—¿¡Qué diablos estás haciendo?! —Su voz era fuerte y la fuerza de ella la sorprendió enormemente.
—S-sorprendiéndote —logró decir.
Grinó sus dientes. —Si vuelves a hacerlo, yo… —se detuvo, y sus ojos se ensancharon cuando Evie de repente envolvió sus muslos alrededor de sus caderas delgadas, acercando su rostro tanto al de él hasta que podían sentir el aliento del otro soplando contra sus rostros. Con su pequeño rostro casi pegado justo delante de él, esto le daba una vista excepcionalmente clara de su piel suave como la seda y esa fragancia floral única que solo le pertenecía a ella. Inhaló profundo su olor e intentó controlarse de perder totalmente el control.
A pesar de su furia nerviosa, Evie no iba a dejar que se escapara. Lo hizo exactamente por esta razón, para que se lanzara al agua. Fue solo eso, ella no esperaba que él se lanzara hacia ella con ira de esta manera.
—¿Qué? —Evie enfrentó valientemente su mirada y luego le levantó la ceja, desafiándolo—. ¿Vas a castigarme?
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