganas de nada, ya que se dio cuenta de que su tiempo en este castillo terminaría pronto.
Miró a su alrededor en su habitación y sonrió amargamente, pensando que probablemente moriría pronto. El mejor escenario que podría ocurrirle era ser arrojada en algún lugar del bosque y dejarla valerse por sí misma si Gale era lo suficientemente amable como para no matarla.
«Tal vez debería prepararme para cuando llegue esa situación», pensó Cisne. «Dado que tengo el poder de la Diosa, tal vez debería mudarme a algún lugar seguro. O tal vez pueda simplemente teletransportarme a Roca, y vivir con él. Estoy segura de que puedo ser útil... de alguna manera».
Cisne no podía confiar en nadie excepto en Gale y Roca en su vida, así que supuso que Roca sería su último recurso en caso de que no pudiera sobrevivir sola en la naturaleza con su pierna lisiada.
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