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—Está bien. El desfile ya casi termina de todas formas —insistí antes de forzar una sonrisa.
Mi tobillo sí dolía pero no era exactamente insoportable. Esta no era una ocurrencia rara para mí, dado el hecho de que había estado usando tacones muy a menudo. Si solo cambiaba mi peso a la otra pierna, entonces podía mantenerme de pie bastante bien.
—Te bajarás del coche conmigo si no quieres que arme un escándalo —dijo Bradon con un claro tono de advertencia.
—Está bien... —respondí con los dientes apretados porque podía decir que él estaba hablando en serio.
El coche se detuvo basado en sus instrucciones, que deben haber llegado al conductor. Bradon se giró y sonrió a todos mientras les decía en un tono agradablemente educado que me había lastimado el tobillo y que él me escoltaría a casa donde podría descansar como lo merecía. Verlo actuar tan impecablemente como si realmente fuera Antonio me provocó una sensación extraña en el estómago.
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