Mo Qiang maldijo por cómo la trataba, pero no tuvo oportunidad de reprenderlo ya que el tritón le sonrió y eso la calentó hasta los huesos. Él se puso de pie y luego le acarició las mejillas antes de decir —No tienes experiencia con azotes, varas y nalgadas, ¿verdad?
Ella parpadeó y luego lo miró como si él estuviera loco. ¿Acaso parecía una loca para él? Por supuesto que no tenía experiencia en esas cosas. Sin embargo, antes de que pudiera decirlo, la azotó fuertemente en el trasero causando que Mo Qiang diera un alarido.
—Tú…
—No me gusta esperar, será mejor que aprendas a responder lo más rápido posible —le dijo él con una mirada vacía en sus ojos que irritó tanto a Mo Qiang que quería morderlo hasta matarlo. Él… aunque solo aparecía en sus sueños, era tan odioso, molesto y arrogante como en su casa.
Él levantó el látigo en su mano y luego acarició su centro antes de decir —Respóndeme.
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