—Rebelde, rebelde...
Los lentos reflejos de este valiente demonio le hicieron levantar la mano derecha y seguir rugiendo dos veces.
Sólo su voz resonaba en el aire.
El Dragón del Abismo Profundo levantó la vista, volvió a bajar la cabeza, y continuó cavando el suelo.
—Oh, Gracias, Señor Dragón Diablo del Gran Abismo por darme un cuerpo fuerte, que me permite cavar tres veces más rápido que los otros demonios, al menos me libera de muchos tormentos. Si pudiera sobrevivir y regresar al abismo, ofrecería los mejores sacrificios al Diablo Dragón del Abismo.
Una sombra se cernía sobre el demonio. El demonio levantó la cabeza y miró a Doradito durante dos segundos.
—Dejaré que me pegues tres veces. Si puedes derribarme, te dejaré salir de aquí —dijo Doradito con calma.
—¿De verdad?
El demonio se sorprendió un poco.
—Es una promesa —dijo Doradito—. No mentiré.
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