Después de asegurarle a su abuelo que estaba bien y que su condición se había estabilizado, Zhao Lifei terminó la llamada. Estaba completamente ajena al hecho de que su abuelo estaba en camino al hospital.
Cuando una enfermera llegó para cambiar el suero intravenoso, Zhao Lifei la detuvo. Por suerte, Yang Feng había dejado su habitación, por lo que no podía hacer nada al respecto.
—¿Puedo darme de alta del hospital ahora mismo? —preguntó Zhao Lifei a la enfermera con una sonrisa educada. Por muy hermosa y enorme que fuera esta habitación, Zhao Lifei odiaba los hospitales. Le traían recuerdos no deseados y el dolor que se negaba a considerar.
—Su tutor ha especificado que no puede darse de alta hasta que tres médicos den su conclusión de que está perfectamente curada —explicó la enfermera, colocando la bolsa de suero intravenoso en su carrito.
Zhao Lifei frunció el ceño.
—¿Mi tutor? Ya tengo más de 18 años...
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