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Déjame cuidar de ti pequeña testaruda (Milena rechaza a Alexander)

Finalmente la paz llego entre ambos la tranquilidad nos arropo mientras que cada uno se disponía a permanecer sentado frente a la hoguera semi encogidos por la incidencia del frío mientras este hacía estragos sobre nuestros cuerpos.

Un tanto alejados el uno del otro permanecíamos mientras que el sonido de la lluvia ligado a los rayos y truenos que golpeaban constantemente la bóveda celeste nos mantenían alerta, era un temporal sumamente horrible como nunca nos había quizás tocado vivir a ninguno de los dos.

El silencio que entre ambos había surgido comenzó a ser especialmente abrumador e incluso un tanto incomodo cosa que no me gustaba para nada puesto que en medio del silencio las ideas más extrañas y absurdas pueden llegar a surgir por lo que empecé a cuestionar a Alexander de una forma particular para cambiar el ambiente tan pesado que hasta el momento se experimentaba.

— Ya dime, cómo fue que lograste encender el fuego.

— No te lo diré.

— Anda no seas malo.

Alexander giró la cabeza hacia un lado apartando sus ojos de mí mientras que yo permanecía embobada esperando su respuesta.

Con la rabiza del ojo de vez en cuando me observaba aparentemente tratando de ignorarme jactándose ya que solo él sabía la respuesta y cuando ya me encontraba a punto de tirar la toalla e ignorarle, tras percatase aquel de aquello volvió su rostro hacia mí y finalmente refuto.

— Todo se debe a este pequeño objeto — le vi llevar sus manos hasta uno de sus bolsillos y tras forzar un poco para extraer lo que en él se contenía repuso una vez que ya lo tenía justo en el centro de su palma izquierda.

— Christian me entrego este mechero tiempo antes de marcharse tras su última misión en combate, digo que quizás ya aquel se encontraba harto de mi insistencia pues llevaba años recalcando lo mismo hasta que finalmente término por obsequiármelo a cambio debía de prometer que siempre le cuidaría así que desde entonces le llevo conmigo.

Aquel mechero tenía una forma un tanto inusual bastante antigua y sabrá Dios cuanto tiempo ha llevado de restauración para mantenerlo con aquel brillo que en el relucía lo que daba a entender que hacía poco tiempo incluso había sido recientemente pulido.

— Veo que la relación entre Chris y tu es sumamente particular.

— Si te refieres a que es una relación fuera de lo cotidiano entre jefe y empleado, pues sí, más que nada lo considero mi familia, aunque nuestras peleas no suelen tener lógica alguna, siempre ha estado conmigo una vez que regrese a Estados Unidos.

La tristeza se dibujó en sus palabras y de igual forma en sus expresiones por lo que tras terminar de hablar se quedó contemplando un punto fijo sumergiéndose en la nada.

Definitivamente decir aquellas palabras habían removido gran parte de sus sentimientos y pensamientos que se suscitaron producto de tal situación y fue allí que lo entendí, probablemente el no allá querido terminar siendo así por lo que solo el destino estimaba según mi juicio que la vida había jugado de manera sucia contra su persona constantemente.

Sin dudas todo este lugar traía recuerdos para él, pero las personas que una vez convivimos con tal chico fuimos más que nada olvidadas.

Así que no me cabía duda alguna por ende entendí que lo mejor era cumplir mis palabras, las que una vez le promulgué a Em tiempo antes de partir— ´´ Una vez y ya. ´´

Una sola vez era lo que necesitaba para verle pues lo único que me importaba era escucharle, entenderle, saber si la vida había sido buena con él y a fin de cuentas marcharme, pues entendía que hasta ese momento que ni yo era para él así mismo que él no era para mí, sabía que debía de dejarle ir, aunque quería por completo su corazón para mí.

Nuestras vidas no fueron diseñadas para ser compartidas por lo menos hasta ese momento era lo que yo entendía.

¡Fuuuuuuuuuu, Fuuuuuuuuuu !

El viento de la nada se levantó produciendo cual sonido estremecedor al chocar este contra las grietas que entre las rocas se encontraban, tal viento no dudo en adentrarse hasta el interior del lugar y como si yo fuese suya me envolvió en su inusual melodía haciendo que mi cuerpo temblara a causa de la incidencia del clima.

Nuevamente empecé a tiritar con fuerza, cosa que Alexander noto casi de inmediato.

— Temo que la temperatura a lo largo de la noche descenderá aún más lo mejor es que te acerques así entre los dos nos podremos más fácilmente calentar — recalco aquel sin reflejar expresión alguna.

— No lo haré, no me acercare, me aterra lo que pretendas llegar a hacerme.

— No pretendo hacerte nada, solo quiero que estés más cómoda a pesar de que tenemos que pasar la noche en este desastrozo y horrendo lugar, tus labios aún se encuentran azules, me aterra que puedas llegar a tener un shock hipotérmico y mirándote bien solo a ti se te ocurriría morir de frío en plena isla tropical.

— No y no.

Por alguna razón mis palabras desataron un enorme enojo en él como si asustado por lo que pudiera llegar a pasarme se encontrase y prácticamente gritando recalco — ya basta, eres demasiado testaruda, entiende tu vida está en peligro y yo soy la única persona a la redonda que puede cuidar de ti en estos momentos.

Con pena agache la mirada porque no entendía para nada sus extraños cambios de humor y personalidad que solía tener de un momento a otro pues en cuestión de segundos fácilmente podía llegar a pasar de estar súper tranquilo a desatar cual personalidad de playboy, o por el contrario podía estar exaltado por el ego y pasar una actitud más calmada y respetuosa, o en su defecto como ahora de estar súper tranquilo a manifestar cual exaltación.

Yo no quería pelear, menos aún con él así que guarde silencio y tras recapacitar por algunos segundos me puse de pie y con cuidado me acerque hasta él.

Ya cuando me encontraba a su lado me deje caer manteniendo la distancia entre ambos y asimismo casi de inmediato me encogí de hombros y me quedé admirando la hoguera.

— Buena chica — con una sonrisa en los labios musitó aquellas palabras por lo podía sentir como sus ojos se clavaban profundamente sobre mi piel.

Valla aterrador momento me envolvió al notar que aquel empezó a desabrochar los botones de la camisa que aquel llevaba puesta razón que me llevo a alejarme algunos centímetros más casi por impulso mientras le observaba fijamente.