Lennox sonrió, sus ojos llenos de una mezcla de amor y deseo. Apartó un mechón de cabello detrás de la oreja de Adrienne antes de levantarle suavemente la barbilla con su dedo.
—Quiero que estés segura, Addie. No quiero que ninguno de los dos tenga arrepentimientos después de esto —susurró.
El corazón de Adrienne se aceleró con sus palabras, reconfortada por su preocupación. Se tomó un momento para recoger sus pensamientos antes de responder, su voz llena de sinceridad.
—Quiero esto, Len. Te quiero a ti —dijo. Se levantó mientras sostenía las manos de su esposo.
La habitación estaba tenuemente iluminada, proyectando un suave resplandor que intensificaba la atmósfera en el cuarto. Sus miradas se encontraron, y Adrienne pudo sentir la electricidad entre ellos. Sabía que este momento cambiaría su relación para siempre, pero estaba lista para dar el salto con Lennox.
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