Órdenes

—Gavrael se alejó y después la giró hacia él antes de levantarla en sus brazos —relató—. Ella se acurrucó contenta como un gatito que había tenido suficiente leche y estaba a punto de caer en sueño.

—Lo siguiente que supo, estaban fuera del agua. Aún sintiéndose un poco ebria, Evie mantuvo sus ojos cerrados y se relajó en su cálido abrazo.

—Se sentó, con ella acurrucada en sus brazos, abrazándola fuerte mientras apoyaba su cabeza en la coronilla de la cabeza de ella. No dijo una sola palabra ya que su respiración todavía era irregular —dijo él—. Lo siento —llegó su susurro ronco y Evie se apartó y levantó la vista hacia su rostro, encontrándolo precioso a su vista—. Yo estaba demasiado… Yo…

Evie besó sus labios suavemente. —Te lo dije, no me disgusta, Gav —susurró, sintiendo aún los vestigios de placer recorriendo su cuerpo—. Amo cada lado de ti, sí, incluso el salvaje y duro.