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Harry Potter: El poder de la Intención.

Cuando Arcturus recibe una visita inesperada, se enterara de la situación en que se encuentra su sobrino nieto, Harry James Potter. Sin poder tolerarlo, el viejo y retirado Lord Black decide tomar medidas. Esta es la historia de Harry Potter, heredero del legado de Charlus Fleamont Potter y Arcturus Orion Black. El niño que vivió, y también el niño que Dumbledore no podrá controlar.

IgnathiusNZX · Derivados de obras
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11 Chs

Recorriendo el Callejón.

Después de salir de Gringotts, y notando que era cerca de las dos de la tarde, Arcturus condujo a Harry a un pequeño y un tanto anticuado restaurante bastante oculto, en el segundo piso de un local que pasaba casi desapercibido.

Según su tío abuelo, el local era famoso durante la Guerra con Grindelwald, y que ahora solo lo frecuentaban los viejos veteranos y sus familiares.

Era un local pequeño y acogedor, con aspecto elegante y sobrio, similar a la oficina señorial de Arcturus en cuanto a decoración. Fotos en blanco y negro animadas saludaban desde los cuadros. Eran magos y brujas con túnicas de aspecto flexible y ligero, todos con estilos similares.

Harry noto que en una había un grupo de unos treinta magos, en cuyo grupo se destacaban el propio Arcturus luciendo de unos dieciocho o veinte años y un joven de cabello alborotado y anteojos gruesos. Ambos con los escudos de sus familias bordados sobre el pecho, directamente encima del corazón. Parecían estar en Italia, a juzgar por el coliseo en el fondo. Las calles estaban dañadas y Harry juraría que había un cadáver en el fondo.

Harry pregunto a su tío abuelo por la foto, y pudo ver como la nostalgia inundaba sus ojos.

—Esa fotografía, Harry —comenzó mirando al niño con orgullo— es del Escuadrón de las Hébridas Negras. Lo formamos Charlus y yo para combatir contra Gellert Grindelwald, allá por el treinta y seis. Al inicio solo éramos Charlus y yo, pero luego se nos unieron los otros jóvenes señores británicos y algunos herederos… No diré que me gustaba la guerra, pero pelear en el campo, eso me hacía sentir vivo, útil.

Después de aquello permanecieron en un cómodo silencio mientras Harry miraba más apreciativamente la imagen.

A Harry no le parecía demasiado atractivo el lugar, pero la comida era deliciosa. Además, según Arcturus era el único local mágico que servía algo más que comida británica. Lo que a decir verdad era una verdadera ventaja. No es a que Harry no le gustara la comida de Gran Bretaña, pero era tan poco imaginativa que el niño esperaba cosas mas raras especialmente ahora que sabia de las excentricidades de los magos.

Lo único que Harry no disfruto de la comida fue el jugo de calabaza, ¿Quién convierte calabazas en jugo? Era demasiado dulce, y apenas sabia a calabaza.

Salieron del restaurant directamente a la multitud que se movía por el callejón. Esta vez, Harry tenia permiso de visitar cualquier tienda que llamara su atención, por lo que el niño no espero más y echó a andar hacia algunas de las tiendas que había visto cuando llegaron.

Arcturus siguió a su sobrino nieto con una mirada feliz en el rostro, pero con el gesto pétreo que le hacia inaccesible y aterrador para los otros magos y brujas.

La primera para de Harry fue Flourish y Blotts, la librería más grande del callejón. Una vez adentro, y tras unas cuantas miradas sin disimular a la cicatriz en forma de rayo en la frente de Harry, y unos cuantos sonoros susurros tanto de los clientes como del tendero. Harry comenzó a revisar las distintas secciones.

No obstante, el niño quedo bastante decepcionado por la selección de la tienda. No había nada sobre varias ramas de la magia de las que su tío abuelo le había hecho leer. No había nada sobre magia ritual, magia de sangre, o protecciones mágicas. Ni siquiera había libros sobre maldiciones de sangre, y esos son meramente académicos, porque nadie publicaría como poner una de esas maldiciones a nadie.

Además, la sección de historia era tan… tan… plana… nada como lo que podía encontrar en la biblioteca Black. Nada sobre las migraciones de familias mágicas en el siglo X… Ni sobre los viejos druidas previos a la invasión romana. Y sobre la Guerra Mágica Global, solo había textos aprobados por el ministerio que no contenían información real.

¿Y que pasa con todos los libros de "Las Aventuras de Harry Potter"? ¿Cuándo él había peleado con un dragón cuando tenía tres años?

Su tío abuelo debió notar su ceño fruncido, porque se acerco a explicarle que algunas tiendas, aunque famosas, solo venden lo que está bien visto vender.

Finalmente, salieron de la librería con una copia de Quidditch a Través de los Tiempos, el Silabario del Hechicero, Historia de la Magia de Bathilda Bagshot, una copia moderna de Animales Fantásticos y Donde Encontrarlos que Harry quería comparar con la copia firmada que perteneció a su abuelo Charlus. Y por sugerencia de Arcturus, con los siete tomos del Libro reglamentario de hechizos, de los grados 1 a 7.

Pasaron a tomar un helado en la Heladería Florean Fortescue. Donde Harry pidió un cono de cuatro niveles que no se derretía ni se caía. Aunque se arrepintió de pedir una bola de helado sabor a regaliz. Aunque la menta, el chocolate oscuro, y la mora eran sabores que sí que le gustaron.

El tío abuelo pidió una copa de helado simple, con solo chocolate amargo.

Después de terminar sus helados, se dirigieron a la Tienda de Animales Mágicos. Pero solo había gatos, sapos, serpientes malhabladas, búhos y ratas. No era para nada lo que Harry esperaba encontrar, y salieron sin comprar nada.

Pasaron luego por la Librería Obscurus. Que fue mucho mejor que Flourish y Blotts en opinión de Harry, y por la mirada apreciativa de Arcturus su selección era mucho mas de su agrado. Compraron un tomo de "Moste Potente Potions", "Hierbas, Hongos y Venenos que puedes encontrar en el jardín". Y un libro publicado por Newt Scamander sobre los Obscuriales y Obscurus que se titulaba, "Cuando la Magia se Reprime".

Después de aquello, Harry siguió a su tío abuelo a Ollivander's, diciendo que conseguirían una varita hecha a medida para Harry.

Cuando el niño menciono que se suponía que debía tener once años para poseer una varita propia, Arcturus lo miro y dijo "Eso es lo que quieren que creas". Así que Harry no tuvo otra opción que entrar en la tienda.

Era una tienda anodina, pero con un aire extraño que ponía los pelos de punta, había un único mostrador de madera con una campanilla y una varita reposaba sobre un cojín de seda morada.

Detrás del mostrador se podían ver cientos de pequeñas cajas de colores apiladas una sobre la otra, formando una muralla sin espacios.

Arcturus golpeo su bastón contra el suelo, haciéndolo resonar. Y un anciano de pelo blanco y ojos lechosos emergió de la trastienda.

Cuando sus ojos se posaron en Arcturus comenzó a recitar.

—Acacia y núcleo de fibra de corazón de un Colacuerno Húngaro, catorce pulgadas y cuarto, rígida; perfecta para cualquier tipo de magia, temperamental y no cambiara de dueño por nada del mundo, ¿aun le sirve bien? —dijo con tono suave y escalofriante.

Arcturus lo miro con el ceño fruncido y carraspeo su acuerdo.

Luego la vista del anciano Ollivander se enfocó en Harry.

—Vaya, señor Potter, no lo esperaba hasta dentro de cuatro años —comenzó el anciano mirando a Harry apreciativamente— Aun recuerdo cuando sus padres vinieron por su propias varitas… si, lo recuerdo bien…

—Garrick —interrumpió Arcturus— no demos mas rodeos, puedes hablar de las varitas de James y Lily después, por ahora el niño necesitara una varita… una hecha a medida…

El señor Ollivander miro a Arcturus por un momento y negó.

—Me temo que no puedo hacerlo, Arcturus… Se supone que tiene que esperar —dijo el anciano antes de quedarse en silencio cuando Arcturus puso un pergamino sobre el mostrador, Ollivander solo lo leyó y asintió —siendo así, esta bien. Si la ICW dio el permiso, el ministerio no podrá protestar en nada.

Harry se sintió tentado a comentar, que si se necesitaba un permiso de la ICW para comprar una varita antes de los once, entonces en realidad no era algo que se pudiera hacer por lo general, y que tenía razón en que la edad legal en gran bretaña eran los once años. Pero pensándoselo mejor, decidió no decir nada. No fuera a ser que eso hiciera que su tío abuelo decidiera no comprarle una varita por discutir.

Siguieron a Ollivander a la trastienda, donde había un taller bien ordenado e iluminado.

El tío abuelo Arcturus se sentó en un banquillo, donde Ollivander luego le entrego un vaso de líquido color ámbar oscuro, que bebió lentamente.

Harry por su parte fue medido por Ollivander, y luego de un rato tomando notas lo invito a sentarse en un banquillo frente a su mesa de trabajo.

—Ninguna varita es idéntica a otra, señor Potter —comento mientras sacaba toscas y delgadas ramas de árbol de distintos colores— ninguna. Cada varita es única a su modo, incluso si se usa la misma rama, y el núcleo proviene de la misma bestia, las características propias de la varita cambiaran —continuo— Señor Potter, pase su mano sobre las maderas frente a usted, y dígame cual de ellas se siente cálida o cómoda cuando está cerca.

Harry hizo lo que le instruyeron, y lentamente fue pasando la mano sobre las ramas. Una le dio escalofríos, con la mayoría no sintió nada, y tres parecieron cálidas, pero de algún modo incorrectas, finalmente, paso su mano por una rama blanca con savia roja brotando del extremo donde fue cortada del árbol.

Ollivander tomo la rama que Harry indico, y lo miro con curiosidad.

—Que curioso, señor Potter —dijo con tono solemne y soñador— esta rama proviene de un árbol desconocido pero altamente mágico que me enviaron hace casi sesenta años desde un viejo bosque escandinavo, nunca lo convertí en una varita porque parecía inapropiado, pero parece que ha encontrado a su futuro dueño. Curioso en verdad, no sé qué atributos tendrá esta madera, pero me arriesgaría a pensar que logrará grandes cosas con ella.

Ollivander guardo las otras ramas en compartimientos cercanos. Y saco una variedad de sustancias suspendidas al interior de frascos de cristal.

—Ahora, el núcleo —dijo dando una mirada penetrante al niño— repita lo que hizo con las maderas.

Harry obedeció, y aparto dos sustancias, una pluma roja y dorado, y un cuerno de color blanco verdoso.

—Dos núcleos… curioso… pluma de fénix y cuerno de serpiente cornuda, incompatibles según muchos, pero no saben nada de wandlore —dijo Ollivander— sí, ya veo… podría ser… ¿Señor Potter, la pluma de fénix se sintió cálida y cómoda, o hubo un poco de incomodidad?

Harry lo miro y se detuvo a pensar.

—Se sentía bien, pero no completamente, señor— contesto el niño.

—Si, si… lo supuse… pluma de fénix… pero no de este fénix… vaya… que lastima había algo que quería probar… pero… Oh, que demonios, por Merlín que no perderé esta oportunidad —dijo antes de partir hacia la recepción de la tienda, para volver con una caja en su mano rápidamente— esta, señor Potter es una varita de Acebo y pluma de fénix. Creo que esta pluma de fénix podría ser la indicada —dijo antes de mirar con dolor la varita antes de golpearla con su propia varita, dividiendo limpiamente la madera en dos y dejando a la vista la pluma de fénix intacta.

La levito a continuación y la hizo flotar frente a Harry.

—Alargue la mano, señor Potter y pruebe esta pluma —dijo Ollivander con un toque de dolor y expectación, Harry obedeció y la sensación fue cálida y hogareña como si estuviera a salvo y feliz, asintió rápidamente a Ollivander, confirmando que la pluma era perfecta— maravilloso. Valió la pena, jamás, en todos mis años creí que destruiría una de mis creaciones, pero para esto… si valdrá la pena, no cabe duda.

Rápidamente con un movimiento de su varita empujo el banquillo en el que Harry estaba sentado para que quedara junto a su tío abuelo Arcturus.

—Ahora, déjenme trabajar —dijo el fabricante de varitas lanzando una sala de privacidad para que ningún ruido lo molestara.

Harry comenzó a leer el libro de Animales Fantásticos autografiado por Newt Scamander, era la primera edición y había sido del abuelo de Harry, y comenzó a compararlo con la 34ta edición que había comprado en Flourish and Blotts.

Harry noto que el libro más antiguo tenía más información e incluso había un par de criaturas más. También tenia notas sobre como criarlas y cuidarlas. Mientras que la versión mas reciente era solo un libro con descripciones y nivel de peligrosidad.

Harry no noto el paso del tiempo, cuando Ollivander anuncio que había terminado de hacer la varita y se la entrego a Harry, se sentía tan natural en su mano, y desprendió chispas verdes, plateadas, rojas y doradas en cuanto toco su mano.

—Maravilloso, inaudito… —dijo Ollivander— que curioso en verdad, señor Potter. Que uno de los núcleos de su varita fuera esa pluma de fénix en específico, el fénix del que proviene esa pluma, solo dio dos plumas con calidad de núcleo de varita… Es curioso que este destinado a usar una varita con esa pluma como núcleo, cuando fue su hermana la que le dio esa cicatriz —continuo para acabar señalando la frente de Harry— Si de alguna cosa estoy seguro, señor Potter, es que usted hará grandes cosas, tan grandes y magnificas como las que hizo El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado. Después de todo, el hizo grandes cosas, terribles, si, pero grandiosas…

Harry palideció, y Arcturus frunció el ceño al oír lo que Ollivander acababa de decir.

—¿¡Cuánto!? —gruño al fabricante de varitas.

Ollivander notando que Arcturus parecía honestamente asesino en aquel momento, se limito a decir: —Siete galeones por la varita que tuve que destruir, cincuenta por la varita personalizada y trece galeones por el doble núcleo —recito— Setenta galeones en total.

Arcturus saco su monedero, extrajo la cantidad solicitada, y se llevó a Harry.

—Gracias por su visita —dijo Ollivander mientras salían.

Una vez afuera, Arcturus miro al niño a su lado, que parecía haber perdido el entusiasmo tras oír a Ollivander.

—No te lo tomes mal, Harry —dijo Arcturus en tono amable y serio— le gusta incomodar a la gente. Además, tienes doble núcleo, así que no son varitas hermanas. Madera de árbol sin identificar, núcleos de pluma de fénix y cuerno de serpiente cornuda. Núcleos poderosos esos.

Harry asintió lentamente mirando la varita nueva que aun tenia en la mano. Era blanca como el hueso, con la empuñadura de savia roja sangre. Pero parecía elegante y el torneado la hacia parecer una obra de arte.

Después de un momento, Harry sonrió, y guardo su varita.

—¿Entonces podre hacer magia en casa? —pregunto con entusiasmo infantil.

—Solo donde pueda verte, al menos para practicar hechizos nuevos —dijo con tono autoritario— después de que aprendas, puedes hacer lo que quieras, pero no quemes la casa ni el bosque —dijo con un tono serio pero ligeramente divertido.

Harry se rio, y prometió no quemar nada.

—¿Querías una criatura mágica, no? —pregunto Arcturus mientras comenzaban a caminar.

—Si, pero no había ninguna en la tienda —contesto Harry de mal humor.

—Conozco un lugar, pero no debes ir solo jamás —dijo Arcturus guiando a Harry de la mano hasta la entrada de un callejón indicado como Callejón Knockturn.

A diferencia del callejón Diagon, el callejón Knockturn era oscuro, sucio, y solo personas sombrías caminaban por allí. La mayoría vestidos con andrajos o túnicas negras.

Caminaron rápidamente por el lugar hasta llegar a una tienda destartalada llamada "Fieras Mágicas Exóticas", a la que entraron. Harry fue inundado por el olor a moho y humedad, junto con lo que parecía ser excrementos y orina.

Avanzaron por el pasillo al que conectaba la entrada y entraron en un almacén enorme con jaulas de todos los tamaños, vitrinas con huevos y muchas otras cosas que despertaron la curiosidad del niño.

Esta si es una tienda de animales mágicos, pensó.

Caminaron por la tienda hasta que se detuvieron ante una vitrina de cristal con huevos que se movían y agrietaban ante sus ojos.

Harry se quedó mirando anonadado, parecía que los huevos eran de plata pura. Y de su interior salieron pequeñas serpientes emplumadas de color azul turquesa.

—Son Occamies, no puedes comprarlo si quieres mantenerlo fuera de cautiverio, crecen tanto como espacio tienen disponible —comento Arcturus.

Siguieron caminando por un rato hasta que Harry se detuvo en una vitrina con huevos de gran tamaño, rotulados como huevos de dragón.

—Deben sobornar bastante al Ministerio si tienen estas cosas abiertamente, es ilegal comerciar con ellos —comento Arcturus— podrías comprar uno, pero tendríamos que llevarlo a la propiedad Black en los Alpes —añadió mirando a su sobrino nieto, que negó con la cabeza.

—Tal vez cuando sea mayor… Los dragones son demasiado para empezar —dijo Harry sin apartar la mirada de los huevos.

—Bien, es mejor que sepas tus limites —asintió complacido Arcturus mientras continuaban recorriendo el lugar.

Se detuvieron nuevamente ante una jaula de cristal con una pequeña serpiente de tres cabezas de solo unos centímetros de largo.

—Un runespoor —comento Arcturus impresionado por la selección disponible en la tienda.

—Lo quiero —soltó Harry mirando a la criatura con ojos soñadores, parecía estar escuchando atentamente a la serpiente a la vez que la miraba.

Arcturus asintió, lanzo chispas doradas con su varita y esperaron unos minutos.

Finalmente el propietario del lugar se presento y pagaron por el pequeño runespoor. El viaje termino rápidamente, pues Harry estaba impaciente por jugar con su nueva mascota.

Regresaron a la mansión, la Finca Blackthorne por aparición inmediatamente después de salir de la tienda de Fieras Exóticas.